Encontrarla fue un verdadero problema debido a la distancia y a sus múltiples ocupaciones, por lo que hacer la entrevista vía telefónica era la solución más viable, ello, a pesar de que nunca me han agradado este tipo de encuentros fríos e impersonales. No obstante, cuando escuché su voz al otro lado del teléfono, una especie de energía llenó la oficina de donde le marcaba.

Su acento coqueto y norteño me dejaban en claro que hablaba con una mujer muy especial y los nervios que previamente me azotaron por no dar con la clave lada correcta desaparecieron gracias el cálido tono de la voz de Fernanda. Fer o Ferny, como la conocen sus amigos y los miembros de “Fundación Carità”, nació en Chihuahua, razón de su especial entonación.

Ese día Ferny había entregado sillas de ruedas que, junto a su fundación, se hicieron cargo de recolectar para personas de escasos recursos. Me interesa saber de su trabajo filantrópico a través de la asociación civil que creó durante el tiempo que cursaba sus estudios en Psicología y Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Texas, en El Paso; y le pregunto.

“Es un trabajo muy agotador pero de grandes satisfacciones porque existen personas que pasan años esperando recibir una silla de ruedas y el que seamos nosotros los afortunados que podamos brindárselas, cambia todo, sus caras se iluminan y hasta lagrimas derraman. Llevamos ocho años con Carità, en diciembre de 2016 los cumplimos y vamos por muchos años más”.

Las palabras de Fernanda me hacen pensar en lo irónico que resulta brindarle algo a alguien y quien termine recibiendo más seas tú, así ve ella al mundo y todos deberíamos conocer tal sensación; la cual quizás viene de su infancia, del hecho de compartir su vida con los demás y viceversa, como ella lo dice, “yendo a escuelas regulares en vez de recibir una educación para personas con discapacidad, mis compañeros me brindaron las mejores experiencias de mi vida”.

En este respecto, agrega: “Siempre fui incluida por todos, me hicieron sentir igual y nuca me consideré diferente a mis compañeros, crecí en un ambiente incluyente en el cual mi discapacidad incluso era parte del resto. En mis conferencias siempre hago el chiste de que en el colegio era el kit completo, los niños me veían como el cochecito tamaño real con el que podían jugar y para las niñas la muñequita que querían cargar”.

El 20 de noviembre de 2014 cambiaría para siempre la vida de Ferny, pues se llevaría consigo uno de los más importantes galardones juveniles, el Premio Nacional de la Juventud (PNJ) en la categoría de Discapacidad e Integración. Para ella, el haber recibido el galardón representaría una de las más enriquecedoras experiencias, y ante todo, el inicio de una gran responsabilidad.

Con un distinto tono de voz, en el que su emoción se hace latente y ahora parecemos haber intercambiado nuestros nervios, cuenta “si vamos a la raíz de la palabra increíble, es que literalmente no se puede creer, y eso fue lo que viví”. Con Fernanda, la segunda fue la vencida, y es que previamente había aplicado para el PNJ en la misma categoría, en 2013.

“Sí, en 2014 ya sería un año mayor, sabía que habría muchos jóvenes como yo queriendo demostrar lo mejor de sí mismos y sus diferentes cualidades; pero nunca dudé en postularme por segunda ocasión”, relataba emocionada Fer, quien recordaría a su vez, todo el proceso a través del cual, gracias a pequeñas pistas, confirmaría ser una de las ganadoras del PNJ.

Pero no fue hasta que recibió una llamada del Instituto Mexicano de la Juventud (Imjuve) que sabría de primera mano que la suma de todos sus esfuerzos había sido recompensada, “tengo la mala costumbre de gritar cuando recibo una buena noticia, entonces, colgué el teléfono y no pude evitarlo. La culminación de tanto trabajo se vio reconocida y simplemente me pareció irreal”.

Al igual que la labor que desempeñó por un largo tiempo, gozó haber cautivado a un jurado que condecoraría la importante misión que Fernanda seguía, ella no olvidaría agradecer a los tres pilares que fundamentaron su compromiso altruista y dedicaría su galardón a su familia que la colmó de los valores y el amor que esculpieron su ser y su grande esencia humana.

Asimismo, consagró a aquellos amigos a quienes reconoce como hermanos, pues a lo largo de toda su trayectoria la han acompañado y le confirmaron que la sociedad es por naturaleza incluyente con sus semejantes; sus colaboradores de la Fundación Carità A.C. también aparecieron en su discurso, pues para ella, “son las alas que me hacen emprender el vuelo”.

El haber recibido el PNJ le permitirá a Fernanda cumplir su deseo de ser una vocera para todas las personas que cuentan con algún tipo de discapacidad, y sobre todo, convertirse en un ejemplo para las mismas, pues ha llegado a entender a la sociedad como un ente peligrosamente protector de la gente con discapacidades, lo cual resulta limitante para sus verdaderos talentos.

Una capacidad diferente es la que mejor define a Ferny, mujer enérgica, emprendedora, de carácter alegre y trabajadora. Las cualidades de Fernanda son claramente incomparables a la de los demás, es superior en toda la extensión de la palabra pues hace más, se arriesga más, trabaja más, y vive más.

Sigue a Fundación Carità en su cuenta de Twitter oficial

 

IMJUVE /2016 B0157

Ciudad de México, a 05 de diciembre de 2016