Las niñas y los niños en situación de calle son personas menores de 18 años sin hogar, con vínculos familiares rotos debido a la inestabilidad en sus familias de pertenencia, en algunos casos han sido abandonados por éstas y en otros casos ellas ellos mismos decidieron irse. Comen, duermen, trabajan, hacen amistades, juegan en la calle y no tienen otra alternativa que luchar em soledad por sus vidas.

Las niñas y niños también pueden migrar a las calles por otras razones, que incluyen:

  • Abuso sexual, físico o emocional.
  • Rechazo por su familia de origen.
  • Problemas de salud mental.
  • Abuso de sustancias.
  • Orientación sexual o identidad de género.

La calle se convierte en ese espacio donde “escapan” de la violencia, el maltrato y la disciplina rígida. También en ese nuevo hogar, sin delimitaciones claras, encuentran a otras y otros en las mismas condiciones, que les ofrecen el apoyo o el cariño que no encuentran en el seno familiar.

De acuerdo con estudios realizados por la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS), cuatro de cada diez niñas y niños que viven en situación de calle caen en las adicciones con diferentes estupefacientes y en manos de la delincuencia; además, la estadística señala que la esperanza de vida se reduce a 22 o 25 años por daño físico a su salud.

Cuando la calle se convierte en su hogar, se les priva de estudiar y relacionarse con otras niñas y niños, de mostrar sus capacidades y realizar actividades donde se incluyan en la sociedad.

Las instituciones del Estado deben garantizar sus principales derechos:

Derecho a la alimentación: la niñez y la adolescencia en situación vulnerable no tienen una dieta saludable. En ocasiones, ni siquiera tienen comida porque al vivir en las calles no tienen cómo producirla, ni dinero para comprarla.

Derecho a la salud: la salud de las niñas y niños que crecen en las calles está muy comprometida. No tienen acceso a instalaciones sanitarias y a menudo están sucios; lo que propicia exposición a diferentes enfermedades por falta de higiene.

Derecho a la educación: la niñez y adolescencia con hogar callejero no recibe educación. Por esta razón, no tiene las mismas oportunidades que otras niñas. niños y adolescentes. En realidad, por no contar con formación educativa y profesional, se encuentran impedidos para encontrar empleo y cambiar su situación.

Derecho a la no discriminación: esta población en situación de vulnerabilidad, con frecuencia, es víctima de discriminación. Generalmente, las personas adultas tienen prejuicios que la estigmatiza y, en consecuencia, se le asocia con los peligros de las calles.

Si bien las niñas, niños y adolescentes no deben ser sacados a la fuerza del único hogar que conocen o ser detenidos por “su propio bien”, tampoco es aceptable dejarles expuestos al peligro sin protección ni recurso a la justicia.

La falta de información y datos acerca de la niñez y adolescencia en situación de calle hace los hace invisibles ante la sociedad, lo que da lugar a que no se formulen políticas adecuadas y a que las medidas adoptadas sean de carácter puntual, temporal o de corto plazo.

Fuentes