Actualmente en México podemos hablar de los derechos de la niñez y adolescencia con mayor frecuencia, no obstante, es necesario recordar que la sociedad actual se construyó en buena medida invisibilizando las voces de las niñas, niños y adolescentes, y que existen muchos sectores de la población que consideran esta práctica vigente.

Frases como: “usted no me contradiga, aquí el adulto yo soy” o "este niño es mío y si quiero me lo como" forman parte de una perspectiva adultocéntrica que consiste en que las personas adultas consideran que son superiores a niñas, niños y adolescentes en los espacios en los que conviven e interactúan cotidianamente como la casa, la escuela y la comunidad.

Son prácticas comunes que las personas adultas:

  • • Olvidan que niñas, niños y adolescentes tienen los mismos derechos.
    • Minimizan sus ideas y propuestas.
    • Descalifican sus necesidades y sentimientos.
    • No les escuchan, ni les permiten expresarse.
    • Normalizan las violencias o considerar que son parte de su educación.
    • Consideran que sus derechos están condicionados a cumplir con una obligación.

Las consecuencias negativas de estas prácticas afectan los derechos humanos básicos de niñas, niños y adolescentes al discriminar, subordinar y relegar sus ideas, propuestas y sentimientos sólo por el hecho de tener una edad menor, lo que a largo plazo generará relaciones asimétricas, además de reproducir y perpetuar el autoritarismo.

En este orden de ideas, es importante identificar al adultocentrismo como parte de un sistema más amplio de dominación en nuestra sociedad que junto al androcentrismo (la consideración de que el hombre es el centro del universo), han obstaculizado el desarrollo y acceso igualitario de oportunidades y que afecta principalmente a niñas, niños, adolescentes y mujeres.

Superar el adultocentrismo y privilegiar los derechos de niñas, niños y adolescentes en la vida cotidiana es parte fundamental de su desarrollo, además les permitirá aprender a ejercer sus derechos en forma responsable, así como a respetar los derechos de las demás personas en la construcción delpropioproyecto de vida.

Para ello te recomendamos:

•    Identificarque su participación es una oportunidad de diálogo, que abona en la resolución de conflictos de forma pacífica y evita llegar a la violencia.

•    Tomar en cuenta sus opiniones, sin verlas como una falta de respeto o una amenaza a la autoridad en la casa o la escuela.

•    Involucrarles en las decisiones; escuchar y valorar sus aportes frente a un tema o problema, tanto en la casa como en la comunidad.

•    Explorar nuevas soluciones para enfrentar los desafíos de la vida en familia, en las escuelas y la comunidad.

Es importante recordarque,si bien las personas adultas tenemos más experiencia que niñas, niños y adolescentes, es dicha experiencia la que nos debe ayudar a guiar, proteger y tomar acuerdos en común a través del diálogo y el respeto hacia su propia visión.

Un ejemplo de la riqueza de su participación es el sondeo OPINNA #NuevaNormalidad en el que 578, 174 niñas, niños y adolescentes mencionaron la importancia de hacerles partícipes de las campañas mediáticas para la implementación de medidas sanitarias y de sana distancia, lo que demuestra que ellas y ellos no sólo están preocupados por la situación actual, también proponen ser parte de las soluciones a través de su participación en el desconfinamiento en casa, así como del regreso seguro a escuelas y espacios públicos como parques o plazas.

Es en la niñez y la adolescencia donde las personas adultas podemos fomentar la construcción de espacios de convivencia humana en la que se pondere la colaboración por encima de la competencia, espacios pacíficos en los que se valoren las opiniones y propuestas desde las diferencias, ydonde se construyan vínculos afectivos como base de la convivencia y la transformación de conflictos. 

Escucharles es parte de su derecho a la participación. #EsSuDerecho

Fuente: Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF Chile) Superando el adultocentrismo