Los contaminantes orgánicos persistentes se pueden generar en la fabricación, uso y eliminación de productos químicos orgánicos como plaguicidas, DDT y agroquímicos. También, se producen por la quema de basura, madera, carbón, por las emisiones de humo de los automóviles y del tabaco, por los desechos de las refinerías de petróleo, y de residuos sólidos y químicos de los hospitales.  

Por tal razón, México se une a la tarea de cumplir los compromisos internacionales que ha adquirido para reducir los riesgos químicos que generan los COP como  el Convenio de Estocolmo.

El convenio tiene como objetivo proteger la salud humana y el medio ambiente, y para lograr esto, establece varias medidas para disminuir la presencia de estos compuestos mediante acciones de restricción y prohibición en su producción y uso.

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