Con una amplia sonrisa, afable y dispuesto a contar cómo llegó al mundo de la letras y qué inspira sus cuentos, el escritor y editor mexicano Francisco Hinojosa ofreció la conferencia Escribir para niños en México, frente a un pletórico auditorio A.

A manera de apertura, el cuentista leyó para el abarrotado recinto uno de sus cuentos más icónicos: La peor señora del mundo, narración que se inspiró en una anécdota personal de Hinojosa.

“Yo tenía una vecina espantosa, horrorosa, una mala mujer; y para vengarme de ella yo escribí ese cuento, pero no lo comencé de inmediato, pasaron mucho años, incluso me cambié de casa y hasta me olvidé de mi vecina totalmente. Hasta que un día, a punto de dormirme, se me ocurrió la idea y me dije que si no escribía la historia en ese momento la olvidaría; así que me eché agua en la cara, preparé café y comencé con el cuento.

La historia de La peor señora del mundo la escribí en cinco horas; otra más, De domingo a lunes, me llevó 14 años, así que cada vez que me preguntan cuánto tiempo tardo en escribir un cuento les digo que de cinco horas a 14 años”, bromeó el escritor.

La peor señora del mundo goza de bastante popularidad actualmente, pero al principio no fue así, pues incluso tuvo que enfrentar la censura en varias escuelas. 

“Cuando yo terminé de escribir La peor señora del mundo me sentí satisfecho. Como experiencia escritural fue uno de mis mejores momentos; sin embargo, yo tenía una duda, que parecía más una certeza, nadie lo querría publicar. Y así pasó. 

“Por aquel entonces yo había terminado de escribir otro libro que se llama Amadís de anís… Amadís de codorniz, la historia de un niño que de tanto comer dulces se convierte en un niño de dulce y sus compañeros se lo empiezan a comer, y a mi editor, que nunca tenía tiempo de nada, lo tuve que convencer para que los leyera, aprovechando que haría un viaje en avión, sabiendo que uno lo aceptaría y otro no. 

“Tiempo después me dijo que le había dado los cuentos a su equipo de dictaminadores, quienes, por unanimidad, dijeron que ‘el cuento del niño de dulce pasa, pero La peor señora del mundo, no, pues, ¿en qué cabeza enferma cabe que una señora, que vierte jugo de limón en los ojos de sus hijos cuando se portan bien, pueda ser la protagonista de un cuento para niños?’.

“Afortunadamente mi editor lo publicó, con pocos ejemplares y mucho temor, pues en ese entonces el Fondo de Cultura Económica, donde se publicó el texto, era dirigido por el expresidente Miguel de la Madrid, quien tenía fama de conservador”.

Así mismo, el escritor comentó que, tiempo después, maestros y padres de familia se quejaron con la editorial porque se había publicado una historia “como aquella”. Incluso, en muchas escuelas estuvo prohibida, y donde no lo estaba, los padres de familia eran quienes la condenaban.

“Poco a poco, 26 años después de publicarse, esos reclamos se fueron transformando y ahora, después de haber sido rechazado por los dictaminadores, es uno de los libros que más se vende, año con año, del catálogo del Fondo de Cultura Económica”.

Pero el éxito literario no llegó de la noche a la mañana para el escritor, de hecho, cuando era joven su sueño era ser médico o comunicólogo, sin embargo, un concurso de oratoria, San Petersburgo, y la poesía lo llevaron a donde está ahora.

“Cuando era niño no leía nada más que cómics, pues los libros no estaban al alcance de la mano, estaban mal diseñados, mal ilustrados y muchas veces traducidos a un español que se usaba en España y no en México; además, no eran algo que los niños comentáramos, nos interesaba más el futbol. Ahora es sorprendente la cantidad de ferias del libro que hay, y que los niños comentan y comparten esos textos. 

“A los 16 años leí mi primer libro, bueno, el que realmente me importó, porque leía los que me dejaban en la escuela y no tengo memoria de ellos. Se trataba de una novela que le habían regalado a mi hermano como premio en un concurso de oratoria. Era un libro muy gordo y a mi hermano, de 13 años, no le gustó, se trataba de Crimen y castigo, de Fiódor Dostoievski. 

“Yo, con 16 años, lo comencé a hojear. Leí la primera página, la segunda, la tercera y de pronto ya estaba atrapado en esas redes de papel viviendo en el siglo XIX en San Petersburgo, de la mano de un estudiante al que una usurera le hacía la vida imposible, por lo que él decide darle un hachazo y matarla. Y seguí con la lectura hasta que llegué hasta esas tres letras horribles que todos los lectores odiamos, las que forman la palabra fin, y me quedó una especie de hueco, así que, aunque en mi casa había pocos libros, me di cuenta de que la solución estaba a la vista y me dediqué a leer todo lo que había.

“Gracias a eso yo cambié mi profesión. Yo pensaba ser médico o comunicador, pero después quise estudiar algo que estuviera más cercano a los libros, por eso me inscribí a la Licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas, al mismo tiempo que comencé a escribir. Al principio hacía poesía, pero con el paso del tiempo se comenzó a convertir en algo más narrativo, hasta que un día escribí un cuento y descubrí que era el género que más me gustaba”.  

A la par que continuaba con sus estudios, Francisco Hinojosa comenzó a escribir notas periodísticas sobre libros para revistas y periódicos, y fue en ese momento que sus editores se fijaron en él porque les gustaba cómo escribía, y le pidieron que hiciera versiones de dos mitos de la creación prehispánica y de cuentos de espantos de la época de la Colonia. Los cuentos tuvieron mucho éxito y desde entonces Hinojosa no perdió la brújula.

“Nunca pensé que me encontraría con un mundo tan fascinante como lo es el mundo de los cuentos infantiles, pues es muy relajado, porque me permite escribir lo que se me pegue la gana”, expresó el autor.

Para terminar su breve pero sustanciosa charla, Hinojosa explicó que en la actualidad “han crecido mucho las opciones para que los niños lean, ya hay más editoriales que se animan a publicar y autores que quieren escribir. A veces nos quejamos y decimos que nuestros niños no leen, que los mexicanos en general leemos muy poco, pero creo que ese tipo de estudios tienen cifras irreales, porque toman como lectores a los jóvenes mayores de 12 años y creo que los que más están leyendo ahorita son los niños de preescolar y primaria; ya cuando pasan a secundaria las hormonas comienzan a hacer unos juegos raros y la lectura comienza a tener bajones”, bromeó el escritor. 

Imagen: http://www.fe.unicamp.br/pf-fe/pagina_basica/58/honojosa_la_peor_senora_del_mundo.pdf