Maestros en el aula
 En Oaxaca, Carlos Hernández Martínez, un maestro de excepción

 
 
El Itsmo de Tehuantepec, la zona limítrofe de los estados de Oaxaca, Veracruz, Chiapas y Tabasco, tiene un habitante excepcional, un profesor de tiempo completo, de carrera, que a sus 76 años  es jefe de Sector de Primaria General en el puerto de Salina Cruz, Oaxaca.
Es el mismo hombre que a los 21 años de edad se negó a aceptar que la alfabetización no fuera parte de la vida cotidiana de San Juan Cacahuatepec; aquel joven que el 1 de abril de 1960 inicio su carrera en el magisterio como personal docente, como maestro de aula en un turno de 8 horas.

Carlos Hernández Martínez es un profesor cuidadoso de las formas que no niega su origen popular, de extenso vocabulario, rebelde,   siempre en pie de lucha y convencido de que la docencia debe ser apartidista.
Está a cargo de supervisar la práctica docente y los programas educativos en 59 escuelas; sabe el reto que todo esto significa, conoce de memoria cada uno de los eslabones que conforman el sistema educativo.
Alguna vez se valió de una lámpara de gasolina para alumbrar las aulas en su propósito de abatir el analfabetismo.
En la zonas de Salina Cruz, Santo Domingo Tehuantepec, Juchitán, Ixtepec, Matías Romero y San Juan Bautista Lo de Soto, 9 mil 930 estudiantes de las zona rural y urbana, indígena chol, zapoteca y de la alta montaña, dependen de que el profesor Carlos haga las gestiones necesarias para mejorar la infraestructura de sus escuelas y lograr la calidad educativa que exigen las necesidades de la región.
 
Su trabajo resiste presiones sindicales, ausentismo, segregación, antipatía; debe “pisar algunos callos” y cuestionar a quienes no hacen su trabajo; el suyo es ese y alguien tiene que hacerlo: ser la voz de la autoridad no es un trabajo fácil.
Estudió la licenciatura en Educación Primaria en la Universidad Pedagógica Nacional y la licenciatura en español  en la ciudad de Oaxaca. Prioriza lo básico, la buena ortografía, el cuidado al hablar, la disciplina; piensa en los jóvenes, en quienes vienen detrás, y espera que abracen la carrera como lo hizo él, que lo hagan de corazón, o mejor se dediquen a otra cosa. No permite controvertir el tema y tiene razón, está convencido de que es la única forma.

Pedagogía familiar

Cuando cuestan una anécdota respira profundo; establece un silencio breve y luego sonríe: “Hubo una vez allá en mi tierra un niño que se llamaba Felipe, no podía pronuncia la letra F, simplemente no podía, le preguntaba su nombre y respondía Juelipe, siempre Juelipe, traté de ayudarlo, lo intente por todos los medios hasta que un día le pedí a su padre que estuviera en clase y nos ayudara. El señor se presentó supo de lo que se trataba y dijo, ´a ver Juelipe, como es que no puedes pronunciar las letras´: lo regañó. Ese día entendí que los principios básicos de la formación comienzan en casa, que nuestra labor debe trascender, que no termina cuando cierra la escuela”.
Su voz corresponde a la de un hombre de su edad, tiene el ritmo y el volumen correcto, cuando habla, todos escuchan. Así pasa con la gente experimentada: es un profesor de 76 años y preserva el respeto que la profesión otorgaba en otros tiempos. Él no lo ha perdido.
Tiene el hábito de la lectura, admira a Mario Vargas Llosa, lee sus obras, pero El Quijote es lectura obligada, le gusta el futbol, el volibol y el basquetbol; en algún momento, cuando la falta de maestros lo exigía, dio la clase de Educación Física, la falta de maestros lo requería.

Se dice admirador del bolero, de la música de Álvaro Carrillo, oriundo, también, de San Juan Cacahuatepec: apenas lo menciona le da por cantar. “Puedo fallar,   pero nunca de mala intención, pues el camino de la verdad, pasa en mi corazón” suelta una carcajada y recuerda que en el casamiento de uno de sus familiares, el compositor fue el padrino. Coco con ginebra, fue la bebida de esa noche.
Ahí seguirá el profesor Carlos, vigilante, cumpliendo sus labores como jefe del sector escolar 30 en las cercanías del Monte del Jaguar, del Itsmo, porque ese es su trabajo y alguien tiene que hacerlo, no está en sus planes el retiro, sabe que en su pueblo el maestro que no trabaja no es bienvenido.

Él está para apoyar a los más amolados, acaba de cumplir 50 años de casado con María ElidiaBernardino Mier, sus hijos no le preocupan, son profesionistas son gente de bien, nunca ha estado en cama y no le duele nada, está muy tranquilo y afortunadamente, como él dice, tiene mucho trabajo.