Internet ha revolucionado la capacidad de informar y comunicar, pero también afectó la forma en que se percibe la realidad. Hoy los cánones de belleza se idealizan tanto que llegan a ser irreales, hasta la hipersexualización en el caso de niñas, niños y adolescentes.

La autopercepción de este sector de la población está afectada al grado de generar trastornos psicológicos que hacen cada vez más difícil reconocerse frente al espejo, en especial para las y los adolescentes.

Con el surgimiento de las redes sociales y las personas influyentes (o influencers como allí se les identifica), se ha incrementado la población adolescente con problemas de autoestima o insatisfacción con su imagen debido a la apariencia física “perfecta” de otras usuarias o usuarios que, en la mayoría de los casos, utilizan fotos o videos con filtros que resaltan un aspecto alejado de la realidad.

Estos filtros están creados con técnicas cada vez más sofisticadas que cambian por completo la imagen de una persona. En su punto extremo, cuando alguien usa estas tecnologías para hipersexualizar su imagen y obtener mayor popularidad y beneficios (likes, me gusta, mensajes compartidos, cuentas publicitarias, monetización e ingresos), se puede generar un trastorno mental llamado dismorfia del selfie.

La dismorfia corporal o dismorfofobia es un trastorno psicológico relacionado con la autoimagen corporal. Las personas adolescentes que viven con esta patología tienen una percepción distorsionada de un defecto, ya sea real o imaginario, y se obsesionan por su apariencia al grado de utilizar herramientas físicas (maquillaje, ropa, accesorios) o digitales (filtros) para exaltar los rasgos sexuales más allá de su edad y desarrollo. Tratan de cumplir con paradigmas sociales, mediáticos y publicitarios de lo que es “belleza” en redes sociales.

Pero, en el fondo, esta situación psicosocial en la que están inmersas niñas, niños y adolescentes está impulsada por personas adultas que fomentan la hipersexualización, además de la competencia por adoptar paradigmas digitales de belleza. Algunas madres y padres buscan lo último en la moda, vestidos o trajes de lentejuelas, animal prints o “pieles impresas” y otras prendas en boga; así como maquillajes sobrecargados y muy llamativos. Esto conlleva a que esta población etaria acelere su etapa de desarrollo por una desacertada de adultez.

Estas son algunas recomendaciones para hablar con niñas, niños y adolescentes acerca de algunos cánones de perfección que ven en redes sociales y que distan de lo real:

  • Recordarles que hay que conocerse bien, aceptarse tal cual son e intentar mejorar aquello que se quiera por sí mismo, no porque lo crean las demás personas.
  • Permitir que no se preocupen por conseguir quiénes les sigan, lo que les debe importar son ellas y ellos mismos y sus personas queridas.
  • Mencionarles que no tienen por qué agradar a todo el mundo. Lo más importante es el cariño propio.
  • Comentar que cuando suban un contenido, que sea porque realmente quieren compartirlo con quienes les importan.
  • Hacerles saber la importancia de No esperar la aprobación en forma de likes, comentarios y mensajes compartidos.
  • Si se quiere mostrar su vida a través de las redes sociales, deben prepararse para afrontar los comentarios y críticas que aparezcan.

El fenómeno de las redes sociales es mucho más complejo que una simple plataforma digital para conectar a individuos. En realidad, el hecho de que tantas personas intercambien ideas tiene efectos concretos sobre el mundo físico.

Por ello, madres y padres de familia deben recordar que siempre hay que reflexionar sobre todas las actividades de la comunicación digital y sus consecuencias como la hipersexualización, y explicarlas a las niñas, niños y adolescentes.

Fuentes.