Aunque en un inicio la Liga de Naciones —como también se le conoció—, fue conformada por 32 miembros, se previno en su estatuto la entrada de cualquier país de pleno gobierno propio, dominios o colonias, siempre y cuando fuera aprobada por dos terceras partes de la Asamblea.  

En el caso de México, no figuró entre la lista de los países invitados a unirse a la Sociedad, esto se debió en parte a la postura diplomática que mantuvo el Gobierno Constitucionalista, al mando de Venustiano Carranza, con los Estados Unidos y con las fuerzas aliadas europeas que habían salido triunfantes de la Primera Guerra Mundial.

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El historiador Paolo Riguzzi explica que el acercamiento diplomático que intentó Alemania con Carranza, para consolidar una alianza militar con nuestro país y obstaculizar la participación de los Estados Unidos al lado de los aliados, tuvo como consecuencia el distanciamiento diplomático de México con la mayoría de los países europeos y una tensa relación con el entonces presidente norteamericano Woodrow Wilson; situación que ocasionó el aislamiento mexicano en la creación de la Sociedad de Naciones.

En la primera sesión de la Liga de Naciones, celebrada el 15 de noviembre de 1920 en Ginebra, Suiza, nuevamente se pasó a segundo término el asunto de México, pues el tema prominente de esa ocasión fue el rechazo que había manifestado el Congreso estadounidense de no formar parte de aquel organismo internacional. Además, ese mismo año las relaciones diplomáticas seguían deterioradas con la gran mayoría de los países europeos.

Sería hasta 1923 cuando, por medio de los Tratados de Bucareli, el presidente Alvaro Obregón obtuvo el reconocimiento estadounidense y, con ello, el restablecimiento de las relaciones con Washington. Esto permitió que paulatinamente se fueran normalizando las relaciones diplomáticas con varios países europeos, como Alemania, Bélgica, España, Francia, Italia, la Unión Soviética y el Vaticano. La única excepción fue Gran Bretaña, país que finalmente reanudó en 1925 el trato diplomático con México.

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Como consecuencia de ello hubo un interés mayor de las autoridades mexicanas de formar parte de la escena internacional. Por ello, a partir de enero de 1930, se envió a Ginebra un observador permanente. Posteriormente, durante la décima segunda sesión de la Liga de Naciones, efectuada el 7 de septiembre de 1931, los representantes de Alemania, España, Francia, Gran Bretaña, Italia y Japón, propusieron que México fuera invitado a formar parte de la “magna organización internacional”, no por medio de un observador diplomático, como había venido ocurriendo hasta entonces, sino con la presencia de un delegado plenipotenciario.

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El entonces secretario de Relaciones Exteriores de México, Genaro Estrada, fue quien informó sobre este hecho al Senado de la República; e hizo notar que, aunque la nación mexicana participó con un observador durante las sesiones de la Liga, nunca pidió su ingreso, sino que la invitación formal provino desde la Asamblea por la simpatía hacia el gobierno mexicano, para colaborar con este organismo internacional. Por su parte, los senadores ratificaron por unanimidad la aceptación de la invitación, hecho que fue considerado de trascendental importancia por parte de Estrada.

Vengo muy satisfecho de la actitud del Senado de la República que supo comprender perfectamente  toda la materia que se trataba y realizar, después de una interesantísima discusión, la ratificación constitucional de la adhesión de México a la Sociedad de Naciones.

“Autorizó el Senado el ingreso a la Liga”, 10 de septiembre de 1931, El Nacional. Diario Popular.

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Finalmente, el 9 de septiembre, la Asamblea de la Sociedad de Naciones avaló y celebró el ingreso de la República Mexicana, decisión que fue tomada en medio de “estruendosos aplausos”. Por su parte, el expresidente norteamericano Woodrow Wilson, que en ese momento fungía como promotor de la Liga de Naciones; y el diplomático británico, Lord Robert Cecil, asumieron cierta culpabilidad porque México no había sido invitado desde un principio.

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Cabe destacar que la postura del gobierno mexicano siempre se manifestó en contra del artículo 21 de la Sociedad, en el cual se reconocía la Doctrina Monroe, lo cual informó Genaro Estrada en la carta que envió a Ginebra, dirigida al entonces presidente de la Asamblea, el rumano Nicolae Titulescu; y al secretario general de las Naciones, el británico Sir Eric Drummond

He recibido el mensaje en el que vuestras excelencias me informan que la Asamblea de la Sociedad de Naciones, ha decidido transmitirme la resolución de invitar a México a adherirse al pacto de la Sociedad y aportar su colaboración tal como si hubiera sido invitado desde su origen. En respuesta tengo la satisfacción de manifestar que el Gobierno de México, ausente de ese alto organismo por causas ajenas a su voluntad, acepta el ingreso a la Sociedad de Naciones en los términos que se le anuncia y ofrece su constante cooperación a los propósitos de mantener la paz y fomentar la colaboración internacional. México considera necesario hacer conocer en el acto de su aceptación que nunca ha admitido la inteligencia regional que se menciona en el artículo 21 del pacto.

“México aceptó la invitación de la Liga de Naciones, pero con reservas al artículo 21”,  10 de septiembre de 1931, Excelsior. El periódico de la Vida Nacional.

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