Si hay alguna bebida que tiene una historia ancestral, sin duda alguna es el Té. Como todas las cosas maravillosas de este mundo, su descubrimiento fue fortuito. Se dice que hizo su presencia para el consumo humano fue hace aproximadamente unos 5,000 años, cuando un emperador chino que acostumbraba a dormitar bajo la sombra de un árbol, vio como algunas hojas cayeron en el agua hervida que tenía a su lado. Al probar la bebida, se sintió reconfortado, por lo que decidió sembrar semillas de ese árbol con el fin de impulsar su consumo.

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Había nacido el té, bebida que hoy en día, es la que más se consume en el mundo después del agua. De acuerdo Statista –un portal de datos de mercado- pareciera que año tras año, el consumo de té se incrementa. En 2020, se consumieron a nivel mundial cerca de 6,300 millones de kilogramos de esta bebida caliente y se prevé que para 2025 el consumo supere los 7,400 millones de kilogramos.

Su comercio representa un gran negocio, sobre todo para las grandes empresas que hoy lo presentan a las nuevas generaciones como un producto Premium con enormes beneficios. De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés), el valor de la producción mundial de té alcanza algo más de 17 mil millones de dólares estadounidenses al año; en tanto que su comercio se estima en alrededor de 9.5 mil millones de dólares estadounidenses.

Dentro de los principales países productores, destacan China e India producen el 60% del té mundial. La mayoría del té que produce y consume China es verde, mientras que India produce más que todo negro.

Kenia es considerado el tercer productor del mundo. La importancia del cultivo del té es vital, ya que representa la segunda fuente de ingresos del país. Se considera que la gran parte de su producción se exporta, registrando volúmenes que incluso son superiores a los comercializados por China e India.

Otros países que también destacan son Sri Lanka, que produce y exporta té negro; Vietnam, que genera té negro, blanco y oolong; así como Turquía, Japón e Indonesia. En América Latina, Argentina destaca como un importante productor.

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La gran mayoría del té que se produce a nivel global se destina a la elaboración del té en bolsita así como el té embotellado. Aunque el té en hojas –como es su elaboración tradicional- representa un porcentaje pequeño del mercado, en los últimos años ha registrado un constante aumento sobre todo entre las nuevas generaciones. De tal forma que este nuevo consumidor prefiere elegir un té a granel de mayor calidad que el envasado.

Tal como lo ha expresado la FAO, “El sector del té requiere mucha mano de obra y proporciona empleo e ingresos a muchas de las comunidades rurales más pobres del mundo, incluidas las mujeres y sus familias. Los pequeños agricultores y los hogares agrícolas producen el 60 % del té de todo el mundo. Esto hace que el té contribuya de forma importante a la consecución de la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible.”

En este Día Internacional del Té, es importante que recordemos las palabras que la liebre le dice a Alicia, en esa obra maravillosa de Lewis Carroll: "Ah, princesita, siempre es tiempo de té", porque efectivamente, cualquier momento es bueno para beberlo.