Ubicado en lo que es considerado el pulmón de la Ciudad de México –el Bosque de Chapultepec– encontramos uno de los lugares más entrañables y emblemáticos para los mexicanos, y al mismo tiempo, un espacio de enorme conocimiento para los visitantes extranjeros. Nos referimos al Museo Nacional de Antropología.
Inaugurado el 17 de septiembre de 1964, por el entonces presidente Adolfo López Mateos, fue construido con el propósito de conservar y exhibir el acervo arqueológico y etnográfico de nuestro país. En el acto de apertura, expresaría que: “El pueblo mexicano levanta este monumento en honor de las admirables culturas que florecieron durante la era precolombina en regiones que son, ahora, territorio de la república. Frente a los testimonios de aquellas culturas el México de hoy rinde homenaje al México indígena, en cuyo ejemplo reconoce características esenciales de su originalidad nacional.”
Con motivo de su 59 aniversario, presentamos algunos datos, que bien podrían ayudar a comprender la magnificencia de este recinto y el valor histórico y cultural que guarda tras sus muros.
- La tarea de recuperar el pasado prehispánico, comenzó en la segunda década del siglo XIX, cuando Lucas Alamán solicita a Agustín de Iturbide, la creación del Conservatorio de Antigüedades y de un Gabinete de Historia Natural en los salones de la Real y Pontificia Universidad de México. Posteriormente, en 1825 ambos instancias se fusionaron y con ello estaba naciendo el Museo Nacional Mexicano.
- Ya en el siglo XX –en el año de 1939– se creó el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), con lo que se tendría por primera vez, un organismo encargado del cuidado, estudio, difusión y protección del patrimonio arqueológico, antropológico e histórico de nuestro país. Con ello se fortalecía la idea de impulsar una red de museos.
- En este mismo año y a instancia del presidente Lázaro Cárdenas, el Castillo de Chapultepec se convirtió en el Museo Nacional de Historia, albergando todas las piezas posteriores a la época colonial; de tal forma que las colecciones arqueológicas y etnográficas quedaron a cargo de lo que se llamó el Museo Nacional de Antropología.
- Sería en la década de 1960, que por interés de Jaime Torres Bodet –secretario de Educación- y del Dr. Eusebio Dávalos –director del INHA- se promovería un programa para desarrollar un sistema de Museos, como parte de la enseñanza extraoficial y desde una perspectiva de modernización museográfica.
- El anuncio público para la construcción de un nuevo reciento que alojaría al Museo Nacional de Antropología, lo hizo Jaime Torres Bodet en el año de 1962. Se nombraron a los asesores y en el término de un año se hizo el programa arquitectónico cuyo contenido se condensó en cinco grandes volúmenes de documentos. La obra estuvo a cargo del arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, de amplio reconocimiento nacional e internacional por su impulso a la arquitectura social contemporánea.
- El inmueble de edificó sobre una superficie de 70,000 metros cuadrados, considerando que su ubicación estratégica fomentaría una nutrida afluencia y tendría afinidad con el entorno natural. Su construcción se realizó en sólo 19 meses, entre febrero de 1963 y septiembre de 1964.
- Uno de los temas más innovadores en la planeación del nuevo Museo fue la idea de integración de diversas obras de arte, recreando temas y ambientes relacionados con el contenido de la sala; a través del trabajo de los muralistas mexicanos, entre ellos los hermanos Chávez Morado y el Dr. Atl, quién solo alcanzó a hacer unos trazos que luego ejecutaron Nicolás Moreno y González Camarena.
- Dentro de éstas obras, destaca el relieve del águila y la serpiente, esculpida por los artistas guanajuatense José Chávez Morado sobre el mármol blanco de la fachada. Aunque tampoco se podría obviar, el paraguas en la entrada del patio central, conformado por su caída de agua y su columna revestida en bronce, con un relieve escultórico, cuyo diseño se basó en el concepto de Jaime Torres Bodet.
- Las salas fueron distribuidas alrededor del patio central, de modo que fuera posible recorrerlas siguiendo un circuito continuo o de manera aislada, según el propio tiempo e interés de los visitantes.
- Estructurar 30,000 metros cuadrados de salas de exposición representó una labor titánica. Cada sala, contó con un equipo propio que incluía un cuerpo de guionistas, investigadores, museógrafos, pedagogos y técnicos, para su conformación.
- De igual modo, con el fin de dar objetividad, verosimilitud y ampliar el valor didáctico, se creyó necesario replicar los edificios prehispánicos, algunos de ellos al interior o exterior de las salas. Es así como podemos encontrar en la sala de Teotihuacán, la reproducción de una parte del Templo Quetzalcóatl; mientras que, en la sala Maya, se puede observar una réplica de los murales de Bonampak y una del Templo de Hochob, por señalar algunas.
Se podrían escribir muchas más cosas sobre el Museo Nacional de Antropología, sin embargo, sería interminable. Sólo queda decir, que este magnífico recinto que está cercano a cumplir seis décadas de existencia, sintetiza de forma precisa años de investigación, conservación y difusión de nuestro patrimonio cultural, fruto de los aportes de los pueblos primigenios y de la amalgama de las culturas indígenas y española. Es el custodio más celoso de lo que ha dado forma a nuestra identidad como mexicanos, pero, asimismo, el más didáctico para entender ese proceso.
Si ya lo conoces, te invitamos a que lo vuelvas a recorrer, y si aún no lo visitas, no pierdas más tiempo, sería una muy buena opción para cualquier fin de semana.