El programa Joyas del violín es una selección de melodías compuestas por Mozart (1784), Bach (1720) y Miguel Bernal Jiménez (1951).

Los músicos interpretaron tres piezas fundamentales dentro del repertorio de la música clásica: Sonata número 3 para violín solo en do mayor, de Johann Sebastian Bach; Tres danzas tarascas para violín y piano, de Miguel Bernal Jiménez; y Sonata en sí bemol para violín y piano, de Wolfgang Amadeus Mozart.

Carlos Egry explicó que “el hilo conductor [del recital] será la sonata, pues abordaremos dos estilos. Una [sonata] que corresponde a la época barroca, es decir, de 1720, aproximadamente, de Johann Sebastian Bach”, mientras que la segunda, con sólo tres movimientos (uno menos que las sonatas clásicas), corresponde a la época de Mozart.

Bach y las técnicas especiales de arco

Recordó que la música de Bach ha sido interpretada por mucha gente y se escucha en diferentes géneros, desde música electrónica y disco hasta jazz y ranchero.

Agregó que “el violín es un instrumento monódico, es como un cantante, pero la pieza que vamos a oír es polifónica, es decir, se interpreta una idea y una melodía, ambas se tocan al mismo tiempo pero son independientes, eso se puede hacer fácilmente en un piano, pero hacerlo en un violín o un chelo es difícil”.

El concepto polifonía se refiere a la simultaneidad de sonidos diferentes que forman una armonía. De este modo, pese a la independencia de estos sonidos, el oyente los percibe como un todo.

“Así que Bach ideó técnicas especiales de arco y aprovechó genialmente la acústica de la capilla en la que tocaba en ese entonces. Él aprovechó eso para hacer que las piezas suenen más completas y que las armonías se junten para hacer sonar al violín como si fuera polifónico, creando una polifonía ilusoria.

“Es una técnica muy difícil de hacer con un instrumento de cuerda y por eso mismo esta sonata es considerada una de las obras más importantes de la literatura del violín”, sostuvo el músico.

Danzas tarascas sin desvirtuar su origen

Antes de interpretar Tres danzas tarascas, comentó que “la música popular siempre ha tenido una influencia decisiva en toda la música, incluyendo la música clásica.

Tres danzas tarascas es una obra mexicana escrita en 1951 por Miguel Bernal Jiménez, un compositor michoacano, quien tomó danzas tarascas de su región y les hizo pequeñas adaptaciones, pero sin desvirtuar el origen de las melodías”.

Antes de cerrar el recital con la Sonata en sí bemol, de Mozart, el violinista narró la forma en que se medía el tempo antes de que se inventaran los metrónomos: “simplemente se tomaban el pulso, que equivale a 60 golpes por minuto, y de ahí sacaban la medida”.