El mangostán, mangostino, mangosto o mangostín, que no tiene nada que ver con el mango, es una fruta exótica proveniente de árboles tropicales. Es originario del continente asiático y conocido por sus propiedades curativas, antioxidantes y regenerativas. Fue descubierto y estudiado por el sacerdote Laurentiers Garcin, de ahí su nombre científico Garcinia Mangostana.

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El fruto tiene un tamaño de una tangerina y pesa de 80 a 140 gramos. Su cáscara es suave, de color morado y gruesa, la cual protege el suave relleno blanco del fruto agrupado como en una mandarina. Su sabor es meloso, dulce, sumamente azucarado. Debe cosecharse madura ya que una vez separada del árbol, se detiene el proceso de maduración.

¿Por qué cura? De acuerdo con la Asociación Mexicana de Médicos e Investigadores del Mangostán, A.C., el pericarpio del mangostán es una fuente importante de xantonas y otras sustancias bioactivas. Los flavonoides que contiene es uno de los antioxidantes más potentes de la naturaleza, superando la vitamina C y E. Además combate la inflamación, previene enfermedades cardíacas, reduce la hipertensión, mejora la función urinaria, elimina el mal aliento, mejora la alerta mental, combate y previene las alergias, mejora la piel, cura heridas bucales, disminuye el colesterol, mejora la digestión… ¿quieres más?, ¡pruébalo!

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El Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP) reporta 59 hectáreas sembradas de este fruto en los municipios de Tapachula y Tuxtla Chico, en Chiapas. Con una producción de 32 toneladas generó un valor de la producción de 2,257 mil pesos en 2016.

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Para mayor información consulta el Anuario estadístico de la producción agrícola