La Casa de España en México nació como un proyecto temporal, impulsado por Daniel Cosío Villegas ante el riesgo físico que amenazaba a los intelectuales españoles por la guerra ocasionada por el golpe de estado, dado por Francisco Franco contra la república española.

Cosío Villegas, entonces embajador de México en Portugal, tuvo la idea de proteger a varios intelectuales españoles al trasladarlos a México con el fin de que impartieran conferencias en las universidades públicas mexicanas, mientras concluía la guerra civil en España.

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Las gestiones de Cosío Villegas para traer a estos “embajadores culturales” derivaron en el decreto que, en julio de 1938, el presidente Lázaro Cárdenas emitiera para fundar La Casa de España, con el objetivo de “crear un centro para acoger a un grupo de académicos e intelectuales españoles invitados por México para proseguir sus trabajos interrumpidos por la guerra”.

A comienzos de 1939, la Casa se reformó y se designó al reconocido humanista, diplomático y escritor Alfonso Reyes como director, quien había vivido exiliado en España de 1914 a 1924, tiempo en el que conoció el ambiente intelectual y cultural español.

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En 1939, a la caída de la república española, se inició el exilio masivo de españoles; aproximadamente 20 mil llegarían a México. La investigadora del Colmex, Clara E. Lida, señala que “así, con visas gestionadas por La Casa de España, llegaron al país decenas de profesionales no académicos, como abogados, médicos, arquitectos, ingenieros, farmacéuticos, periodistas, políticos, a quienes la institución avaló para que se incorporaran a la vida laboral en México”.

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En 1940, al término del mandato de Lázaro Cárdenas, La Casa de España enfrentó la incertidumbre, pues sus recursos provenían directamente de la cordialidad del presidente con la causa republicana. Debido a lo anterior, el 8 de octubre de 1940, la Casa se transformó en El Colegio de México, para dar paso a “una institución permanente que se insertó en el sector de la educación pública en México”.

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La nueva institución se constituyó con los siguientes propósitos: patrocinar investigaciones de profesores y estudiantes mexicanos; becar a estudiantes y profesores en instituciones universitarias o científicas, en bibliotecas o archivos; contratar profesores, investigadores o técnicos extranjeros para que presten sus servicios; editar libros y revistas; y, colaborar con instituciones nacionales o extranjeras.

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Una de las características de La Casa de España, que se perdió con su institucionalización, fue el carácter transdisciplinario. Lida señala que del “medio centenar de personas que llegó, específicamente invitados para trabajar en la casa, se conformó un amplio abanico de disciplinas; por ejemplo, químicos, neurólogos, entomólogos, astrónomos, histólogos y físicos de primera fila, junto a musicólogos, críticos de arte, juristas, historiadores, sociólogos, filósofos e, incluso, poetas y pintores”. De este carácter, posteriormente sólo se conservó el área humanística y social.

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La llegada del exilio español a México y la instalación de La Casa de España pueden conocerse gráficamente a través de dos fondos documentales al resguardo del Archivo General de la Nación (AGN): Hermanos Mayo, acervo documental compuesto por 5,500,000 negativos de 35mm, transparencias y fotografías, y Enrique Díaz, Delgado y García con 500,000 negativos de vidrio, nitrato y acetato. Ambos contienen documentos gráficos del “transtierro” español.

¡Ven! Visita el AGN y conoce el patrimonio gráfico y audiovisual que resguarda.

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