Ahora bien, dentro del mundo de la cocina mexicana se pueden mencionar algunos elementos representativos como es el caso de sus ingredientes comunes que comprende el maíz, el frijol y el chile, así como prácticas y modos de comportamiento de consumo como sería el caso de los antojitos callejeros, práctica que con el tiempo se ha venido transformando, pues si bien se pueden seguir encontrando puestos dedicados a la venta de antojitos propiamente mexicanos, se ha venido incrementado la venta de alimentos extranjeros como hamburguesas, perritos caliente y pizza, entre otros.

Como tal, se puede señalar que los antojitos mexicanos nacieron tanto dentro de la casa como fuera de ella, pues los establecimientos como las fondas, figones y puestos de la calle fueron de los diversos lugares donde la cocina mexicana encontró un lugar creativo para su desarrollo. La concurrencia de la gente a esto lugares era muy alta, incluso en algunos periódicos de la ciudad se anunciaba cuando una nueva fonda llegaba ser abierta.

Los puestos de la calle han sido otro de los lugares concurridos por la sociedad mexicana. Desde siglos atrás fue común encontrar puestos que ofrecían una gran variedad de platillos como los famosos tamales acompañados con su atole, hasta una variedad de guisados que eran preparados con los principales productos del campo. En una publicación del periódico El chisme se recupera una escena de aquel ambiente que por las calles se podía observar a inicios del siglo XX:

“Hay una viejecita que se dedica hacer garnacha, que son enchilada con verdolagas, acelgas o cualquier otra legumbre, y que no sólo les vende, sino hasta les fía cuando no tienen armada.

A esta viejecita le llaman la tía Sara, y a la hora de salir un periódico es la primera que llega con su canasta de tortilla y sus cazuelas de mole aguado, frijoles y otro antojito cualquiera, y todo lo vende a los muchachos que lo saborean con verdadero deleite.

También tras de ellos anda siempre el quesadillero, porque le hacen consumo. Un muchacho se encarga de anunciar su presencia, con un grito aflautado que dice: -¡Las quesadillas calientes de horno! Acá la vista, acá la vista.”1

Otro de los medios que logró capturar la imagen de las prácticas y modos de comportamiento del consumo de la comida dentro de la sociedad mexicana fue el campo de la fotografía. Sin duda los fotógrafos consideraron el tema de la comida como un elemento representativo de lo propiamente mexicano, así se tiene por ejemplo las imágenes del Lupercio quien captura el momento en el cual una familia mexicana del campo comienza a degustar su itacate o las de C. B. Waite, quien con su cámara capturó distintos puestos de comida y bebida que por las calles de la Ciudad de México se podían encontrar. Otras más, retratan el tema de la comida en un determinado contexto histórico, como es el caso del fotógrafo Ponciano Flores Pérez, quien llegó a retratar la famosa hora del rancho que se daba dentro de las filas revolucionarias. Todas estas fuentes graficas son resguardadas en el Archivo General de la Nación, mismas que son testimonio de la historia gastronómica de México.