La práctica de la herbolaria ha permitido a las diversas culturas extendidas por todo el mundo, explorar conocimientos acerca de los beneficios que pueden aportar las plantas y hierbas, propias de cada región, en relación a la curación y prevención de enfermedades.
Estos conocimientos ancestrales no son propios de una cultura, sino que van cambiando y adaptándose de acuerdo a las características del entorno, cada cultura o pueblo ha de aprovechar los elementos de la naturaleza que los rodean, es decir, de acuerdo al contexto, el que, determina las prácticas herbolarias, los usos y las atribuciones que se les puede dar a ciertas plantas.
Con respecto a ello, México cuenta con una gran tradición en esta práctica medicinal milenaria, pues debido a las características geográficas de las que goza el país, es que se dispone de una gran variedad de hierbas y plantas medicinales, que han sido aprovechadas principalmente por las culturas originarias, enriqueciendo sus saberes y heredando este conocimiento de generación en generación a través de la tradición oral.
La herbolaria no solo implica la utilización de determinadas plantas para curar dolencias, es toda una tradición de investigación y observación de los entornos naturales, así como de las diversas formas de utilizar las plantas, identificando incluso diferentes propiedades para cada parte de ellas (hojas, tallos, raíces, flores).
Un claro ejemplo de esto es la bugambilia, de la que se han utilizado sus flores (por medio de infusiones) como remedio para la tos, para reducir la fiebre, incluso como expectorante. Las flores de la bugambilia poseen una efectiva cualidad para combatir enfermedades respiratorias como resfriados, e incluso para mantener regulada el asma. Sin embargo, no solo las flores son utilizadas en el ámbito medicinal, pues sus raíces también poseen poderosas propiedades cicatrizantes al ser aplicadas directamente sobre la piel, pero si se ingieren, pueden tener un efecto laxante.
Este ejemplo nos permite ver la complejidad que implican los saberes herbolarios, pues las diferentes formas de aplicación de una misma planta pueden tener resultados muy diversos. El cuidado, la dedicación, la atención, el estudio, la observación y la aplicación de los conocimientos heredados son fundamentales para la práctica herbolaria.
Específicamente en el estado de Oaxaca, la herbolaria va más allá de hacer “menjurjes” con plantas para quitar un dolor de barriga. La práctica de “curar” implica generar un vínculo espiritual con la naturaleza. Cuando alguien enferma se dice que le da susto, porque atribuyen las enfermedades a una inestabilidad de las emociones, el cuerpo se enfría, se calienta, sale del equilibrio y por ello enferma. Esto tiene una relación muy estrecha con lo que en la cultura occidental conocemos como enfermedades psicosomáticas, es decir cuando un malestar emocional se convierte en un síntoma físico. También tiene relación con conceptos como la “salud emocional” que aborda temas como el estrés, la ansiedad o la depresión, que, de acuerdo con la OMS, son trastornos que aquejan a diversos sectores de la población, y no solo a los jóvenes como hace tiempo se pensaba.
Las personas que curan a través de la herbolaria oaxaqueña, generalmente son mujeres que han conservado estos saberes a través de la transmisión del conocimiento, lo que ha permitido que perduren a lo largo del tiempo.
El vínculo emocional que poseen las mujeres que practican la herbolaria tiene mucho que ver con su estrecha relación de respeto hacia la naturaleza. Tal vez sea por esta razón que los remedios que ofrecen se llegan a sentir como un alivio al corazón, como un cuidado materno que se otorga con cariño y delicadeza.
Dentro de la herbolaria oaxaqueña se pueden identificar tres tipos de hierbas medicinales: Las dulces, las amargas y las insípidas, a las que se les atribuyen diferentes propiedades, por ejemplo, las dulces, que suelen tener sabores suaves se les utiliza para tratar enfermedades relacionadas con la tristeza, la melancolía, el enojo o la angustia. Algunos ejemplos dentro de esta categoría son: albahaca, manzanilla, toronjil o el té limón.
Por otro lado, las amargas se emplean para tratar enfermedades del hígado, del estómago, del páncreas, los intestinos y los riñones. Algunas de las más conocidas dentro de esta categoría son: el pirul, la ruda, el romero y la sábila.
Por último, encontramos que las hierbas insípidas se utilizan principalmente para tratar dolencias relacionadas a las extremidades, es decir, manos, pies, dedos, piernas y brazos. Solo por mencionar algunas, encontramos: la malva, la cola de caballo, la caléndula y el copal.
Todas estas hierbas medicinales se emplean en diversos tipos de preparaciones, y cada una de ellas alude a acciones diferentes. Pueden ser consumidas a manera de infusiones, jugos, o aceites, pero no solo eso, sino que también pueden ser aprovechadas a través de compresas, ungüentos o enjuagues (gárgaras).
Otra forma de tener acceso a los beneficios medicinales de las hierbas según la tradición oaxaqueña, es a través de los baños herbales, ya sean vaporizaciones, temazcales, baños de asientos o baños de pies.
La práctica médica de la herbolaria no debe ser subestimada, pues esta cuenta incluso con el reconocimiento de la las OMS, la que la considera como una medicina alternativa que complementa de forma efectiva a la medicina moderna. Es decir que en muchos casos la combinación de los saberes médicos científicos actuales y la medicina tradicional son útiles aliados cuando se trata de mejorar la calidad de vida de las personas.
Es necesario reflexionar qué tanto conocemos acerca de la medicina tradicional, y cómo esta puede ayudarnos en nuestra vida cotidiana. Recordando que el conocimiento de nuestro campo y de nuestra tierra nos da más de lo que podríamos llegar a creer.