Las características geográficas de nuestro país han hecho prosperar desde tiempos prehispánicos a las cactáceas que dan identidad al territorio mexicano.

Biznagas, xoconostles, cactus decorativos, nopales y diversas variedades de tunas, son solo algunos de los múltiples ejemplares cactáceos, que abundan en México, sin embargo dos de ellos resaltan notablemente, pues forman parte de nuestra cultura, no solo en el ámbito gastronómico y alimentario, sino que también son parte del legado cultural de nuestra nación.

El nopal y la tuna han sido atribuidos a la esencia del mexicano, y son tan importantes que forman parte de los lábaros patrios, en este caso, están incluidos en el escudo nacional y por ende en la bandera.

Si bien la bandera y el escudo nacional han cambiado a lo largo del tiempo, una constante en ellos es la aparición  de la nopalera con tunas sobre la cual se posa el águila, y es que es un símbolo  que no se puede eludir, pues da contexto, identidad y sentido simbólico a la composición de los lábaros patrios.

De acuerdo con la leyenda, cuando los aztecas estaban en busca del lugar propicio para fundar la gran Tenochtitlán, el Dios Huitzilopochtli dio la orden de ir en busca de la tierra prometida, la cual estaría caracterizada por hallarse en el lugar exacto en donde encontraran a un águila devorando a una serpiente.

/cms/uploads/image/file/593086/WhatsApp_Image_2020-07-16_at_13.27.56.jpeg

De acuerdo al códice Mendocino, los aztecas fueron en busca de estas señales, las cuales se cumplieron pues encontraron a una majestuosa águila posada en una abundante nopalera  devorando a una serpiente.

El hecho de que el águila esté posada en el nopal, hace referencia a las raíces sobre las cuales está asentada nuestra nacionalidad. Algunos historiadores coinciden en que las tunas son un claro referente a los guerreros caídos.

Más allá de los simbolismos asignados a estos productos, la tuna y el nopal son parte de nuestra vida cotidiana, por ello se llevan con orgullo en dos de nuestros símbolos patrios.