Por: Unidad de Política de Igualdad de Género SRE.

La conciliación entre el trabajo y la familia es un tema central de las políticas de género,  relacionado con la desigualdad de género en la familia y el mercado de trabajo. La “doble jornada” de trabajo remunerado y no remunerado es un ejemplo de ello. Por lo que “compartir responsabilidades familiares” es un término asociado a la igualdad entre mujeres y hombres, ya que evidencia la división de género del trabajo de cuidado.

Las familias basadas en la especialización de los roles (con el hombre volcado en el trabajo remunerado y la mujer en el ámbito doméstico) está desapareciendo, mientras que en las sociedades contemporáneas se está asentando un nuevo equilibrio familiar basado en la igualdad laboral. También se están transformando los roles masculinos, lo que se ve reflejado en una mayor participación de los hombres en las tareas de cuidado y del hogar, aunque la identidad masculina no está cambiando al mismo ritmo que la femenina.

De acuerdo a estudios realizados, el equilibrio de la igualdad de género se basa en familias de doble ingreso. Se argumenta que las parejas (concretamente aquellas con un mayor nivel educativo) son cada vez más homogéneas en términos de capital humano, preferencias y gustos, por lo que se ha producido una mayor distribución de las tareas domésticas, especialmente respecto al cuidado de las y los hijos, entre los hombres con un nivel educativo superior. En este sentido, se está avanzando hacia la norma en la que la autorrealización profesional y ser padre/madre se desea de la misma manera. Con un modelo de conciliación igualitario, las mujeres ganan autonomía personal a través del acceso al mercado, mientras que los hombres desarrollan capacidades al aminorarse la presión sobre su rol de proveedores.

Debe aspirarse hacia un modelo de sociedad en el que todos los empleos tengan en cuenta que los trabajadores de ambos sexos tienen responsabilidades de cuidado, integrando la igualdad de género y  la actividad laboral. Esta transformación está ligada a la deconstrucción de los roles de género y los estereotipos sociales.

No se trata de distribuir las tareas domésticas negociando, sin que los integrantes de la pareja inviertan emocionalmente en el hogar. Los hombres que conforman estas parejas igualitarias expresan su interés de “estar en contacto” con la casa, influyendo hasta en la decoración de la misma manera que lo hacen las mujeres. Al no estar las diferencias de género presentes en estos nuevos paradigmas, el género se reconstruye.

En la Secretaría de Relaciones Exteriores existen tres tipos de permisos parentales:

Permisos de maternidad: su finalidad es atender a la madre y al niño inmediatamente antes, durante y después del parto.

Permisos de paternidad por alumbramiento o adopción: el destinado a los hombres para el cuidado de sus hijos e hijas.

Permisos de cuidados maternales: el otorgado por la unidad de medicina familiar, “hoja de cuidado maternales” en el caso de las madres trabajadoras, o “constancia de salud” en el caso de los padres trabajadores, para la atención de las enfermedades de los hijos e hijas.

Estos permisos parentales se conciben como un derecho de los menores para ser adecuadamente atendidos, como una necesidad cuando los progenitores trabajan y como una manera de socializar con las hijas e hijos de forma temprana.