Canciller Claudia Ruiz Massieu: Muy buenos días tengan todas y todos ustedes, quiero saludar en primer término al Dr. Zabludovsky, Presidente de COMEXI, a todos los miembros del Grupo Directivo y asociados de COMEXI, saludar a las señoras embajadoras y señores embajadores que nos acompañan y a todas y todos ustedes.

Es un privilegio para mi, estar nuevamente en un foro junto al COMEXI, ustedes se han convertido en un verdadero aliado para la Cancillería, tanto para la reflexión, como desde la práctica, y quiero reconocerles Dr. Zabludovsky, a usted y a todos los asociados, por el talento, el esfuerzo y el trabajo con el que cotidianamente contribuyen al servicio de México, sean todos bienvenidos a la Secretaría de Relaciones Exteriores.

A pesar de tener una geografía privilegiada, con cuatro grandes fronteras que nos abren al mundo, y abren el mundo para nosotros, no es común que en México pensemos en términos geoestratégicos, pero esto es un lujo que cada vez, menos podemos permitirnos, casi instintivamente, cuando hablamos de los dos contornos de México, pensamos en las fronteras norte y sur, nuestra historia, cultura y los procesos históricos del siglo XX, nos hicieron concebirnos como un país hemisférico, geográficamente vertical, sin embargo, gracias a nuestros litorales, México también es un país transcontinental, de colindancias horizontales al este y al oeste, por un lado nuestra Costa Atlántica de aproximadamente 3 mil 300 kilómetros (más grande que la frontera con Estados Unidos), es un puente natural, tanto al Caribe como hacia Europa, por su parte nuestro litoral Pacífico, cuyas aguas bañan 11 entidades federativas, es más extenso que todas nuestras otras fronteras, incluyendo la Atlántica (inaudible).

Y es en esta pertenencia al Pacífico, que México tiene una posición estratégica de cara a las nuevas dinámicas y políticas, que se están gestando en el siglo XXI, es muy común escuchar que Asia-Pacífico es la región más dinámica del mundo, y eso es cierto, pero pocas veces se documenta, así  que permítanme empezar con algo de contexto.

Tan sólo en 2015, esta zona representó casi dos quintos del crecimiento económico global, es decir, más del doble que el resto de las regiones en desarrollo económico combinadas. Este año, esa región está creciendo a tasas de 6.3 por ciento, y se estima que continúe a ese ritmo en el futuro predecible.

Por supuesto China es responsable, por mucho, de este crecimiento, pero si quitamos a este actor de las cuentas y dejamos sólo a los países en desarrollo y a Asia-Pacífico, aunque más pequeña, la tendencia de crecimiento es de hecho más sostenido, 4.7 por ciento en 2015, 4.8 por ciento en 2016, y 4.9 por ciento proyectado para 2017-2018.

En esta región se encuentran 7 de los 10 países más poblados del mundo, con 4 mil 400 millones de personas, es hogar de casi el 60 por ciento de los habitantes del planeta, lo cual hace de Asia-Pacífico uno de los mercados más prometedores para países con vocación exportadora, como lo es México, recordemos que el 63 por ciento de nuestro producto interno bruto depende del comercio exterior, y que somos líderes en exportación de manufacturas, incluyendo las de tecnología media y avanzada, más aún en el ámbito internacional, la fortaleza económica se traduce en influencia política, de modo que el crecimiento de Asia-Pacífico proyectará a esta región, como un polo estratégico en los años que vienen.

Actualmente por ejemplo, 10 de los 25 ejércitos más poderosos del mundo se encuentran en esa región, también los países de esa zona, ejercen una influencia decisiva sobre los flujos comerciales y humanos en el Océano Pacífico, el cuerpo acuático más extenso que existe, más grande que toda la superficie terrestre combinada.

Para México, la Cuenca del Pacífico es un nodo que nos conecta con tres regiones prioritarias, América del Norte, donde está nuestro proyecto de integración más importante, el litoral oeste de América Latina, donde desde hace 5 años impulsamos un exitoso modelo de integración con Chile, Perú y Colombia que se llama justamente, Alianza del Pacífico.

Y por supuesto nos vincula con Asia-Pacífico en sí misma, donde actualmente estamos por iniciar una renovada relación mediante el TPP, este tratado tiene dos grandes dimensiones, por un lado se trata sin duda como ya refería el señor Zabludovsky, del acuerdo comercial más ambicioso, por su alcance y por la profundidad temática, pero por el otro lado, el TPP es también un instrumento geoestratégico que más allá de su enorme valor comercial inmediato, le permitirá a México construir una relación económico, política, y de cooperación multilateral a largo plazo con la región que se proyecta como el eje de poder en el Siglo XXI.

En términos estrictamente económicos, los números hablan por sí mismos, los países del TPP representan el 37 por ciento del producto interno bruto mundial, 20 por ciento del comercio global, 33 por ciento de la inversión extranjera directa recibida, y 37 por ciento de la realizada en todo el planeta.

Como bloque, la zona del TPP congrega un mercado de 818 millones de personas, y entre estos doce países ocurre el 18 por ciento de las exportaciones, y el 21 por ciento de las importaciones a nivel internacional.

Más importante que el volumen de comercio, es el componente cualitativo, pues el bloque del TPP es un nodo productor, y exportador de materiales estratégicos, y de alta tecnología, por ejemplo uno de cada tres televisores y vehículos provienen del bloque del TPP, así como uno de cada cuatro electrónicos y productos del sector aeroespacial, y una de cada cinco computadoras que se producen y exportan en el mundo, en lo que respecta a las manufacturas intermedias y materias primas los países de esta zona exportamos la mitad de los productos de minería, una cuarta parte de los químicos, uno de cada cinco de productos plásticos, y el 17 por ciento de la siderurgia globales.

Si ahora analizamos de manera bilateral la vinculación de México respecto a los otros once países del TPP los resultados son aún más contundentes, sólo en 2015 casi tres cuartas partes de nuestro comercio exterior, el 72 por ciento, se llevó a cabo con países del TPP, en el mismo tenor más de la mitad de la inversión extranjera directa que recibe México proviene de los países del TPP, de hecho México tiene un superávit de cara a este bloque pues mientras recibimos el 88 por ciento de nuestras exportaciones totales desde esos países, el 86 por ciento de nuestras exportaciones terminan en la zona TPP.

Y cuando este mecanismo entre en vigor, los productos mexicanos tendrán acceso a un mercado adicional de 157 millones de consumidores, en países que están incrementando su poder adquisitivo, que se suman a los casi mil 200 millones que ya nos abren nuestra red actual de doce Tratados de Libre Comercio.

Más aún, puede destacarse que entre los 19 sectores de exportación, que se abrirán gracias al TPP, se encuentran muchos en los que México es competitivo a nivel internacional y que generan empleos de calidad. Por ejemplo, la industria automotriz en la que somos el séptimo exportador mundial y primero en América Latina, en los equipos eléctricos y electrónicos donde somos el primer proveedor global de pantallas planas, refrigeradores y congeladores, y el cuarto productor de computadoras, o en las manufacturas, nicho en donde somos la primera potencia exportadora de América Latina y la tercera del G20 sólo después de Corea del Sur y Alemania.

Finalmente, todos estos beneficios no sólo favorecerán a las grandes compañías, el TPP abre un nuevo capítulo para las pequeñas y medianas empresas al crear condiciones más parejas y reglas más claras para la competencia, y porque habilitaremos asistencia técnica a fin de que puedan aprovechar las oportunidades que abre este acuerdo.

Y con todo, más allá de los beneficios derivados de los intercambios comerciales el TPP es una herramienta geoestratégica de posicionamiento para consolidar el peso regional de México, y para diversificar nuestra presencia en el mundo.

En primer lugar a medida que el centro de gravedad global del Siglo XXI en lo económico y en lo político se desplaza hacia el pacífico, el TPP es el mecanismo que permitirá a nuestro país beneficiarse del ascenso asiático, si México queda marginado de este proyecto de integración, será difícil de que sólo bajo acuerdos bilaterales, tengamos mañana el mismo peso para negociar las ventajas que obtenemos si lo hacemos hoy como bloque.

En segundo término, los lazos comerciales que cultivemos con esta región nos permitirán en los años y décadas por venir tener una relación política, y más cercana con estos países, por ejemplo, con diversos integrantes asiáticos del TPP como Malasia, o Singapur, coincidimos en temas como la lucha contra la proliferación armamentista, cambio climático, y el combate al tráfico de personas.

Todos estos son asuntos de interés interno para México, que hemos impulsado vigorosamente en foros multilaterales, pero sólo con un acercamiento como el que el TPP facilita, será posible crear desde hoy, el diálogo político que nos será ventajoso el día de mañana.

En tercer lugar, el TPP, será el modelo y la pauta de los acuerdos comerciales del futuro y si México no participa de esta dinámica perderá la oportunidad de ser de los países que escriban las reglas del comercio internacional para quedar relegado a los países que las siguen sin influir en su diseño.

El TPP sienta precedentes en la regulación los derechos de propiedad intelectual, la protección de los productores frente a los conglomerados que reciben subsidios estatales o el avance en los derechos para un internet libre, entre otras áreas de valor estratégico para México de cara a la competencia internacional.

Como cuarto punto, en virtud de los altos estándares que plantea, el TPP sirve como garantía, para que todos los países, incluido México generen y mantengan, políticas públicas en defensa del medio ambiente, de protección a los derechos a los trabajadores, entre otras.

En ese sentido quiero destacar el anuncio del Presidente Enrique Peña Nieto el pasado 05 de diciembre, en el marco de la 19° Conferencia Interamericana de Ministros de Trabajo de la OEA, de presentar una iniciativa al Congreso para reformar las juntas de conciliación y arbitraje para avanzar en materia de justicia laboral.

Finalmente, el éxito del TPP significa una respuesta contundente, así como un freno a las tendencias aislacionistas y los discursos de rechazo al libre comercio que hemos visto emerger en distintas partes del mundo y que van en contra de los intereses económicos de México, para generar empleos y desarrollo incluyente, mediante nuestra fuerza exportadora.

Un ejemplo claro es el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, gracias al impulso integrador del TPP del que son parte Estados Unidos y Canadá, el TLCAN se moderniza y fortalece sin necesidad de renegociarlo. El TPP convierte al TLCAN es una plataforma de exportación a Asia-Pacifico, fortalece las cadenas de valor entre los tres socios norteamericanos y hacen más costoso un intento de frenarlo o renegociarlo en términos desventajosos para México.

Por motivos similares, el TPP da un nuevo impulso a la Alianza del Pacifico ya que tres de los cuatro socios de este mecanismo; México, Chile y Perú, somos parte del acuerdo transpacífico.

Señoras y señores; a lo largo de su historia México ha pasado por muchas transformaciones; políticas, sociales y económicas, en muchas ocasiones estos cambios han estado fuera de nuestro control y nuestro país tuvo que ser reactivo, hoy es diferente, hoy, México tiene el peso económico, la fortaleza institucional y sobre todo, la visión estratégica para anticiparse y ser parte de los países que escriben las reglas de la nueva arquitectura comercial y política que definirá el siglo XXI.

La brújula de la historia apunta hoy a Asia-Pacífico, y México debe aprovechar sus más de 7 mil 800 kilómetros del litoral al Océano Pacifico y su integración consolidada en América del Norte, para proyectarse como potencia y garantizar que los beneficios del llamado “siglo asiático”, se traduzcan en oportunidades, en empleos, en prosperidad, y en desarrollo incluyente para los mexicanos.

 

Muchas gracias.