Cuando pensamos en una panadería rápidamente entendemos que es un lugar en el que se vende pan, en una zapatería se venden zapatos, en una carnicería, carne; entonces fácilmente podemos deducir que aquellas palabras que terminen en -ería indican establecimientos. La palabra panadería[1] se compone de una base léxica que sería pan-, las letras -ad- que reciben el nombre de interfijo y nuestro sufijo -ería.

            Por otra parte, tenemos el sufijo -ero que señala profesión u oficio, para ejemplificar tenemos la palabra pulpero[2] que era quien trabajaba en una pulpería, un establecimiento en el que se vendían diversos artículos de comida y todo lo necesario para su preparación, desde carbón hasta vinagre o algún tipo de grasa para su cocción. En el legajo del cual se observan estas palabras incluso se habla de los tenderos[3], es decir, aquellos que trabajaban en las tiendas y que también estaban dentro del conflicto de venta de pan: “si debía permitirse a los tenderos Pan floreado, ó solo Pan común”[4].

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            Aunque debemos tener en cuenta que no todas las palabras con estos sufijos quieren referir a lo mismo ya que como hablantes utilizamos ciertas terminaciones más que otras por motivos de sonido o de simplicidad en su pronunciación, entre otras cosas. Al respecto, Ignacio Bosque dice lo siguiente:

El morfema -ero tiene, entre otros, los significados de «árbol» (platanero, limonero), «fabricante» (churrero, pastelero) «vendedor» (librero, carnicero), «conductor», «guía» camionero, gondolero), «el que trabaja en» (cocinero, jardinero, misionero), «recipiente o contenedor» (cenicero, billetero), «lugar donde existe o habita» el primitivo (granero, gallinero), «lugar para» (asidero, vertedero), y aún así, no hemos dispuesto ninguna casilla para noticiero, justiciero o tempranero entre otros muchos[5].

Como se mencionó anteriormente, había una “disputa constante con los dueños de panadería por mantener la distribución y comercialización de una parte importante del pan”[6] y el Archivo General de la Nación resguarda un legajo de 133 fojas en el que encontramos datos sobre el trigo y la preparación de panes: “que se amasen separadamente unos de otros; ya que en los Molinos, ni los Mayordomos ni los dueños hagan semejantes misturas revolviendo trigos candeales con los dañados”[7] y una gran cantidad de solicitudes de los pulperos para tener permiso de venderlos: “que se les levante la prohibición de vender Pan fino en sus tiendas y seles permita poner quatro Panaderias ofreciendo el aumento de media onza en el Pan floreado y de una onza en el común”[8].

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Al revisar documentos antiguos podemos encontrar palabras que actualmente ya no nos son tan familiares, como es el caso de pulpero, que pueden seguir existiendo, pero con otra significación o incluso una más amplia. Una revisión somera a un documento nos lleva a conocer otra parte de la historia de nuestro país y del desarrollo de la vida cotidiana en otras épocas, así como reflexionar sobre todas las formas de creación que nos ofrece nuestra lengua y también ser críticos con las palabras que utilizamos diariamente. Los establecimientos no han sido siempre los mismos, si no fuera por nuestros abuelos, nuestros padres o por los archivos no tendríamos la oportunidad de conocer lo que existió en el ayer.

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[1] Foja 45, anverso, línea 7. La palabra original se encuentra en plural, pero se suprimió la s final por motivos de mejor ejemplificación del sufijo.

[2] Foja 45, anverso, línea 5. La palabra original se encuentra en plural, pero se suprimió la s final por motivos de mejor ejemplificación del sufijo.

[3] Foja 46, anverso, línea 15.

[4] Foja 49, reverso, líneas 9 y 10. En la transcripción se respetó la ortografía que presenta el documento original.

[5] BOSQUE, Ignacio, La morfología. En ABAD NEBOT, Francisco y GARCÍA BERRIO, Antonio (coord). Introducción a la lingüística. Madrid, España: Alhambra, 1983, pp. 19-29.

[6] GARCÍA ACOSTA, Virginia. Las panaderías, sus dueños y trabajadores: ciudad de México, siglo XVIII, México: CIESAS, 1989.

[7] Foja 48, reverso, líneas de la 14 a la 17. En la transcripción se respetó la ortografía que presenta el documento original.

[8] Foja 45, anverso, líneas de la 5 a la 9. En la transcripción se respetó la ortografía que presenta el documento original.