La tecnología aplicada a la agricultura tiene un efecto directo sobre su nivel y comportamiento productivo, de manera que si se observan los volúmenes de producción, por ejemplo del maíz –cultivo nacional por antonomasia- se identifica que en 1980 se cosecharon 6,766 miles de hectáreas, de las que se obtuvieron 12.374 millones de toneladas del cultivo; comparativamente, para 2019, se cosecharon 6,690 miles de hectáreas de este cereal y se obtuvieron 27.228 millones de toneladas del producto, ascendiendo su rendimiento a 3.82 tons/ha, cuando en 1980 este valor se ubicó en 1.83. Esta mejora en los rendimientos en gran medida es resultado de la aplicación de diferentes alternativas tecnológicas al proceso productivo.

La información cuantitativa que proporciona el SIAP respecto a la superficie sembrada, se refiere a las siguientes alternativas tecnológicas: uso de fertilizantes químicos; uso de riego; uso de semilla mejorada; uso de maquinaria y equipo; uso de sanidad; así como uso de asistencia técnica.

1. Uso de fertilizantes químicos en la superficie sembrada

A través de la utilización de fertilizantes químicos en la agricultura se ha incrementado la productividad de los cultivos, lo que de alguna manera inhibe la necesidad de aumentar la superficie agrícola, ya que sin ellos se tendrían que destinar más áreas a la siembra. También con ello es posible conservar el suelo y evitar su degradación; una ventaja adicional es que con esta práctica se puede contribuir a la mayor producción de materia prima para la obtención de energía renovable.

La aplicación racional de fertilizantes, tiene efectos favorables y esenciales para la fertilidad del suelo, el rendimiento y la calidad de las cosechas. Para plantear una práctica de esta naturaleza es necesario establecer el balance adecuado de nutrientes, considerando las necesidades de la planta, las características del suelo, los restos de la cosecha anterior, las condiciones agronómicas y climáticas, etc. Todo ello para generar una dosis óptima de fertilizante que asegure una adecuada evolución del cultivo.

La información que ahora actualiza el SIAP se refiere a la superficie sembrada que se le aplican fertilizantes químicos por ciclo productivo, según sea primavera-verano, otoño-invierno o perennes; por modalidad hídrica ya sea de riego o de temporal; todo ello con una cobertura geográfica por entidad federativa y por cultivo. Su objetivo es determinar si los productores agrícolas proporcionan a los suelos fuentes de nutrientes adicionales en formas asimilables por la plantas para incrementar los rendimientos de los cultivos.

 

 
2. Uso de riego en la superficie sembrada

En México, de acuerdo a cifras de la FAO, por sectores el 77% del agua extraída es absorbida por la agricultura, un poco por encima del 69% obtenido en el ámbito mundial, con parte de este recurso, en nuestro país se beneficia poco más del 27% del total de la superficie; por entidad federativa el 24% de este recurso se utiliza en Sinaloa y Sonora, quienes disponen en consecuencia de importantes tierras de regadío.

Existen diferentes sistemas entre los que destacan: riego por bombeo; riego por aspersión, riego por goteo y el riego por gravedad, todos ellos tienen un fin común, realizar un consumo racional del agua. En riego por bombeo la superficie que se riega a través de la utilización de equipo de bombeo para la extracción de agua de pozos de diferente profundidad.

En su caso, la superficie de riego por aspersión es el área regada por un sistema que trata de imitar a la lluvia. Es decir, el agua destinada al riego se hace llegar a las plantas por medio de tuberías y mediante unos pulverizadores, llamados aspersores; gracias a una presión determinada, el agua se eleva para que luego caiga pulverizada o en forma de gotas sobre la superficie que se desea regar.

En la superficie de riego por goteo se utilizan emisores de caudales bajos y las presiones de operación son relativamente bajas. En estos sistemas se aplica el agua solamente en zonas específicas en el campo, donde se cultivan las plantas. El agua se conduce a presión por tuberías y luego por mangueras de riego que recorren las hileras del cultivo. El emisor es un “gotero” de caudal y separación variable, según el suelo y los cultivos aplican el agua en forma de gotas que se van infiltrando a medida que caen.

Por su parte mediante el riego por gravedad el área es regada por un sistema que funciona con agua procedente del centro de acopio, llámese presa, embalse, o centro de almacenamiento, que discurre a través de canales hasta los centros de distribución, y que se repartirá a su vez vía canales de tierra revestidos, hasta llegar a la parcela el agua por inclinación del terreno.

 
Las cifras que se ofrecen consignan un registro de la superficie sembrada de riego con datos por entidad federativa.

3. Uso de semilla mejorada en la superficie sembrada

La mejora de las plantas cultivadas ha sido realizada por los agricultores de todo el mundo a través de diferentes épocas, valiéndose para ello de la selección por observación de caracteres deseables, aunque también se han aprovechado las cruzas accidentales. Todo esto propicia una gran diversidad genética, aprovechada para obtener otros genotipos. Este proceso se finca en los experimentos realizados por Gregorio Mendel, padre de la genética, en los que concluyó que las características de los organismos están dadas por factores discretos heredables (genes), y no son resultado del azar de la mezcla de las cualidades de los progenitores.

A partir de ello comenzó el método tradicional de producción de cultivares mejorados mediante selección y cruzas dirigidas entre individuos de la misma especie o de especies estrechamente relacionadas; aquéllos sobresalientes se seleccionan hasta obtener una generación portadora de la característica deseada, que es reconocida como una nueva variedad. Todo el proceso de selección va acompañado de colectas que son almacenadas en bancos de germoplasma, quedando a disposición para posteriores usos.

 

Por otro lado, las variedades criollas son las que obtiene el agricultor de su propia cosecha: el productor selecciona las mejores semillas con base en sus características y las de la planta que la produjo; este grupo se caracteriza por su adaptación a ciertas condiciones, por ejemplo en el caso de maíz, hay variedades criollas para climas templados, tropicales y secos; la capacidad productiva de estas semillas es baja y se utiliza en la agricultura tradicional, en la que fundamentalmente el destino de la producción es el autoconsumo.

 
La información que ahora actualiza el SIAP se refiere al uso de semilla mejorada en la superficie sembrada por ciclo productivo, ya sea primavera-verano, otoño-invierno; de riego o de temporal; todo ello con un alcance geográfico por entidad federativa. Su objetivo es determinar el número de hectáreas sembradas con semilla criolla y mejorada a partir del consiguiente paquete tecnológico.

4. Uso de mecanización en la superficie sembrada

La maquinaria y equipo agrícola ha sido desarrollada para realizar un gran número de actividades dentro de la unidad de producción y existe en diferentes tipos, formas y tamaño. Por ejemplo el tractor es un equipo muy utilizado a diferentes niveles de potencia, seguido por maquinaria para el cultivo y la irrigación. También son comunes las sembradoras, manipuladas para distribuir semillas de manera uniforme, así como naves para el rociado aéreo de pesticidas.

En resumen, la maquinaria y equipo agrícola comprende tractores, rastras, sembradoras, niveladoras, trilladoras o cosechadoras, las que se utilizan para llevar a cabo las actividades de preparación del suelo, siembra, labores culturales y recolección de los frutos.

 

La aplicación de tecnología implica la utilización de mecanización de la agricultura, es decir la adopción de un nuevo sistema de producción, lo que redunda en mejorar los tiempos de las operaciones rurales y en la sustitución de los métodos manuales de producción; asimismo incrementa los rendimientos obtenidos por unidad de superficie sembrada, con efectos positivos en el volumen de producción.

 
La información que ahora actualiza el SIAP se refiere al uso de mecanización en la superficie sembrada por ciclo productivo, ya sea primavera-verano, otoño-invierno o perennes; por modalidad hídrica, que considera la de riego o de temporal; todo ello con una cobertura geográfica por entidad federativa. Su objetivo es determinar los niveles de superficie sembrada con labores mecanizadas en las unidades económicas de los productores rurales en el proceso de producción primaria.

5. Uso de sanidad en la superficie sembrada

Se entiende por este tipo de superficie como el área sembrada que recibe el beneficio de la sanidad, considerándolo a partir de los programas de los gobiernos federal o estatal, que realicen labores para mantener áreas libres de plagas y enfermedades, cuarentenas, cordones sanitarios, entre otros.

Concretamente, la sanidad vegetal se enfoca a actividades en materia de prevención, control y erradicación de plagas y enfermedades que afectan a la agricultura, en un esquema productivo de cadena agroalimentaria. Los programas federales consideran, entre otros, temas como la mosca del Mediterráneo; el Huanglongbing de los cítricos (HLB); las plagas reglamentadas de los cítricos; las moscas de la fruta; las plagas reglamentadas del aguacatero; las plagas reglamentadas del algodonero; el ácaro rojo de las palmas; el moko del plátano; la enfermedad de Pierce; la broca del café; la roya del cafeto; las plagas reglamentadas del agave; y el manejo fitosanitario contra el pulgón amarillo del sorgo.

Los datos que el SIAP presenta se refieren al número de hectáreas que durante este año recibieron apoyo de sanidad y la proporción que éstas representan en el total de las áreas sembradas, tanto  en la agregación nacional como en cada una de las 32 entidades federativas, considerando los cultivos cíclicos y las superficies de perennes.

6. Uso de asistencia técnica en la superficie sembrada

A este tipo de superficie se le identifica como el área para la que se cuenta con asesoría de personal técnico calificado para llevar a cabo en forma óptima las labores culturales que implican la producción de los cultivos, como son: análisis de suelos, dosis recomendadas, fechas de aplicación de insumos, asesoría en la mejor forma de preparación del terreno, siembra, fertilización, riego y control tanto de plagas como enfermedades.

Esta puede ser proporcionada por autoridades gubernamentales o contratada por el productor en forma particular; también puede tratarse de un proceso de transferencia y adopción de tecnología.

La estadística de uso de asistencia técnica en la superficie sembrada comprende datos anuales de las hectáreas cubiertas con estos servicios en los cultivos cíclicos y perennes, así como cifras del total nacional y por entidad federativa; para identificar la participación de esta tecnología en el total de las áreas sembradas, se presenta la participación porcentual en los niveles geográficos enunciados.

La dirección en donde se localizan los resultados de todas las alternativas tecnológicas es:

https://www.gob.mx/siap/acciones-y-programas/produccion-agricola-33119