Es amplia la lista de descubrimientos que han contribuido al desarrollo de la humanidad, sin embargo, hay uno que además de reconocerse como disciplina, ha aportado de forma vital en otros campos. Nos estamos refiriendo, sin duda, a las matemáticas.

Su carácter transversal en múltiples disciplinas y áreas es tal, que sin ellas, hoy no podríamos contar con los eficientes sistemas de buscadores de internet, los que dependen de un algoritmo matemático; la criptografía para comunicaciones seguras no existiría; y tampoco dispondríamos de herramientas médicas como el escáner de tomografía computarizada o de imagen por resonancia magnética, que generan las imágenes mediante datos numéricos y un algoritmo matemático; por señalar solo algunos de los muchos ejemplos en los que podemos encontrar la participación de las matemáticas.

Es probable que su descubrimiento tenga como origen la prehistoria, cuando los primeros pobladores del mundo lograron contar y cuantificar las cosas que eran básicas para su sobrevivencia. Más tarde, con el desarrollo de las civilizaciones se fueron descubriendo patrones y reglas, así como el concepto de número, que daría lugar a los principios básicos de la suma y resta, con lo que el mundo sería visto de otra forma. De ahí quizá la observación de Galileo Galilei, cuando dijo: "El gran libro de la naturaleza está escrito en símbolos matemáticos".

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En ese sentido,  las matemáticas tienen un rol muy importante en la agricultura, no sólo en la acción elemental y cotidiana de producir alimentos, sino también, en los muchos desafíos que los sistemas alimentarios tendrán que enfrentar en las siguientes décadas.

Sin ánimo de seguir incrementado el catálogo de verdades de Perogrullo, es un hecho que los agricultores usan números todos los días para una variedad de tareas: medir, pesar, marcar la tierra, describir y clasificar semillas, en la estimación de los rendimientos, en las condiciones presentes y pasadas del clima y la humedad, en el cálculo para la aplicación de fertilizantes y de forma más reciente, en lo que se ha denominado agricultura de precisión, que es un método de cultivo que aplica  enfoques matemáticos y de alta tecnología con el fin de  remediar cualquier deficiencia en el proceso de producción.

Por otra parte -hoy en día- como humanidad estamos enfrentando  una abrumadora variedad de desafíos complejos e interconectados. Aspectos como la inseguridad alimentaria, la desigualdad, los agentes infecciosos, el cambio climático, la degradación de la tierra, la pérdida de biodiversidad, la migración masiva, los conflictos y la inestabilidad política; todos ellos plantean obstáculos al desarrollo y ponen en riesgo a las sociedades de todo el mundo. Si a lo anterior le sumamos los patrones de crecimiento de la población, es muy probable que la magnitud de los desafíos sea mayor.

En este sentido, las matemáticas han generado una valiosa serie de herramientas, que proporcionan información –por demás valiosa-  para evaluar tanto los riesgos de dichos retos, como las respuestas más adecuadas; ello con el objetivo de hacer que los sistemas alimentarios sean más resistentes a las crisis actuales y futuras.

No olvidemos que los diversos sistemas alimentarios del orbe son una red compleja que está profundamente asociada con la salud, la sociedad y el medio ambiente. Comprender esta red formada por numerosos actores y relaciones es un gran desafío, en el que las matemáticas pueden colaborar de manera fundamental.

Por ejemplo, a través de la comunidad internacional se ha estado trabajando mediante la aplicación de modelos y perspectivas matemáticas, con el propósito de reducir el hambre, lograr la seguridad alimentaria y mejorar la nutrición, así como promover la agricultura sostenible. Múltiples organismos reconocen que mediante enfoques matemáticos se puede ayudar a identificar los impactos y diseñar estrategias óptimas de mitigación y adaptación para fomentar la resiliencia del sistema alimentario.

Del mismo modo, en la gestión de los recursos hídricos –que es básica para la producción de alimentos- se propone el uso de la herramienta conocida como Teorema de Bayes, para cuantificar los riesgos e identificar las opciones adecuadas que garanticen la disponibilidad y el uso sostenible del vital líquido.

Asimismo, en el tema de posibilitar patrones de consumo y producción sostenibles, las matemáticas contribuyen con enfoques integrados para la administración y la toma de decisiones del vínculo entre alimentos, energía y agua, incluidas las soluciones basadas en modelos para priorizar y optimizar las inversiones.

De igual forma, se sugiere el uso de modelos matemáticos integrados y más modernos que capturen las motivaciones económicas, sociales y ecológicas de la pesca, con la intención de promover un mejor apoyo para la toma de decisiones que favorezca la conservación y utilización sostenible de los océanos, los mares y los recursos marinos, en beneficio de todos.

Es por eso que en este 14 de marzo, considerado como el Día Internacional de las Matemáticas, reconozcamos, como dijo el escritor griego Apostolos Doxiadis en su libro El tío Petros y la conjetura de Goldbach, que “las matemáticas son una disciplina infinitamente más interesante que resolver ecuaciones de segundo grado o calcular el volumen de sólidos, las insignificantes tareas que realizábamos en el colegio”.

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Por el contrario, están en todas partes y son fundamentales para entender la naturaleza y el universo -con sus dimensiones de tiempo y espacio-, pero sobre todo, en los tiempos recientes nos ofrecen mecanismos para afrontar la incertidumbre y encontrar las mejores respuestas