Hace 28 años, las mujeres indígenas de diversos lugares del orbe, presentes en el Foro de las ONGs de la Cuarta Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre la Mujer en Beijing, se reunieron para realizar una declaración que ponía en el centro de la mesa, una crítica al documento Plataforma de Acción de Beijing que se pretendía aprobar.

Un documento que si bien  reconocía  los  temas que afectaban y siguen afectando a  las mujeres, así como un listado de acciones que deberían tomar los gobiernos y los organismos multilaterales, obviaba y olvidaba de acuerdo a palabras de las mujeres indígenas “el hecho de que la causa de esta pobreza son las naciones e intereses poderosos que nos ha colonizado y que continúan recolonizándonos, homogenizándonos e imponiéndonos su propio modelo para el crecimiento económico y monocultural.”

A casi tres décadas de esta declaración, el Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y El Caribe (FILAC) y ONU-Mujeres, han enfatizado, que si bien ha habido importantes avances, aún existe para todas las mujeres, una brecha entre los derechos que se consagran en las leyes y el ejercicio de estos; y que en el caso de las mujeres indígenas, esta situación es aún mayor por las múltiples e interrelacionadas formas de violencia, discriminación y exclusión que enfrentan.

/cms/uploads/image/file/829622/05sept_1.jpg

En este Día Internacional de las Mujeres Indígenas, queremos presentar cinco datos sobre las condiciones desiguales que siguen afrontando diariamente y que dan cuenta –como lo expresaron hace 28 años– de una situación estructural de discriminación.

  1. Es un hecho que en las últimas décadas, la pobreza se acentuado en las mujeres. De acuerdo a los datos del FILAC, en América Latina y el Caribe ha habido un incremento de mujeres pobres, el cual pasó de 117.4 mujeres por cada 100 hombres. De igual forma, las brechas salariales en América Latina entre mujeres indígenas con respecto a los hombres son bastante amplias; pues en promedio 29.4% de las mujeres no cuentan aún con ingresos propios, porcentaje que se ubica en torno al 10.7% en el caso de los hombres. Además, las brechas salariales de género persisten como un obstáculo para la autonomía económica de las mujeres y tienen un efecto perverso no solo en su vida laboral, sino también en los niveles de ingreso a la edad de retiro y en el monto de la pensión a la que tendrán acceso.
  2. Otro dato de la desigualdad, se expresa en las tareas de la informalidad. Se considera que el trabajo informal, es uno de los campos con mayor participación de mujeres indígenas, representando un 30% más que hombres indígenas y un 40% más que mujeres no indígenas. Lo que sin duda las pone con menores ingresos salariales y sin condiciones de seguridad social. 
  3. El derecho a la educación en niñas, niños, jóvenes y mujeres indígenas enfrenta barreras geográficas, culturales, sociales y económicas que se expresa en una situación crítica en materia de acceso, cobertura y calidad educativa para población indígena. Las brechas entre mujeres indígenas y no indígenas son profundamente amplias en diversos países de América Latina y el Caribe.

/cms/uploads/image/file/829621/05sept_2.jpg

  1. El ámbito de la salud es de los más afectados para las niñas, niños, jóvenes, mujeres indígenas; ya sea porque no se tienen en cuenta sus factores culturales y sociales y demás factores psicosociales y espirituales que pueden influir en su detrimento, o porque en sus territorios no se cuenta con centros de salud y atención sanitaria adecuada y de acuerdo a las necesidades que afrontan.
  2. En lo que respecta al ejercicio del poder y la toma de decisiones, la participación de las mujeres indígenas sigue siendo limitada, dando cuenta de una situación estructural de discriminación tanto en las esferas tradicionales, como en las diversas instancias estatales. En el ámbito parlamentario de América Latina y el Caribe, la presencia de mujeres se duplico entre 2002 y 2019, con un incremento del 15% al 31%, sin embargo, esto aumento no representa una mayor presencia de mujeres indígenas.

En 1995, las mujeres indígenas declaraban que seguían luchando activamente con el fin de defender sus derechos a la libre determinación y a sus territorios, y expresaban que pese a las violencias que sufrían: “…hemos protegido y continuamos protegiendo, hemos transmitido y continuamos transmitiendo, hemos desarrollado y continuamos desarrollando nuestra cosmovisión indígena, nuestra ciencia y tecnología, nuestro arte y cultura, y nuestros sistemas socio-políticos y económicos, que armonizan con las leyes naturales de la Madre Tierra.”

Su resistencia nos debe inspirar para impulsar los cambios que reduzcan las brechas, la violencia y la exclusión que han sufrido históricamente.