A través de Ueuetsin Tacho (El viejo Tacho), ¿Tika panoua
on tlamantli? (¿Por qué pasan esas cosas?) y Yolkatl itoka
tlakatl (La bestia llamada hombre), Panchito describe la cosmogonía
de su comunidad: Zitlala, Guerrero, que significa
“donde abundan las estrellas”.
“Estos cuentos nacen porque los humanos de repente nos
sentimos un poco confundidos, y ese era mi caso, porque un
migrante que sale de su comunidad para llegar a otra trata de
incorporarse a un mundo que no conoce, que en este caso es
la ciudad.
La bestia llamada hombre
“Así me pasó a mí. Sentía que estaba perdiendo algunos
valores que yo traía de mi comunidad, como este hábito de
saludar a la gente cuando caminas por la calle, porque aquí en
la ciudad nadie saluda a nadie, todos van deprisa.
“Me di cuenta que aquí lo que importa es el tiempo, no
se va disfrutando el camino. Me di cuenta que aquí sin dinero
no haces nada, ni siquiera te puedes transportar. Me sentía
confundido”, exteriorizó Juan Carlos.
Sumergido en estos pensamientos, Panchito escribe el
cuento La bestia llamada hombre, que narra el momento de
la historia en que los animales se reunieron para hablar sobre
una bestia a la que temían. Decía la señora serpiente: son
animales que siempre van muy rápido; a lo que la señora tlacuache
añadió que aquellos hombres no se toman el tiempo de
darle un abrazo a la persona que se encuentran.
Los valores sobrepasados y el náhuatl
Así mismo, explicó que para él “no se han perdido los
valores, creo que han sido sobrepasados por otros intereses.
Es ahí de donde nacen los cuentos, de rescatar los valores que
hemos dejado a un lado y no queremos ver”.
De igual forma, este proyecto también nace para que los
libros lleguen a las escuelas, pues “si bien en mi comunidad
son bilingües, la comunidad no quiere que la educación sea en
su lengua, porque cargan con una larga historia de discriminación
por ser hablantes del náhuatl.
“Creen que hablando su idioma no encontrarán lugares
para trabajar. Con este proyecto quiero decirle a la gente de
mi comunidad que con el náhuatl se pueden decir cosas que
con el español no se puede.
“El libro nace de un taller que yo hice en mi comunidad,
el cual consistió en hacer lectura náhuatl para que los niños
se acerquen a su lengua, porque un día leí una estadística del
Inegi que hacía referencia a mi pueblo, en el sentido de que
el 80% de los pobladores de Zitlala eran bilingües (náhuatlespañol)
y me sorprendió, así que fui a comprobarlo”.
Los niños ya no hablan náhuatl
Con sus cuentos en la mano, Panchito fue a la plaza pública
de su comunidad y reunió a un grupo de niños con la
promesa de enseñarles a dibujar. Al decirles que los dibujos
se basarían en cuentos escritos en lengua náhuatl, el grupo se
encontró con su primer obstáculo: de 50 niños, sólo cuatro
sabían leer, pero sólo en español, pues a esos niños “no les
habían enseñado a leer náhuatl”.
Lo primero que hizo Panchito fue enseñarles el abecedario
y mostrarles las similitudes entre leer el español y el
náhuatl. Después de leer un par de cuentos, Panchito se dio
cuenta de que del grupo de niños más de la mitad no había
entendido lo que había pasado, pues les costaba trabajo entender
la lengua.
“Ahí me di cuenta de que los niños ya no están aprendiendo
el náhuatl de sus padres. Comprobé que el dato que
maneja el Inegi no es cierto”.
¿Por qué pasan esas cosas?
La obra está dividida en tres cuentos, el primero llamado
¿Por qué pasan esas cosas?, que nos cuenta la historia de un
niño que quiere saber por qué sale el sol y la luna, así que,
intrigado, recurre a una anciana del lugar que le explica que
el sol sale para acompañar a los campesinos en la siembra,
mientras que la luna sale para ver jugar a sus hijas (las estrellas),
mientras el sol descansa.
En el segundo cuento, El viejo Tacho, Panchito narra
por qué en los pueblos, sobre todo en el suyo, se toma mucho
mezcal. Hace referencia a los usos y costumbres acerca
de esta bebida, “que se utiliza para hablar con la verdad”, y
cómo es que el alcohol guarda dentro de sí “varios conejos”
que se nos meten al cuerpo cuando bebemos.
Es por eso que a algunos se les mete el conejo triste y se
la pasan llorando cuando beben; pero también hay conejos
peleadores, ellos son los responsables de las trifulcas entre
los ebrios.
Un libro artesanal
Para Panchito, este tipo de libros “nos ayudan a acercarnos
a la comunidad. Entramos a la Universidad para formarnos,
pero después no sabemos cómo llegar a la comunidad”.
El atractivo diseño del libro fue idea original de Érika Karina
Jiménez Flores, quien hace destacar los acabados rústicos
con la utilización de listones que hacen las veces de sujetadores
de un acordeón de papel.
Cada texto está ilustrado por los niños que participan en
el taller de dibujo y pintura que ofrece Panchito.
Los libros están impresos en plotter a color, empastado en
cartoncillo duro con interiores en papel bond de 90 gramos.
Libro artesanal de 150 pesos
Los 150 pesos que cuesta cada ejemplar se usa para que
Panchito pueda seguir dando talleres bilingües a los niños y
jóvenes de Zitlala. Quien tenga interés en conocer y adquirir
algún ejemplar, puede entrar a la página de Facebook: facebook.
com/tlalxochicuicatl
La colección de cuentos Sitlaltlatoli. La palabra de la estrella,
se presentó en el auditorio Lauro Aguirre en el marco
del Día Internacional de la Lengua Materna el pasado 22 de
febrero.
Durante el evento, Giovanni Elogio Mateos Villarreal interpretó
el himno nacional en mixe, mientras que los alumnos
de segundo semestre de la lei cantaron en náhuatl la canción
Te he prometido, popularizada en los años sesenta por el cantante
Leo Dan, y proyectaron un breve documental llamado
Nuestro corazón a través de la lengua.