El jefe agrarista estaba convencido de que una vez que Madero tomara la presidencia, se comenzaría a resolver el problema agrario, por lo que aceptó el desarme de sus fuerzas. Desafortunadamente, las fuerzas porfiristas, representadas por el presidente interino Francisco León de la Barra, maniobraron para sabotear los acuerdos. 

Entre junio y agosto de 1911, se da una intensa campaña de acoso y presión sobre las fuerzas sureñas por parte del ejército federal, generando inestabilidad en el estado de Morelos y con ello, la posibilidad de nuevos enfrentamientos armados. Ante tal hecho y con el fin de mantener la paz, Madero decide reunirse nuevamente con Zapata.

La entrevista tendría lugar el 18 de agosto de 1911, en la Ciudad de Cuautla, Morelos. Madero reiteró el respeto de los derechos del ejército agrarista y pidió una vez más, confianza. El encuentro culminó con los acuerdos para el desarme. No obstante que se le informó lo pactado al presidente interino, éste dio la orden de movilizar fuerzas federales contra el ejército zapatista. Después de que Zapata pone en duda la “autoridad del jefe de la Revolución”, Madero decide regresar a la Ciudad de México para arreglar el problema, nunca más, ambos personajes volvieron a verse.

El 8 de noviembre protestaría como presidente Francisco I. Madero, y pese a los esfuerzos del ingeniero Alfredo Robles Domínguez por mantener la paz en Morelos, el recién presidente autoriza el ataque: “más o menos a las tres de la tarde del 13 de noviembre de 1911 se rompió el fuego sobre las fuerzas del general Zapata…”.

Bajo estas condiciones, el Plan de Ayala –promulgado el 28 de noviembre de 1911– representaba la bandera que serviría al ejército zapatista, para cumplir con los anhelos de reivindicaciones agrarias que siempre propugnaron. Vale la pena destacar tres puntos de los 15 que lo conforman:

  • “Se desconoce como Jefe de la Revolución al C. Francisco I. Madero y como Presidente de la República…”
  • “Como parte adicional del Plan que invocamos, hacemos constar: que los terrenos, montes y aguas que hayan usurpado los hacendados, científicos o caciques a la sombra de la tiranía y justicia venal, entrarán en posesión de estos bienes inmuebles desde luego, los pueblos o ciudadanos que tengan sus títulos correspondientes a esas propiedades, de las cuales han sido despojados, por la mala fe de nuestros opresores…” 
  • “En virtud de que la inmensa mayoría de los pueblos y ciudadanos mexicanos no son más dueños que del terreno que pisan, sufriendo los horrores de la miseria sin poder mejorar en nada su condición social, ni poder dedicarse a la industria o a la agricultura por estar monopolizadas en unas cuantas manos, las tierras, montes y aguas por esta causa se expropiarán, previa indemnización de la tercera parte de esos monopolios, a los poderosos propietarios de ellas, a fin de que los pueblos y ciudadanos de México obtengan ejidos, colonias, fundos legales para pueblos, o campos de sembradura o de labor y se mejore en todo y para todo la falta de prosperidad y bienestar de los mexicanos.”

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A la luz del tiempo, el Plan de Ayala constituye, sin de duda alguna, el documento de mayor importancia con referencia a la cuestión agraria, y que por tanto, fueron sus postulados los que dieron el contenido agrario a la Revolución Mexicana. De ese tamaño fue la contribución del jefe sureño y sus fuerzas.

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