En los últimos 60 años, la pesca y la acuicultura han registrado una mayor contribución a la seguridad alimentaria y la nutrición, como lo demuestran algunos datos. Por ejemplo, en valores per cápita, el consumo mundial de pescado comestible aumentó de 9.0 kg en 1961     –en su equivalente en peso vivo– a 20.3 kg en 2017. Esto indica  una tasa media de crecimiento de alrededor de 1.5% anual, cifra que es superior, si se compara con el consumo total de carne cuyo incremento por año fue de 1.1%, durante el mismo periodo.

De igual forma, se estima que el pescado representa alrededor del 17% de la proteína de origen animal y cerca de 7% de todas las proteínas consumidas en el mundo.

A esto habría que sumar el hecho, de que actualmente se reconocen a los productos del mar, no solo entre los alimentos más saludables del mundo sino también entre aquellos que menos repercuten en el ambiente natural.

No obstante esta condición favorable y para que en el futuro pueda contribuir de forma efectiva en la seguridad alimentaria, nutrición y en el alivio de la pobreza, es necesario promover acciones y medidas que colaboren para la conservación y contribución sostenible de los recursos biológicos y los servicios ambientales de los ecosistemas marinos, costeros y continentales, tal como lo han reconocido los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) y la iniciativa Crecimiento Azul.

En este sentido, uno de los primeros aspectos a atender, es el que se refiere a reglamentar eficazmente la explotación pesquera y poner fin a la pesca excesiva, la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada, ya que estas actividades representa una seria amenaza contra la conservación efectiva y la ordenación de los recursos pesqueros, pero, también, contra los medios de vida de centenares de personas. No olvidemos que aproximadamente 59.51 millones de personas trabajaban en el sector primario de la pesca y la acuicultura, entre estas, el 14% son mujeres. 

Pero… ¿qué es la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada?

De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (pesca INDNR) es un término amplio que engloba una gran variedad de actividades pesqueras. Es ilegal cuando se realiza en aguas bajo la jurisdicción de un Estado, sin el permiso de éste o contraviniendo su legislación, o bien aquella que viola leyes u obligaciones internacionales. Es no declarada, aquella que no ha sido informada, o ha sido informada de modo inexacto, a la autoridad nacional competente. Es no reglamentada, cuando no está en consonancia con las medidas de conservación y ordenación de los recursos marinos vivos en virtud del derecho internacional.

Según estimaciones –también de la FAO–, esta actividad es responsable de la pérdida de 11 a 26 millones de toneladas anuales de pescado. En términos más sencillos, se considera que 1 de cada 5 peces capturados proviene de la pesca ilegal o irregular.

¿Qué efectos tiene efectos tiene la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada en nuestra vida diaria?

  • Al violar las medidas de conservación y ordenación destinadas a proteger el medio ambiente acuático y garantizar que las especies no resulten sobreexplotadas o amenazadas, afecta de forma directa  la sostenibilidad de los recursos acuáticos y amenaza los ecosistemas vulnerables, que van desde los manglares hasta los arrecifes de coral. Recordemos que la sobrepesca suele dejar a las poblaciones reproductoras tan agotadas, que los peces no son capaces de recuperarse.
  • Cuesta a la economía mundial miles de millones de dólares al año. Se calcula que el 20 % de las capturas totales del mundo proceden de la pesca INDNR y en algunas zonas, como las aguas costeras de diversos países en desarrollo, puede llegar al 40 %, lo que tiene efectos en la pérdida de oportunidades de trabajo en las regiones pesqueras, así como en la disminución de los ingresos por exportación de los países.
  • Existe una relación directa entre esta actividad y los equipos de pesca abandonados en el mar. Alrededor de 8 millones de toneladas de basura  –de las que se calcula que hasta el 10 % proceden del sector pesquero– acaban en el océano cada año. Una parte procede de los buques dedicados a la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada, que abandonan sus equipos de pesca cuando temen ser capturados. El abandono de estos materiales, en muchas ocasiones  atrapa y mata a otras especies marinas, incluidas aquellas amenazadas y vulnerables, que incluyen desde tortugas hasta ciertas especies de tiburones.
  • Asimismo, la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada perjudica a las comunidades que dependen de la pesca para su sustento y seguridad alimentaria. Los habitantes de zonas costeras, en particular las comunidades insulares, dependen del océano para su alimentación y supervivencia económica; por ello es vital que sus aguas se gestionen de forma que les puedan brindar medios de vida sostenibles y una fuente nutritiva de alimentos. Los pescadores en pequeña escala que siguen las normas y reglamentos se ven especialmente afectados.

Es por ello que este 5 de junio, Día Internacional de la Lucha Contra la Pesca Ilegal no Declarada y no Reglamentada, tengamos en cuenta las palabras del Director General de la FAO, Sr. QU Dongyu, cuando señala que "La transformación azul, la intensificación de la acuicultura sostenible, la transformación de la pesca a través de una ordenación más acertada y la mejora de la eficiencia y el carácter inclusivo de las cadenas de valor del pescado, serán fundamentales para poner fin al hambre y a la pobreza". Y en esta aspiración, el combate contra la pesca ilegal y no declarada es imprescindible.

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