De acuerdo con Thiago Isaias Nobrega de Lucena, académico de la Universidade Federal do Rio Grande do Norte, Brasil, una nueva generación ha comenzado a suplir a los millennials en el ámbito laboral y escolar: la generación selfie, lo cual hace necesario replantear los modelos educativos. 

Para contextualizar cómo es que surge esta nueva generación, el académico explicó que al principio el sujeto era el soporte de la información (el cerebro), y tenía como única tecnología de comunicación la oralidad para transmitir el saber, proceso que “implica una gran capacidad de nuestro cerebro para retener y guardar la información”.

En un segundo momento, emerge un nuevo soporte de la información: la escritura y “aquí ya tenemos una nueva herramienta para guardar la información, ya somos capaces de tatuar en el papel, o en cualquier otro espacio, los pensamientos”.

En un tercer momento, aparece la prensa, y es ahí cuando la humanidad tiene “la oportunidad de guardar muchísima información en los libros, las bibliotecas se convierten en una parte de nuestro cerebro. Ya sólo debemos recordar que una idea en específico pertenece, por ejemplo, a Sócrates, y después vamos a los libros para retomar la información”.

Realidades y virtualidades

En la actualidad tenemos como soporte a internet, y literalmente “nuestro cerebro está en nuestras manos (teléfono celular), ¿para qué acordarme de las fechas o del rostro del otro si todo está en mi teléfono? 

“Esto es una provocación para repensarnos como futuros profesores, como profesionales de la educación: ¿qué hacemos con este cerebro que va perdiendo la capacidad de guardar las memorias del pasado y de la humanidad?”.

Thiago Isaias nombra como generación selfie al sujeto “que no hace una separación entre realidades y virtualidades (la vida real y la de las redes sociales)”.

En este punto el académico brasileño fue enfático en sostener que “no debemos olvidar que cuando hablamos de Pulgarcito (individuo que resuelve todo con los pulgares gracias a su celular), millenials, generación selfie o vida en red, estamos hablando sólo de algunas personas del mundo, no podemos generalizar, pues hay quienes todavía no tienen acceso a este tipo de tecnologías o dispositivos con los que nosotros contamos”.

¿Y qué características tiene esta nueva generación? El académico de la Universidade Federal do Rio Grande do Norte hizo una breve reseña: a diferencia de sus antepasados, que eran concebidos a ciegas, los nacimientos de los individuos pertenecientes a la generación selfie fueron programados.

La generación selfie cumple 18 años

“Fueron insertados al mundo de la cultura que hemos construido para ellos, no entraron en un mundo aparte del nuestro, el mundo que tenemos hoy, las marcas de la cultura están hechas desde el pasado de la humanidad hasta hoy”.

La generación selfie está por cumplir 18 años, pues nace con el nuevo siglo. “Es importante este dato porque es la edad a la que se llega a la Universidad o se permite entrar a trabajar, así que debemos saber quién es ese sujeto”.

Vive en promedio de 15 a 20 años más que sus antepasados. “La expectativa de vida de hoy y de la próxima generación es de, por lo menos, 20 años más que nuestros abuelos y antepasados”. 

Al modelo binario de sexualidad agrega un nuevo léxico: transgénero, fluido, queer, intersexual o neutro, entre otros. Además, agrega a las palabras una “x” en lugar de una vocal para quitarles el género (todxs, compañerxs).

La generación selfie vive en la ciudad y, de acuerdo con Nobrega de Lucena, los datos lo respaldan, pues en México, menos de 22% de la población vive en el campo, y en la Ciudad de México 99.5% de la población es urbana. 

“La generación selfie cortó el cordón umbilical con la Tierra, cohabita un mundo superpoblado con más de 7.6 mil millones de seres humanos en la Tierra. Tardamos 126 años para saltar de un billón a dos billones de habitantes en la Tierra, pero nos tomó 83 años pasar de dos billones a siete billones”. 

Se rompió el triángulo parental

Otro rasgo característico es que la idea de triángulo parental para ellos no existe, se rompió, y la práctica del triángulo occidental judío-cristiano ya no es una realidad general, son criados por terceras personas porque los padres trabajan y pagan para que otro los críe; además, el matrimonio no es una prioridad ni un proyecto a futuro. 

“En su léxico cotidiano incorporan con frecuencia nuevas palabras. Comprimen, doblan palabras y usan emojis para tratar de expresarse de manera más entera. No se perciben en grupos institucionales, se agrupan en las redes sociales con la ayuda de los algoritmos.

“Esta generación estudia o cohabita en aulas multiculturales, multirreligiosas, multisexuales. No les gusta la televisión porque los pone como pasajeros pasivos. En la computadora o el smartphone se vuelven conductores activos. Les encantan las series en plataformas como Netflix porque les gusta mandar en la programación.

¿La misma pedagogía? 

En un segundo momento de la ponencia, Thiago Isaias cuestionó que ante esta nueva generación de jóvenes, la escuela sigue usando lo que llamó el “formato página”, en el que el profesor está en el centro y es él quien contiene todo el saber.

En este punto explicó que durante el neolítico, el método de enseñanza fue la oralidad, en el cual se transmitían saberes de la tradición, después, “en el periodo antiguo se comenzó a usar la escritura, con la paideia (proceso de crianza griego) como modelo a seguir. En la Edad Media y el Renacimiento se comienza a usar la pedagogía, pero, hoy en día, con los nuevos soportes, ¿debemos de seguir usando la misma pedagogía?

“Con esto no trato de decir que debemos tirar todo lo que sabemos sobre la pedagogía para comenzar a hacer tutoriales de Youtube o hacer programas de entretenimiento en lugar de clases presenciales, pero para cada cambio en la forma de compartir los saberes y memorias del pasado, algo de la fase anterior siempre está presente.

“[Debemos saber] quién es el sujeto que va a cumplir 18 años y va a llegar a la Universidad, debo entenderlo, pero eso no significa que debo tomar su forma de comunicación como mi forma de enseñanza específica, pero debemos usarla para crear un diálogo y así provocar un cambio en la forma como yo (profesor) doy mis clases.

“La información ya la tenemos en los celulares, el punto ahora es saber qué hacer con todos esos datos. Ahí es donde aparece otra vez la necesidad de la formación, y el profesor debe ser capaz de retener información y despejar las dudas que surjan, al mismo tiempo que alimente en los estudiantes la curiosidad frente a la vida.

“Como profesor alguna vez debes tener el valor de preguntarte ¿tengo el coraje de dar el asiento de conductor a mis alumnos?, ¿yo reproduzco un pensamiento fragmentario para mis alumnos?, ¿veo el mundo por una perspectiva compleja?, ¿he tomado en serio las sugerencias de mis alumnos?, ¿cómo les puedo ayudar a leer el mundo?, ¿cómo acercarme a ellos? Estas preguntas nos guiarán hacia una nueva forma de educar a la generación selfie”, puntualizó el ponente.

La conferencia Generación selfie. Conocer para comprender y educar, fue coordinada por la Maestría en Desarrollo Educativo en colaboración con el Cuerpo Académico consolidado Prácticas profesionales y constitución del sujeto en la educación, junto con la red Sujetos y prácticas educativas en contextos escolarizados.