Ante factores climáticos que condicionan la producción de alimentos, la modalidad de agricultura protegida toma relevancia como la mejor alternativa para controlar los factores externos, aumentar el rendimiento y mejorar el aprovechamiento de los insumos, también se incrementa la oferta y disponibilidad de productos sin presionar adicionalmente el territorio destinado a labores agropecuarias.

Aunque existen diferentes estructuras para realizar la agricultura protegida por lo general tiene su base en una cubierta con material translúcido o transparente, de dimensiones y formas variadas, las cuales tienen por objetivo reproducir o simular las condiciones climáticas en un microclima óptimo para el desarrollo de las plantas, protegiéndolas de las condiciones ambientales que pudieran perjudicarlas.

Algunas estructuras permiten la entrada del agua de lluvia, controlando el paso de insectos y optimizando la transmisión de radiación solar para mejorar las condiciones climatológicas beneficiando el entorno del cultivo. Por ello es decididamente más productiva y ofrece cultivos todo el año independientemente de la estación.

De acuerdo con el Atlas Agroalimentario 2015, en México existen 25,814 unidades de producción de agricultura protegida, de las cuales 65% son invernaderos, 10% son macrotúneles, 10% microtúnel y 15% son casa sombra, techo sombra o pabellón. En las cuales se producen principalmente jitomate, pepino, pimientos, rosas y otros cultivos ornamentales, forestales y medicinales.