Buenas tardes a todas y todos. Me siento honrada por esta invitación, y por la distinción de ser considerada dentro de esta lista, donde están ustedes: mujeres fuertes, transformadoras, inspiradoras. Una lista de 100 mujeres poderosas, pero que sin duda podría ser de muchas más.Invertir en las mujeres: sí, pero con estrategia.

Muchas de ustedes están en el mundo de los negocios y, en su propio ámbito, todas son emprendedoras. Así que les hago una pregunta:

Si hoy tuvieran un millón de pesos para iniciar una empresa, ¿cómo lo usarían? Seguramente, antes que en mobiliario, su prioridad sería invertir en tecnología o capacitación. Por cierto, ¿cuánto les duraría esa cantidad? Muy probablemente, necesitarán encontrar socios para operar en el largo plazo.

Y, cuando empiecen a contratar, ¿qué les servirá más: personas que hagan lo mínimo a cambio de un sueldo… o mentes creativas, innovadoras, que se atrevan a ir más allá –a veces desafiando esquemas–, y generen valor agregado?

Pues en México y a nivel global, contamos con un recurso poderoso, abundante, con enorme potencial para detonar desarrollo económico, avance político y cambio social.

Sin embargo, es también un recurso mal aprovechado: hablo del talento, la inteligencia, la fuerza creativa e innovadora de las mujeres.

Pero, a diferencia de nuestra analogía, cuando hablamos de invertir en cerrar brechas de género, lo que está en juego es más de la mitad de la población de nuestro país:

Niñas que no pueden realizar sus sueños por falta de acceso a la educación; mujeres que trabajan duro, pero ganan menos que un hombre; profesionistas que tienen que decidir entre su carrera o su familia. Y esto le da una dimensión ética y de derechos humanos.

Como saben, esta mañana Forbes México va a anunciar una Declaratoria a favor de la inversión en las mujeres. Quiero sumarme a esta iniciativa y aportar algunas reflexiones.

Si ya decidimos hacer esta inversión, hagámosla de manera estratégica. Yo les propongo partir de tres premisas:

  1. Debe ser una inversión a largo plazo y diversificada: no es suficiente poner más dinero sobre la mesa, sino colocarlo ahí donde empodere a las mujeres de manera integral.
  2. Deben buscarse socios y aliados en todos los sectores: gobierno, empresarios, medios, academia y sociedad civil.
  3. La inversión debe enfocarse en crear capital humano y no ser un simple paliativo: pasar de ser sólo receptoras de beneficios, a agentes activas de cambio.

Vendiendo la idea: es rentable y nos conviene a todos

Y como toda idea requiere demostrar que es rentable, permítanme darles algunos elementos de por qué el avance y empoderamiento de las mujeres es algo que nos beneficia a todos.

Lo tenemos documentado: las empresas Latinoamericanas que cuentan con una o más mujeres en sus juntas directivas generan, en promedio, 44% más ingresos que las que sólo tienen hombres.

Y si las mujeres que trabajan en el sector agrícola tuvieran el mismo acceso a tierras y créditos que los hombres, la producción aumentaría de tal manera que el número de personas que sufren hambre se reduciría entre 100 y 150 millones.

Hablando de educación, se estima que las niñas que cuentan con primaria ganarán salarios entre 10% y 20% mayores que quienes no, y hasta 25% más si cursan al menos un año de secundaria.

Está comprobado: las mujeres con más oportunidades e ingresos crean sociedades más prósperas. Sin ir muy lejos, entre 2000 y 2010, el 30% de la reducción de la pobreza extrema en América Latina y el Caribe se debió al crecimiento en los ingresos de las mujeres.

Y si a nivel global se cerrara la brecha salarial y de participación en el mercado laboral, el impacto económico sería de 17 billones de dólares. ¡Un premio a quien me diga cuántos ceros a la derecha tiene esa cifra! ¿Nadie?: 12. De ese tamaño son las posibilidades.

No obstante, con el ritmo actual, la brecha salarial se cerraría hasta 2089. Es decir: una niña que nazca hoy, lograría la igualdad salarial cuando cumpla 73 años. Esto es simplemente inaceptable.

Dónde y cómo invertir

Por ello, en la Cancillería nos propusimos predicar con el ejemplo para promover la igualdad y empezar en casa: desde los permisos de paternidad y adopción, o nuestra nueva sala de lactancia, hasta acciones para que más mujeres accedan a puestos de decisión. 

Así, determinamos que 50% de los nuevos ascensos a rango de embajador sean para las mujeres más talentosas del Servicio Exterior Mexicano, combinando los criterios de equidad y mérito.

Sin embargo, aún nos falta mucho por hacer para erradicar los estereotipos de género y asegurar que las mujeres en el servicio público puedan compaginar su desarrollo profesional y personal.

Yo les pregunto: ¿Cuántas de ustedes, que son mujeres fuertes, autónomas, empoderadas, han tenido no obstante que decidir entre carrera y familia, alguna vez en sus vidas?

La lección es clara: la igualdad plena y permanente se va a lograr sólo con cambios de fondo, que cierren brechas económicas, que reten paradigmas políticos, que rompan estereotipos culturales y actualicen los roles de género a la realidad del siglo XXI.

Para ello, como les decía, se requiere invertir estratégicamente, y un área prioritaria es el fomento a las emprendedoras.

Actualmente, en México, una de cada cinco mujeres es empleadora, mientras 3 de cada 5 pequeñas y medianas empresas de nueva creación están encabezadas por mujeres.

 

 

Pero aún persisten barreras de entrada. Por ejemplo, muchas emprendedoras necesitan más recursos de los que otorgan los micro-financiamientos, pero no pueden acceder a los préstamos de la banca comercial. Para atender a ese segmento, la administración del Presidente Peña Nieto ha creado el programa Mujer PYME.

Asimismo, el Programa Nacional de Financiamiento al Microempresario y la Mujer Rural (PRONAFIM) ha destinado casi el total (95.5%) de sus créditos a empresas propiedad de mujeres.

Nuestro reto es ampliar el impacto de este tipo de iniciativas, y aquí se abre un espacio de colaboración, para que recursos de la iniciativa privada se puedan canalizar a este rubro.

Pero no podemos concentrar nuestros esfuerzos únicamente en el empleo formal. En todo el mundo, muchas mujeres se dedican a trabajo doméstico no remunerado o de cuidados, pero no reciben la importancia que merecen y están expuestas a actos de discriminación. Debemos visibilizar estas labores, pues su contribución a la economía es significativa.

Desde nuestra área de competencia, en la Cancillería hemos forjado alianzas internacionales, como el Consejo México-Estados Unidos para el Emprendimiento y la Innovación, con programas como México Florece y MX Aprende y Emprende.

Asimismo, dentro de las acciones de fomento al desarrollo que llevamos a cabo en el Diálogo Económico de Alto Nivel, que instituyeron los Presidentes Peña Nieto y Barack Obama, incluimos objetivos destinados a cerrar brechas entre hombres y mujeres.

América del Norte en su conjunto se preocupa por dar igualdad de oportunidades. Por eso, y a iniciativa del gobierno mexicano, durante la próxima Cumbre de Líderes de América del Norte (Ottawa, Canadá, 29 de junio) se firmará un Memorándum de Entendimiento Trilateral, para fomentar el emprendedurismo de mujeres en nuestra región.

Sin embargo, los incentivos económicos, por sí solos, no bastan. Para que haya mujeres emprendedoras, debe haber primero mujeres con acceso a educación, información y tecnología, nuestra segunda área estratégica.

A nivel global, las mujeres están sub-representadas en los trabajos que requieren conocimientos en ciencias, matemáticas e ingenierías, mismos que poseen un alto valor en el mercado. En México, el porcentaje de mujeres que se inscriben a carreras relacionadas con ingenierías es de 27%, contra 73% de los hombres.

Sin los incentivos económicos y educativos adecuados, las nuevas tecnologías corren el riesgo de expandir y exacerbar las brechas, en vez de contribuir a cerrarlas.

Otra área estratégica es el acceso a posiciones de poder en la esfera pública. Y aquí cabe preguntarse: ¿poder para qué?

Déjenme contarles algo. Las reflexiones que les he compartido son el resultado de las experiencias que he visto y las charlas que he tenido con mujeres de los más diversos bagajes.

Desde luego diplomáticas y empresarias, pero también trabajadoras agrícolas mexicanas en Estados Unidos; mujeres migrantes que han sufrido casos de violencia, o cocineras tradicionales, a quienes actualmente apoyamos para que lleven sus productos a todo el mundo mediante el programa «Ven a Comer».

Abrir posiciones de influencia para las mujeres implica darles una voz potente: una que señale las insuficiencias, que ayude a visibilizar los problemas; pero, sobre todo, que cree consensos y proponga soluciones, para pasar de enunciar deficiencias a tomar acciones.

Precisamente, a partir de consensos generados desde el gobierno y la sociedad civil, México, a través de la Cancillería, impulsó exitosamente que en la Agenda 2030 de Desarrollo Sustentable –el acuerdo multilateral más importante de los últimos años– se incluyera, como un objetivo concreto, la igualdad sustantiva.

A nivel regional, la semana pasada tuve oportunidad de convocar una reunión con las mujeres Cancilleres de América Latina y el Caribe, casi un tercio del total, para intercambiar experiencias, buenas prácticas y desarrollar acciones conjuntas que nos permitan cerrar brechas.

Finalmente, otra área estratégica en la que hay que invertir es en la sensibilización de los hombres. Particularmente, en las nuevas generaciones, para que hablen, de manera natural, el lenguaje de la inclusión. Sólo así se convertirán en nuestros aliados desde relaciones de igualdad, y no de privilegio. Sin duda aún falta mucho trabajo. Las asignaturas pendientes son evidentes, pero también las oportunidades. Como nunca antes en la historia, hoy tenemos las condiciones y capacidades para lograr una igualdad sustantiva y un empoderamiento verdadero.

Somos herederas de la lucha de las mujeres del siglo XX, que supieron denunciar y conciliar; que desafiaron ideas pero sumaron voluntades, para ir ganando derechos, construyendo instituciones y avanzando esta causa. Somos también beneficiarias de una revolución tecnológica sin precedentes, que facilita el acceso a la información y la capacidad para organizarse.

Debemos decidir cómo invertir los recursos con los que hoy contamos, para que generen frutos permanentes y de largo plazo.

Lo cierto es que la igualdad sustantiva no puede depender de éxitos individuales, ni ser bandera política o quedarse en efeméride: tiene que permear, afianzarse y arraigar a todos los niveles.

El objetivo último de esta inversión es que las mujeres, todas, persigan sus sueños, ocupen posiciones de poder, decidan sobre su vocación, su cuerpo y su vida, como parte de la norma cotidiana y no la excepción virtuosa; como la moneda corriente de un pacto social renovado en el siglo XXI: el siglo de las mujeres.

Muchas gracias.