El reconocido poeta mexicano nació el 27 de agosto de 1870 en Tepic, Nayarit. Siendo el hijo primogénito de una familia no acaudalada, a la muerte de su padre se encargó de proveer del sustento de la casa, desempeñándose en su tierra natal como escritor dentro de periódicos, actividad que —a pesar de no resultarle tan apasionante como la creación poética y mantenerlo sumergido dentro de un ambiente que consideraba “desganado y displicente”—, le permitió obtener una indulgente experiencia profesional, así como un espacio de acercamiento a los personajes que le permitieron consolidar su carrera literaria.  

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La determinación de trasladarse a la Ciudad de México, en 1894, marcó una de sus etapas más importantes de su vida, pues tuvo oportunidad de comenzar a trabajar como escritor en La Revista Moderna, El Mundo Ilustrado, El Nacional y El Imparcial.  Alberto Acereda Extremiana señala que todas estas colaboraciones le permitieron acrecentar su popularidad, a partir de sus artículos periodísticos y, principalmente, de su poesía. Esto lo llevó a ser considerado por el maestro Justo Sierra, quien en 1902 comisionaría a Nervo como inspector interino de enseñanza literaria, dentro de la Secretaría de Justicia e Instrucción Pública. La labor de oficina como funcionario no resultó el espacio idóneo para una mente creativa, ávida de salir, para sentir:

La palpitación poderosa de nuestros trópicos, a soñar y pensar bajo la maravilla de las grandiosas ruinas de Oaxaca y de Yucatán.

 Amado Nervo, Bolsas de viaje para los escritores y poetas, conveniencia de crearlas en el Ministerio de Instrucción Pública, marzo de 1907, AGN,  Instrucción Pública y Bellas Artes, vol. 254, exp. 33.

1905 sería un año de cambios para la educación en México. Primero, con la creación de la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes; y segundo, la designación de Justo Sierra como titular de aquella dependencia, lo cual se vislumbró como una oportunidad de cambio para la educación basica y profesional del país, a partir de la creación y diseño de un nuevo modelo educativo, en el cual hombres como Amado Nervo tuvieron un papel importante, para la paulatina creación de la nueva instrucción que se daría al pueblo mexicano. De ahí que ese mismo año se fuera comisionado “para estudiar en el extranjero los programas de estudio, los métodos textos e innovaciones relativas a las enseñanzas de nuestro idioma”.

Viajó a Madrid, España, con una partida de 300 francos, a cambio del cual cada mes remitía puntualmente a la Secretaría de Instrucción Pública un informe, donde asentaba sus opiniones sobre los proyectos educativos extranjeros que podían adaptarse en nuestro país.

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Pago a Amado Nervo, para estudiar en el extranjero los métodos, programas de estudios, textos para la enseñanza del español, 1907, AGN, Instrucción Pública y Bellas Artes, vol. 254, exp. 33, 532 fs.

84 informes fueron enviados a México. Es decir, de 1905 a 1912 el poeta nutrió de importantes ideas a la dependencia encargada de la educación primaria, secundaria, normal, preparatoria y profesional de todo el país. Esos informes han quedado resguardados en el Archivo General de la Nación y dan cuenta de la importante comisión de Amado Nervo. En ellos encontramos interesantes opiniones sobre la educación que nuestro país debería haber adoptado en aquellos años, como la creación de libros de texto para niños, concursos para incentivar la elaboración de obras literarias y de teatro; becas para el extranjero para los literatos, inclusión de la mujer dentro de la educación, espacios culturales para la expresión de la poesía y la literatura; y sobre todo la educación de todos los mexicanos, sin distinción de clases.

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 Amado Nervo, Hipertrofia del idioma, noviembre de 1910, AGN, Instrucción Pública y Bellas Artes, vol. 257, exp. 30.

Su gran desempeño lo llevó a ser promovido como Primer Secretario de la Legación de México en España. Sin embargo, reconoció dentro de la política una “función negativa”, pues sabía que los cargos políticos duraban poco, por lo cual no se podía hacer gran cosa.

Los políticos, especialmente los ministros de Instrucción Pública, quizá no han podido hacer gran cosa porque, como me decía el ilustre don José Echegaray, cierta vez en que lo visité, (preguntándome cuánto duraban los secretarios de Estado en México) aquí duran tan poco... que no alcanzan a veces ni a darse cuenta del engranaje de su ramo. 

Amado Nervo, El presupuesto español de Instrucción Pública. Pensiones en el extranjero. Creación de escuelas, 1908, AGN,  Instrucción Pública y Bellas Artes, vol. 255, exp. 27.

Realidad que sufrió el poeta ante la inestabilidad que se vivió en el servicio diplomático a causa de la Revolución Mexicana. Por el cambio de gobierno, se vio suspendida su encomienda, por lo cual regresó a la redacción y al trabajo editorial, pues tal como él advertía había partido al extranjero sin tener más que “ideas vagas de su misión y de su fin”.

Alberto Acereda Extremiana expresa que durante esos años que Nervo permaneció en España, prefería mantener sus preocupaciones dirigidas hacia las misteriosas cuestiones de la vida y la muerte; la religión y la espiritualidad, en contraste con las inquietudes sociales y políticas visibles en las obras de varios modernistas.

Posteriormente, en 1918, durante el gobierno de Venustiano Carranza, regresó a trabajar dentro del cuerpo diplomático, siendo nombrado ministro plenipotenciario en Argentina y Uruguay. Sin embargo, el 24 de mayo de 1919, poco después de asumir sus funciones en la Embajada de México en Uruguay, sufrió un ataque al corazón, lo que significó el fin de uno de los más grandes espíritus de la poesía.

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"El poeta mexicano, Amado Nervo, ministro de México, acaba de morir en Montevideo",  25 de mayo de 1919, El Heraldo de México.

En uno de los informes que Amado Nervo envió a la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes, señaló la necesidad de la creación de un salón permanente de poetas mexicanos, que tendría como fin mostrar los progresos de las artes de los artistas vivos y no de los muertos, porque estos últimos “¡ya no progresan!, están definitivamente fijados en una modalidad: la última a que se sujetan”.

Resulta difícil saber cuál fue esa última modalidad a la cual se abrazó Nervo, pues tal como refirió Ramón Xirau “la sustancia de que está tejida la obra de Amado Nervo parece inasible”. Al ser un poeta que evolucionó constantemente, rechazando el encasillamiento como moderno, al no significar nada tal vocablo para él, al considerar que:

Modernista no significa nada; es un vocablo absurdo; todo escritor, haya vivido en un siglo en que haya vivido, ha sido modernista; un poeta del siglo XIV era más moderno que otro del siglo XIII; los del siglo XXI serán más modernos que nosotros. 

Amado Nervo, El castellano en América, prejuicios e inexactitudes, 1908, AGN,  Instrucción Pública y Bellas Artes, vol. 255, exp. 27.

 

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Informes de las ceremonias organizadas al recibirse en México los restos de Amado Nervo, 1919, AGN, Instrucción Pública y Bellas Artes, vol. 296, exp. 5, 75 fs.

Lo que sí se podría asegurar con certeza es que, al momento de su muerte, Amado Nervo ya había alcanzado un renombre extraordinario al ser considerado “el mejor poeta lírico de América y el príncipe de los poetas continentales”, motes que quedaron a la medida del bardo que se consagró fuera de su tierra natal y murió lejos de ella. No obstante, a pesar de tal infortunio, la fraternidad latinoamericana animó a un grupo de jóvenes de Uruguay, Argentina y Cuba, para conducir los restos del eximio poeta a su país natal.

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Informes de las ceremonias... Op. cit.