La salud humana y el medio ambiente se ven afectados por los contaminantes orgánicos persistentes, ya que son sustancias orgánicas tóxicas que al acumularse permanecen en el ambiente por largos periodos.  

Los niños son particularmente vulnerables a los efectos de los COP, sin embargo, los daños amenazan la salud de cualquier ser humano. Entre las alteraciones más severas, los científicos mencionan cáncer, bajo desempeño neuronal, afectaciones en el sistema inmunológico, deficiencias reproductivas, diabetes y reducción de periodos de lactancia. Mientras que, en el medio ambiente, los COP causan disminución y alteración de la diversidad biológica.

Para combatir y reducir estos efectos, México firmó el Convenio de Estocolmo en el 2001, y lo ratificó en el 2003, siendo el primer país de Latinoamérica en hacerlo. 

Este convenio establece medidas para disminuir la presencia de estos compuestos mediante acciones de restricción en su uso y prohibición en su producción.