Uno de los platillos que nos distingue entre la gastronomía internacional es el mole, alimento representativo de la gran cocina mexicana, y que recientemente ha sido reconocido como patrimonio cultural de la humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
¿Cómo y dónde surgió?
Destacan dos versiones: una se le atribuye a San Pascual Bailón, el santo de los cocineros. Se dice que, al elaborar un platillo para recibir al arzobispo de Puebla y al virrey Palafox en una sorpresiva visita a su convento, el fray tropezó con una cazuela donde se cocinaban unos guajolotes y derramó en ella una charola llena de chiles, chocolates y otras especias, por lo que rezó por “un milagro culinario”, resultando un platillo suculento que agradó a los comensales.
La otra leyenda (y la más reconocida) cuenta que en 1685 la monja Sor Andrea de la Asunción fue la responsable de elaborar un platillo especial para el obispo don Manuel Fernández de Santa Cruz y el virrey Conde de Paredes y Marqués de la Laguna. La monja mezcló chile ancho, mulato, chipotle y pasilla; tostó ajonjolí; añadió clavos, pimientos, cacahuates, canela, almendras, anís y comino; incorporó chocolate, jitomates, cebolla, ajo, tortilla y molió todo en un metate hasta formar una masa negra espesa. Al verter esta salsa en el caldo del guajolote, despidió un aroma delicioso y único. Había creado el mole.
El mole, en números
• Existen hasta 100 formas de prepararlo.
• Destacan en México 6 tipos de mole: negro, rojo, verde, amarillo, coloradito y manchamanteles.
• El más reconocido en nuestro país es el poblano, considerado platillo nacional.
• Se dice que para ser mole, debe tener al menos 20 ingredientes.
Si requiere mayor información, consulte las siguientes ligas:
Expectativas de producción agropecuaria y pesquera
Anuario estadístico de la producción agrícola