Mientras el guajillo, el ancho y el pasilla son la triada fundamental de la cocina del interior de México, el chile habanero se erige como soberano en el territorio maya, heredero de tradiciones ancestrales, cuya raigambre social le ha conferido valores simbólicos únicos. Su importancia económica le ha dado protección con la Denominación de Origen, y sus posibilidades culinarias le dan carácter de transformador eterno de los guisos peninsulares.

3,900 toneladas anuales de chile habanero se producen en México, de colores vivos, del verde al naranja.

Junto al maíz, frijol, calabaza y quelites, la situación geográfica privilegiada del país ha permitido al chile desarrollar su historia y progreso social como uno de los sustentos alimentarios primigenios de las sociedades precolombinas.

En México, enchilarse es y debe ser una adicción, la mejor de todas, la más noble.

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