La acuicultura es una actividad que ha realizado el hombre desde épocas remotas. Los primeros indicios datan de hace aproximadamente cuatro mil años antes de Cristo en China,  aunque también ha sido posible hallar rastros en otras culturas como Mesopotamia, Egipto y Grecia.

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Es muy probable que esta labor haya sido desarrollada por los primeros agricultores, como uno de los varios mecanismos utilizados para asegurar el aprovisionamiento de alimentos. En la actualidad, la acuicultura va más allá del abastecimiento de productos comestibles, de tal forma que su importancia se ha expandido a otras áreas como la ambiental, social, económica y cultural.

En este 30 de noviembre que se celebra el Día Mundial de la Acuicultura, es importante que se examinen la potencialidad y los desafíos futuros que enfrentará, sobre todo, porque puede ser una pieza clave que nos asegure la seguridad alimentaria en las décadas por venir. Aquí te presentamos seis de las tendencias mundiales más importantes.

  • La acuicultura es el sector alimentario más dinámico a nivel global de los últimas tres décadas. En la década de 1950, el porcentaje que correspondía a la acuicultura dentro de la producción mundial de animales acuáticos fue de 4%; en el decenio de 1970 aumentó a 5%; mientras que en 1990 se amplió a 20%; en tanto que para 2010 su participación ya se había extendido a 44%. Para 2020, la contribución de la acuicultura a la producción mundial de animales acuáticos alcanzó un récord de 49.2 %.
  • La mayoría de la producción acuícola se destina para consumo humano. De acuerdo con la FAO, en 2020, la producción acuícola mundial alcanzó un récord de 122.6 millones de toneladas. De este total, 87.5 millones de toneladas comprendieron animales acuáticos –destinados en su mayoría para el consumo humano–; 35.1 millones de toneladas a las algas –para usos tanto alimentarios como no alimentarios–; y 700 toneladas a conchas y perlas para uso ornamental.
  • Un pequeño número de especies “básicas” predominan en la producción acuícola. La producción de los principales grupos de especies cultivadas difiere significativamente de una región a otra y de un país a otro, sin embargo, es el grupo de los peces de aleta los que concentran los mayores volúmenes –en especial en las aguas continentales–, seguido por los moluscos y crustáceos. Cabe resaltar, que a pesar de la gran diversidad de peces de aleta que existen, solo un pequeño número de especies “básicas” predominan en la producción acuícola, como la carpa herbívora en la acuicultura continental mundial y el salmón del Atlántico en la acuicultura marina.
  • La región de Asia predomina en la producción acuícola global. Asia ha dominado abrumadoramente la acuicultura mundial durante decenios, produciendo 91.6% de los animales acuáticos y las algas del mundo en 2020. No obstante, existe una distribución desigual de la producción acuícola en la región y una disparidad en el estado de desarrollo entre los países. China, Indonesia, India, Vietnam y Bangladesh son los países que concentran la mayor producción en la región.

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  • El crecimiento de la acuicultura se ha propagado hacia las aguas continentales. La expansión de la acuicultura en los últimos decenios ha impulsado el crecimiento general de la producción en aguas continentales. En 2020, la producción acuícola continental mundial fue de 54.4 millones de toneladas, que representaron 44.4% de la producción acuícola total mundial de especies animales y algas. La acuicultura continental mundial emplea métodos e instalaciones muy diversas, aunque el cultivo de peces de aleta y otras especies en estanques de tierra construidos es, con diferencia, el método de cultivo más extendido.
  • Crecimiento acuícola y sostenibilidad ambiental, el binomio del futuro. Se prevé que la producción de alimentos acuáticos aumentará alrededor de 13% para 2030, por lo que la intensificación y expansión de la producción acuícola futura deberá abordar necesariamente el triple desafío: la seguridad alimentaria, la sostenibilidad ambiental y el fomento de medios de vida inclusivos.

El desarrollo acuícola es y seguirá siendo esencial para atender la creciente demanda de alimentos, por lo que su progreso requiere de políticas y prácticas respetuosas con el clima y el medio ambiente, así como el fomento de innovaciones tecnológicas, con atención prioritaria en la esfera de alimentos y piensos, que es donde se ubica uno de los cuellos de botella de esta actividad.