El 4 de noviembre de 1894, a la edad de 84 años fallecía el escritor, político, militar, exministro y diplomático, Manuel Payno, en San Ángel, en aquel tiempo una villa vecina de la Ciudad de México y que hoy, forma parte de la gran capital mexicana.
Como todos los hombres del convulso siglo XIX, la participación de Payno, no estuvo exenta de luces y sombras. Ha sido gracias a la suma de trabajos que en 1994 se publicaron con motivo del centenario de su muerte, que en la actualidad podemos conocer más y mejor, a uno de los protagonistas de nuestra historia. Aquí te presentamos algunos datos interesantes.
- Manuel Payno, contribuyo con Comonfort, para dar el golpe de estado en 1857, con el que se desconocía a la nueva constitución liberal y se disolvía el Congreso. No sólo eso, Comonfort se uniría al Plan de Tacubaya, que no era otra cosa que un pronunciamiento conservador, a través del cual se le daban facultades al presidente para derogar la Carta Magna.
- No obstante, este papel, su labor como educador, economista, periodista, diplomático, jurista y escritor fue muy notable.
- En lo que respecta a su función como Ministro de Hacienda, José Emilio Pacheco diría que: “fue también el genial financiero que (un siglo antes de que hubiese escuelas de economía) logró, cuando el país estaba deshecho a raíz de la invasión norteamericana y sus incalculables pérdidas territoriales, que nuestros acreedores de Londres redujeran el interés del 5% al 3%, el pago de intereses y dividendos se hiciera aquí y los réditos insolutos se rebajaran de 10 a 3 millones de pesos.”
- De igual forma, -algunos años antes- en su tarea como administrador de rentas del estanco de tabaco, logró un desarrollo importante de la producción nacional de este cultivo y, sobre todo, la desaparición del contrabando que era uno de los factores que más afectaban su impulso.
- Como escritor, Payno es reconocido de manera primordial por ser el autor de una de las novelas más significativas del siglo XIX mexicano: Los bandidos de Río Frío. Como buena novela costumbrista el autor nos ofrece unos pasajes significativos de un México que ya no existe, pero que gracias a su narrativa nos permite evocarlo.
- Su descripción de una cocina indígena es significativa: “Una vereda angosta e intransitable en tiempo de las lluvias, conducía a una casa baja de adobe mal pintada de cal, compuesta de una sala comedor, dos recámaras y un cuarto de raya. La cocina estaba en el corral y era de varas secas de árbol, con su techo de yerbas, lo que en el campo se llama una cocina de humo con sus dos metales, una olla grande vidriada para el nixtamal, dos o tres cedazos para colar el atole y algunos jarros y cántaros. Se guisaba en tres piedras matatenas, y el combustible lo ministraban los yerbajos y matorrales que rejuntaba un peón en el cerro.
- Y qué decir de la precisión con la que expone el banquete tradicionalmente seguía a la misa del 12 de diciembre, sin duda, no tiene igual: “Luego que terminó la misa… Una espléndida mesa estaba dispuesta… El menú, como se diría hoy, merece un lugar en esta narración, porque esto forma la historia doméstica de que no se ocupa el que aspira a grave historiador. Auguramos, sin embargo, que más de un lector se chupará los labios por más parisiense que sea. Una sopa de pan espesa, adornada con rebanadas de huevo cocido, garbanzos y verde perejil, tornachiles rellenos de queso, lengua con aceitunas y alcaparras, asado de cabrito con menuda ensalada de lechuga, y para coronar la obra un plato de mole de guajolote por un lado y de mole verde por el otro, y en el centro una fuente de fríjoles gordos con sus rábanos, cabezas de cebolla rayadas, pedazos de chicharrón y aceitunas sevillanas.”
La narrativa de Manuel Payno, nos ofrece un amplio campo de observación, fruto de su experiencia en la vida como ministro, diplomático, político, -entre otros- lo que permitió afirmar y enriquecer su visión, para agregar todos esos elementos a sus buenas dotes de narrador. Los bandidos de Rio Frio, sigue siendo un libro fundamental para conocer el siglo XIX.