Para el doctor Mario Quintanilla Gatica, profesor de la Pontificia Universidad Católica de Chile, “la ciencia se ha transformado no sólo en un instrumento para mejorar la calidad de vida, sino también en una estrategia de control, dominación y poder”, de ahí la importancia de enseñarla con una visión colectiva.

El también presidente de la Red Latinoamericana de Investigación en Didáctica de las Ciencias (Redlad), explicó en su ponencia Ciencia, ciudadanía y valores. Contradicciones naturalizadas, que “estamos en un momento particularmente complicado de la historia humana, donde hay un componente científico tecnológico que ha superado la vertiente de uso tradicional y se ha instalado en decisiones socio-científicas.

“Desde esa perspectiva hay muchas situaciones que hemos naturalizado: en mi país, por ejemplo, es natural que el aire esté contaminado y ya nos da lo mismo reclamar porque igual vamos a respirar mal, ya no reflexionamos sobre eso. 

“Si lo retomamos en el ámbito educativo podríamos decir, por ejemplo, que si la educación es un derecho social, debiéramos permitirnos comprender que tenemos derecho a ser educados, pero al tener naturalizada cierta forma de concebir la educación, como en mi país, donde la educación es privada, ya no criticamos [la falta de educación pública]”.

Redlad y las competencias en ciencias

En este sentido, comentó que uno de los objetivos de la Redlad es desarrollar sujetos competentes en ciencias, así como el pensamiento competencial, al que definió como la capacidad de “interpretar teóricamente el mundo aprendiendo que la ciencia no solamente es para conocerla, sino también para intervenir en el mundo y transformarlo.

“Cuando decimos que la ciencia debe tener una visión ciudadana y valórica que interpreta al mundo y que está llamada a transformarlo, nos referimos a los científicos de todas las áreas del saber, pero para que esto sea posible necesitamos que pensamiento, lenguaje y experiencia se acerquen al triángulo equilátero y no al escaleno”. 

Para explicar la analogía de los triángulos, el doctor Quintanilla Gatica detalló que “lo que decimos, lo que pensamos y lo que hacemos compiten, coexisten; entonces, lo que debemos de hacer es que lo que pensamos debe ser coherente con lo que decimos y con lo que hacemos.

El equilibrio del triángulo

“Por ejemplo, el triángulo equilátero tiene tres lados iguales, y sería lo ideal si rescatamos la analogía de la relación entre pensamiento, lenguaje y experiencia.

”Por el contrario, el triángulo isósceles tiene dos lados iguales y uno desigual; o sea, pienso lo que digo, pero no lo hago o, en su defecto, hago lo que digo, pero no lo pienso (intuición).

“El peor de los casos sería el del triángulo escaleno, cuyos lados son desiguales: pienso una cosa, digo otra y hago todo lo contrario; o sea, [como sucede en] el Congreso Nacional de mi país. 

“Lo que debemos de elegir son líderes que piensan lo que dicen y lo hagan, y esto es lo difícil. En la ciencia y en educación pasa exactamente lo mismo, y estos son los conflictos que tenemos y que hemos naturalizado”, afirmó.

Aprender es un proceso 

de desarrollo del pensamiento

De acuerdo con lo anterior, el ponente comentó que se debe “entender que aprender es un proceso de desarrollo en el pensamiento, es asimilar otra manera de ver el mundo, es desnaturalizar lo que nos han enseñado a naturalizar.

“Por ejemplo: yo, como profesor, quiero incentivar la creatividad en clase, pero hago una prueba que diga: ¿qué es creatividad?, ¿qué es inteligencia?, entonces no estoy siendo coherente con lo que estoy promoviendo, hay una inconsistencia entre entenderlo como un proceso y como un producto.

“Hacer este tipo de dinámicas sólo demuestra que como maestro he naturalizado las definiciones, por lo tanto se las pregunto al alumno: define célula, conductismo, etcétera. Pero no hemos enseñado a explicar el fenómeno, a argumentar, a justificar.

Preparar para la incertidumbre

“El problema no es que no hayamos enseñado al alumno cómo resolver un problema, sino que no sabe cómo enfrentarse a la resolución de un problema: lo primero es naturalizado, lo segundo es el desarrollo del pensamiento competencial. En otras palabras, no debemos prepararlos para la certeza, sino para la incertidumbre”. 

Otro de los problemas que genera esta forma de ver la educación es que “promueve el autoritarismo epistemológico, clasismo, reduccionismo cognitivo, androcentrismo, así como una visión restrictiva acerca de la naturaleza del aprendizaje”. 

Agregó que “para entender lo que es el aprendizaje y la enseñanza, debemos de tener una teoría, y ella debe ser coherente entre lo que pensamos, decimos y hacemos; entonces, si yo entiendo el aprendizaje como un proceso de desarrollo, la enseñanza y la evaluación deben de ser un proceso de desarrollo también”.

Formar gente crítica interesada en saber 

Como una propuesta para cambiar la forma en que se enseña, el ponente sostuvo que los profesores deben fomentar el aprendizaje de “una ciencia que interpreta el mundo, un conocimiento que es valorado, que es reconocido. 

“Estamos hablando de mujeres y hombres que producen este conocimiento y que también lo enseñan. Una ciencia vinculada a emociones, a valores, a política. Comprender la producción del conocimiento y la complejidad de enseñar, evaluar y aprender. 

“Se debe formar gente crítica, interesada en el saber, sin arrogancia, sin egoísmo, que atienda a la diversidad en todas sus dimensiones; además, se pueden evaluar los currículums, formar y potenciar sujetos colectivos, así como propiciar una identidad latinoamericana en los procesos de investigación de todo tipo. 

“No estamos hablando sólo de producción de conocimiento, sino de valoración de éste y de aprender a entender lo que se está produciendo”.

La conferencia Ciencia, ciudadanía y valores. Contradicciones naturalizadas, fue organizada por el Área Académica 3 Aprendizaje y Enseñanza en Ciencias, Humanidades y Artes y el Cuerpo Académico Educación en Ciencias.