DIRECCIÓN GENERAL DE COMUNICACIÓN SOCIAL

Monterrey, N.L., 23 de mayo de 2014.

 

Buenos días tengan todos ustedes. Para mí es un gran placer estar esta mañana en este compromiso que adquirimos desde hace casi dos meses, con el Embajador Felipe Enríquez, el Embajador de México en Uruguay y representante permanente ante la ALADI, quien en una visita oficial a México nos planteó la relevancia de tener en una presencia formal en México al Secretario General de la ALADI a nuestro buen amigo el Chacho Álvarez –no es irrespetuoso decirle el Chacho Álvarez- prácticamente en toda Latinoamérica lo conocen como el Chacho Álvarez, y la verdad es que es una gran oportunidad para poner en perspectiva la relación de México en este contexto. Y ponerlo en el contexto de una invitación del señor Rector, el señor Jesús Ancer, a nuestra Alma Mater, la Universidad de Nuevo León, pues es una segunda gran satisfacción estar aquí con ustedes, reencontrar a grandes amigos de la Universidad, al doctor Reyes Tamez Guerra, exrector de esta máxima casa de estudios; a nuestro Secretario General, el ingeniero Garza, quien es un universitario de muchos años de trabajo en la Universidad, y sin duda encontrar amigos economistas de diferentes generaciones que han sido funcionarios federales, estatales, y ahora Delegado Federal, como es el caso de nuestro amigo Delegado Federal de la Secretaría de Relaciones Exteriores, gracias por estar.

Me acompañan algunos compañeros del sector Economía, nuestro Delegado Enrique Martínez; el Subsecretario de Comercio Exterior, quien nos acompaña en todos estos temas de negociación, Francisco De Rosenzweig; gracias al señor Embajador de Guatemala en Uruguay por acompañarnos; al Primer Ministro representante alterno ante ALADI, y sin duda gracias al señor diputado local quien representa dignamente al Legislativo en este momento.

Yo creo que Carlos Alberto Álvarez, como Secretario General de la ALADI nos da la oportunidad de tener un contexto muy interesante. Un contexto muy interesante en la perspectiva ampliada en la historia de la integración latinoamericana.

Y creo que lo más útil sería cómo centrar el papel de México dentro de las oportunidades históricas de este desarrollo de integración latinoamericana.

Y hacerlo hoy con un grupo de estudiantes tendría que tener un cuestionamiento fundamental. Muchos de ustedes, que algunos están ocupados en su BlackBerry, y otros están respondiendo algunos mensajes, seguramente se preguntan ¿y a mí qué me queda de esta sesión? ¿O sea, para qué vengo a escuchar sobre el papel de México en la integración latinoamericana?

Yo creo que están ustedes como jóvenes en un momento histórico de la coyuntura nacional. El país está pasando por una gran etapa de transformación en donde si yo volviera a tener 19 años, que ya le cuelga, tendría la gran oportunidad de poder alinear mi proyecto de vida, mi proyecto de futuro con lo que está pasando en el mundo y con lo que está pasando en mi país, porque las apuestas de carrera que ustedes van a hacer no están en aislamiento de las oportunidades que un mundo globalmente integrado les presenta, ni están en aislamiento de la ruta crítica que un país en el que ustedes tienen la responsabilidad de construir ya sea desde la perspectiva de la sociedad civil y de su participación en el interés en el mundo de la vida pública, todos van a estar tarde que temprano profundamente involucrados.

Y en ese sentido estar conscientes de cuál es la ruta-país que queremos seguir nos permite alinear cuál es el perfil de nuestras propias carreras, de nuestra propia participación en el futuro.

No es lo mismo un mexicano que nació en 1970 frente al mundo que enfrentó en esa época a un mexicano que empieza a ver el futuro profesional a partir del nuevo milenio y de las nuevas tendencias globales. Y en ese contexto me voy a permitir reconstruir la elocuente presentación que hizo nuestro Secretario General de la ALADI, las perspectivas que México siguió justamente y las decisiones que tomó a través del tiempo.

Cuando México se incorpora a la ALADI en 1980 realmente las tendencias del mundo latinoamericano habían sido en algunos casos exitosas gracias a la posibilidad de unos países de disfrutar de estabilidad política, pero todas casi sin excepción se ubicaron en un concepto que mis amigos de la escuela de Economía seguramente ya estudiaron en su clase de comercio internacional, que se llamó la famosa, las teorías … justamente de un paisano de Chacho, donde prácticamente la teoría era crezcamos con un sistema de sustituir lo que importamos.

Pero en aquella época era sencillamente fácil porque los países estaban creciendo y era posible con industria incipiente poder generar empleos y generar capital al satisfacer las necesidades crecientes de una sociedad que apenas empezaba a madurar.

Y entonces el crecimiento vía la sustitución de las importaciones como se dio en los sesentas nos dio crecimiento, pero eso tenía un límite, y el límite no era más que las capacidades de complementar y de satisfacer las demandas propias de la economía nacional y eso obviamente no era inagotable ni abierto para siempre.

Llegó un momento en donde entramos aquí en México en una etapa muy difícil que a ustedes se las contarán sus papás y si me arriesgo hasta sus abuelitos en algunos casos, que aquí en México empezamos a tener una incapacidad de seguir sosteniendo el crecimiento que tuvimos en los sesentas y entramos en un proceso de inflaciones y devaluaciones recurrentes donde era imposible de que un empresario mexicano pudiera hacer una planeación exacta y justa y poder controlar el futuro de su empresa.

Y ahí se planteó la primer gran interrogante. Y la primer gran interrogante era sobre cómo conducir el futuro de la nación con disciplina. El Chacho Álvarez tiene razón, dice aquí el Secretario que no se ponga colorado, pero él es parte de la formación en las universidades norteamericanas, estaba muy cerca en el Consenso de Washington, bueno, yo no estudié en Chicago, cosa que salva un poquito, yo estudié en la Universidad de Pennsylvania, que no es la misma línea tradicional más ortodoxa económica, pero lo que sí es cierto es que al menos el problema del Consenso de Washington no eran tanto las lecciones.

Hoy entendemos que el problema fue que los maestros no hicieron la tarea, y los alumnos sí la hicieron. Y eso se demostró en la crisis del 2008.

Cuando nosotros analizamos que México finalmente entendió que era imposible crecer sin bases de unas finanzas públicas sanas, hasta en las familias tenemos que tener unas finanzas sanas. No podemos gastar más de lo que nuestros ingresos nos permiten y nos permiten también financiarnos sanamente.

Y México durante muchos años se estuvo sobreendeudando, estuvo teniendo déficits hasta del 18 por ciento del PIB, una deuda externa inmanejable que nos creó crisis recurrentes y devaluaciones recurrentes también.

Pero tomamos conciencia de ello y logramos ya en los noventas crear un Banco Central con autonomía y finalmente el Congreso de la Unión con todas sus fracciones políticas llegó a un acuerdo elemental: tenemos que tener disciplina fiscal. Y eliminamos los déficits de los presupuestos públicos y adicionalmente todo el financiamiento tuvo una cierta normalización hasta llegar al día de hoy, donde la deuda pública mexicana no es más allá del 38 por ciento del producto interno bruto cuando países desarrollados en Europa, Japón tiene más del 130 por ciento de deuda pública sobre su producto interno bruto, y entonces el resultado final y el reclamo del Consenso de Washington es que los maestros no hacían lo que predicaban, y por eso fue la crisis del 2008 donde tronó el sistema financiero mundial y donde tuvimos los problemas que enfrentamos.

Pero a partir de esa situación México tomó otra decisión radical. La globalización era un fenómeno al cual no le podíamos dar la espalda. Era evidente. Incluso después de integrarnos a ALADI viene la primer decisión real de apertura económica y de una incorporación a un organismo que se creó en el 86 que fue el GATT ahora se llama la Organización Mundial de Comercio.

Es a partir de este momento donde iniciamos un trayecto hacia una economía de apertura, el punto máximo, como bien lo dijo el Secretario General de la ALADI es cuando México decide integrarse a un tratado que era paradigmático, nadie creía en los noventas que era posible juntar en una zona de libre comercio países de diferente nivel de desarrollo.

Entonces inicia México y Estados Unidos e inmediatamente después Canadá a formar un mecanismo de integración y de libre comercio en la zona de América del Norte. Esa decisión nos marca a partir de los noventas y catapulta a un escenario distinto desde el punto de vista de la estructura y de la arquitectura de la economía mexicana.

A partir de ahí firmamos 10 tratados que nos llevan a tener libre comercio con 45 países del mundo. Lo más interesante de esta decisión, de incorporación a la globalidad, es que resistió la alternancia política en el gobierno federal.

En el 2000 México cambia de partido político en el gobierno y en el 2012 vuelve a cambiar. Sin embargo, la congruencia que una economía abierta, integrada, no valió. ¿Por qué es importante esto? Porque cuando un inversionista tiene que arriesgar sus recursos en México, crear empleos, tiene que tener confianza que las políticas públicas tienen estabilidad.

Cuando vemos, por ejemplo, que hoy México exporta más o menos dos millones de autos al año. Una sola empresa a partir del 2016 va a empezar a exportar un millón de autos al año. Lo hace, primero retiene su inversión y confiando que no va a variar la política de comercio exterior en un país, y es así como llegan a crear empleos, llegan a atraer inversión porque confían en el largo plazo de la decisión que están tomando.

En ese sentido logramos prácticamente en 1993 a 2013 para medir un periodo de tiempo claro y limitado multiplicar nuestras exportaciones por siete transformar la estructura de nuestra economía. Antes del 93 importábamos 60 por ciento petróleo y minerales y 40 por ciento manufacturas. Hoy exportamos 83 por ciento manufacturas y 17 por ciento petróleo y minerales. O sea, nuestra economía ha tenido una transformación radical.

Y es así como ustedes viajan por el Bajío, ustedes jóvenes conocen como un lugar de conglomeración de industria automotriz; en Querétaro industria aeroespacial; en Tijuana industria electrónica. Ese México hace 25 años, cuando ustedes viajaban por Querétaro y Guanajuato eran praderas o nopaleras y vacas, o sea, no había, las grandes corporaciones que hoy emplean miles de mexicanos.

El haber establecido una zona de libre comercio y después de haber firmado 10 tratados, sí lo hicimos con países latinoamericanos en tratados bilaterales o en tratados regionales, como es el que concluimos con Centroamérica, pero efectivamente llegó un punto donde la vocación de México llevó al país a descuidar sus pertenencias en otras latitudes y es cuando el Presidente Peña toma posesión el primero de diciembre de 2012 como presidente electo, tomó la determinación de reposicionar el papel de México sobre todo en el continente latinoamericano, y es ahí cuando visitamos en nuestra gira, ya en la presidencia, en nuestra gira a Uruguay, visitamos la ALADI, y el Presidente Peña tuvo una larga conversación con el director general, para plantearle un poco el reposicionamiento de México.

¿Qué es lo que pasa? Habíamos descuidado nuestra presencia. Habíamos desgastado nuestras relaciones, habíamos dejado que nuestra relación con Cuba se estancara por una deuda de 300 millones de dólares que no tenía una solución definitiva pero que sí estaba bloqueando la posibilidad de expandir negocios de intereses mexicanos en la isla y finalmente se tomaron decisiones saludables para el futuro de la relación de México con América Latina.

Primero, continuar con la creación de la Alianza Pacífico que une a cuatro de las economías, como bien lo dijo Chacho más dinámicas del hemisferio, con valores homogéneos, efectivamente y no ideologías iguales, sino nos une que creemos en el libre comercio, nos unen políticas de estabilización económica y de certidumbre, nos unen valores democráticos, y es así como Colombia, Chile, Perú y México deciden integrar la Alianza Pacífico.

En un tiempo récord, dos años negociamos el Tratado de Comercio y de Inversión, se firmó en Cartagena el 10 de febrero, y a partir de que los congresos de los cuatro países lo aprueben estará en operación ¿qué implica? Implica que entre estos cuatro países intercambiaremos bienes con cero arancel en el 92 por ciento del universo arancelario, o sea, el 92 por ciento de lo que comerciamos se irán a no pagar aranceles, el ocho por ciento restante se desgravará en periodos de tres, siete, ocho años en el horizonte.

Adicionalmente, con lo que inician nuestras operaciones en el sector financiero, en los mercados bursátiles, se liberaron las visas para movimiento de personas en la región, México eliminó las visas para Colombia y para Perú y a partir de ahí el turismo a México de esos países aumentó en un 65 por ciento.

Alianza Pacífico va más allá simplemente de la integración comercial, e incluye un tema de asociación en intercambios estudiantiles, en becas, en promover realmente la identidad, en mejorar la conectividad, no puedo estar más de acuerdo con Chacho cuando afirma y dice: el problema que tenemos en América Latina es que nuestra integración es débil. Y es cierto. La integración productiva en América del Norte es del 40 por ciento. La integración productiva en la Unión Europea es del 60 por ciento. Y la integración productiva en América Latina es del 16 por ciento.

Cuando hablamos de integración productiva es la siguiente etapa aspiracional de una zona de libre comercio. No sólo estamos comerciando bienes a cero arancel libremente en las fronteras, sino que estamos también asociándonos en lo que hoy se llama la creación de cadenas globales de valor.

Hoy los países no compiten necesariamente en bienes finales. Compiten en quién le agrega más valor a un producto en su cadena de integración de valor global. Por ejemplo, un jet de Bombardier que tiene una planta en Querétaro, una parte se integra en Canadá, otra parte se integra en … Texas, y otra parte se integra en Querétaro. La competencia es quién tiene mejores condiciones de competitividad para integrar a ese jet mayor valor.

Y es exactamente el siguiente reto que tenemos en América Latina, y es, creo que es claramente definido en la estrategia de ALADI lograr este reto. Pero para lograrlo pasa por una gran cantidad de esfuerzos de política pública, entre ello tenemos que revisar cómo es nuestra conectividad aérea; a veces nos encontramos que nuestros países para conectarse tienen que pasar por terceros países. A veces es más fácil llegar a un país en el Caribe, volando por Miami en lugar de volando directamente por América Latina.

A veces nuestros puertos tienen restricciones de tal manera que el tránsito de las vías marítimas es totalmente irregular y no eficiente. Nuestra planeación de infraestructura a veces no está orientada de la manera de cómo mejorar la integración de cadenas de valor.

Y sin duda una de las cosas que el Presidente Peña reconoció en su cambio de política en América Latina desde que como presidente electo visitó los países socios en Alianza Pacífico, Argentina, Brasil y Centroamérica, una de las cosas que definió es que nuestra pertenencia latinoamericana no está peleada con nuestra integración con América del Norte. Por el contrario, cuando analizamos justamente como lo dijo el Secretario General, vemos, por ejemplo, Brasil tiene una gran interacción con China por su mercado de materias primas; Chile, Chile tiene más tratados de libre comercio que México, tiene una integración con Asia muchísimo más profunda que la que tiene México.

Entonces no nos debemos de confundir. Nuestra pertenencia latinoamericana, el liderazgo que le toca a México jugar en el continente conjuntamente con Brasil y Argentina tiene que seguir siendo una de las líneas fundamentales no por temas ideológicos simplemente de la historia sobre nuestra integración bolivariana tradicional, sino porque tiene sentido económicamente.

Una de las industrias más competidas es la industria textil. Bueno, hoy resulta que el mejor mercado para la industria textil mexicana, el de más alto crecimiento ha sido el mercado latinoamericano … sus incorporaciones comerciales a futuro, debemos tomar nota de ello.

El Presidente Peña ha sido clarísimo: al norte eficientar a través de reducción de costos de tránsito en frontera a nuestra integración comercial; hacia el sur una nueva presencia de México en América Latina; hacia Europa la modernización del Tratado que tenemos con Europa desde el año 2000, y hacia Asia, que de los 45 países con los que tenemos tratados sólo hay un asiático, Japón, tenemos que, a través de la negociación TPP y de la nueva relación con China cambiar a una relación que ha sido de ignorar a Asia, y que es el gran ... para México a convertirla en una visión estratégica que nos dé oportunidades de crecimiento.

Asia ha sido la región del mundo que más ha crecido y teníamos una política totalmente irresponsable basada en el conflicto y no en el diseño de una alianza estratégica. A partir de la primera reunión que el Presidente Peña tuvo con Xi Jinping, se han reunido tres veces, va el Presidente Peña a una Visita de Estado y a partir de este momento logramos cosas que tenían 10 años atoradas, no podíamos exportar tequila a China, ya estamos exportando tequila a China; la carne de puerco no estaba aprobada sanitariamente para entrar al mercado chino. Ya se aprobaron plantas en México para la exportación.

De esta manera, como país estamos obligados a diseñar nuestras pertenencias en función de qué es mejor para los mexicanos, para sus empresarios, para sus salarios, para sus empleos.

En ese sentido creo que el diseño del mundo en el que queremos estar insertados parte primero de una confirmación de nuestras pertenencias latinoamericanistas, pero parte también de que Latinoamérica es un continente con una nueva presencia en el mundo.