La ilustración botánica es la representación gráfica de plantas, plasmada a través del dibujo, desde su apreciación estética. Ésta ha sido utilizada con fines artísticos y científicos, debido a su minuciosidad y detalle.

En otros tiempos, la figura del ilustrador botánico fue trascendental para el impulso de las ciencias, pues contar con una descripción pictórica de los especímenes de plantas, especialmente para su clasificación y categorización, era un valioso recurso para la investigación botánica.

Teniendo en cuenta que los avances tecnológicos han desplazado la funcionalidad práctica de esta actividad, podría pensarse que la ilustración botánica quedaría como una práctica obsoleta, sin embargo, debido a sus tintes estéticos, su realismo, detalles y esencia, ha pasado a ser una práctica artística apreciada en este ámbito.

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En la actualidad, la tecnología permite que la catalogación de las especies botánicas se hagan con registros fotográficos, en alta resolución y con apreciación detallada de sus características, lo cual no era siquiera imaginable en otros tiempos, por lo que se tenía que recurrir al talento de los dibujantes para conocer las características de la gran variedad de plantas que se pretendía estudiar, ya sea con fines herbolarios o para uso agrícola. Así, el impacto de la práctica de los ilustradores botánicos trascendió en múltiples sentidos. 

En México contamos con dos grandes ejemplos de expediciones botánicas, en las cuales el papel de los ilustradores fue sido fundamental, pues ambas tenían la consigna de describir el entorno natural que se desarrollaba en las “nuevas tierras descubiertas”, para que así la corona Española tuviera conocimiento de la exótica variedad de especies que el Nuevo Mundo ofrecía para su deleite.

La primera investigación fue la realizada por Francisco Hernández, conocida como Historia Natural de la Nueva España, emprendida en 1570, a través de la que intentó dar cuenta de la riqueza natural novohispana, incluyendo dentro de sus reportes, la descripción y clasificación de plantas, animales y minerales; haciendo principal hincapié en lo relacionado a las plantas medicinales, que era parte de los conocimientos de las culturas mesoamericanas que más impactaron a los españoles tras su llegada a las nuevas tierras.

Los registros de Francisco Hernández eran extensos y detallados y comprendían numerosos dibujos de especies exóticas, de entre los cuales, más de 3,000 eran de plantas y 500 de especies animales. Estos fueron realizados por los dibujantes que lo acompañaban en esta empresa. La principal característica de estos dibujos es que eran sumamente detallados y elaborados en blanco y negro, pero a pesar de la sencillez de la técnica, la belleza y detalle de estas imágenes es exquisita.

Desafortunadamente esta obra pereció en un fatídico incendio en 1761, acarreando con ello un vacío considerable dentro de los materiales científicos, de los cuales echaban mano las diferentes disciplinas de la época para la realización de sus meticulosos estudios.

Dos siglos después de la realización de esta importante expedición botánica, Martín Sessé propone la creación de un jardín botánico en la  Nueva España, así como una especie de Academia dedicada a la investigación de los nuevos descubrimientos botánicos de esta región. Otra de las intenciones principales de esta propuesta era recuperar parte de la información perdida del trabajo de Francisco Hernández y a su vez, complementarlo con la sofisticación de los procesos científicos de descripción y observación que se habían actualizado en los últimos años dentro de la comunidad científica.

La coordinación de estos trabajos se llevó a cabo bajo el amparo de Carlos III. Para la Expedición Botánica de la Nueva España,  liderada por Sessé, se dio la orden de establecer el primer jardín botánico de América, en tanto que con respecto a la expedición se indicó como objetivo principal la “formación de dibujos, la recolección de producciones naturales, así como la ilustración y complementación de los manuscritos de Francisco Hernandez”. (Maldonado, J. Luis, La expedición botánica a la Nueva España, El jardín botánico y la cátedra botánica.)

La conformación de la comitiva para dichas expediciones consideraba invariablemente el acompañamiento de artistas y dibujantes, los que  se encargaban de generar bocetos de gran calidad mientras los especialistas realizaban su estudio botánico, recuperando sus formas, sus atribuciones medicinales, así como cualquier dato sobresaliente de las especies botánicas que iban agregando a la enorme colección del herbario.

Para la gran expedición botánica de la Nueva España fueron requeridos dos artistas que representaron una pieza fundamental del proyecto para describir a las nuevas especies. Los elegidos para tal trabajo fueron los mexicanos Vicente de la Cerda y Atanasio Echeverría, discípulos de Jerónimo Gil, fundador de la Real Academia de San Carlos de México, en 1785, dedicada a la enseñanza de la pintura, escultura y arquitectura.

Muchas veces los dibujantes no solamente hacían una sola copia, sino que también se encargaban de generar bocetos de excelente calidad para poder reproducir copias que serán asignadas a diversos rumbos según sus respectivos propósitos, ya sea para dar informes directamente a la corona española o para integrarlos en el archivo de estudio del jardín botánico. Los dibujos realizados en esta segunda expedición eran muy diferentes de los de la primera, pues estos se llegaron a realizar con otras técnicas de dibujo, como por ejemplo el uso de acuarelas. La aparición del color en las descripciones gráficas de este compendio botánico representó un paso enorme en la forma en la que se estudiaba la diversidad botánica en aquellos tiempos.

Posterior a estas expediciones, se puede notar un cambio significativo en el papel que desarrollan los ilustradores botánicos en las campañas científicas de la época. /cms/uploads/image/file/804604/WhatsApp_Image_2023-05-17_at_14.35.58.jpeg

Las imágenes botánicas eran apreciadas por su capacidad para dar a conocer la riqueza y diversidad natural, así como  por su belleza, perfección  y rareza, es decir, estas imágenes no sólo colaboraban para el desarrollo de la ciencia, sino también, como método de expresión artística que alude a la sensibilidad de los artistas al plasmar sus emociones al enfrentarse cara a cara con los nuevos descubrimientos de la naturaleza.

El dibujo botánico fue entonces reconocido como una profesión dignificada y de alto valor. No es entonces extraño que hoy en día se siga celebrando el día la ilustración botánica, pues aún se continúa a manera de homenaje para todos aquellos ilustradores y artistas que colaboraron para la descripción, clasificación e inventariado de la riqueza natural de todo el mundo. 

La ilustración botánica es un legado de arte y conocimiento científico fusionados en una sola práctica, que durante mucho tiempo significó un aporte trascendental para el desarrollo de muchas y muy diversas disciplinas, que van desde la medicina, la farmacología e incluso la cirugía.