El calamar o téutido es un molusco cefalópodo (del griego pies en la cabeza). Posee dos branquias, un sistema circulatorio formado por un corazón sistémico y dos branquiales, los cuales bombean sangre a cada uno de sus tentáculos y cabeza. Una característica de su anatomía es que cuenta con ocho brazos y dos tentáculos, estos últimos utilizados para comer.

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Al sentirse amenazado, el calamar puede cambiar de color y camuflarse con gran facilidad, gracias a ciertas células en su piel llamadas cromatóforos; también se protegen expulsando la tinta que producen.

Este molusco es exclusivamente carnívoro; dentro de su boca se encuentra un pico afilado que utiliza para matar y despiezar a sus presas. Es la única parte de su cuerpo que no se puede consumir.

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Al preparar el calamar, es importante cocinarlo por poco tiempo, ya que su carne se endurece con un exceso de cocción. Las formas más comunes de consumirlo es relleno, cortado en anillos y frito (calamares rebozados).

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Pruébalos a la parrilla, secados al sol, en sushi; o si lo prefieres, prepara arroz, tallarines o espagueti “a la tinta” de calamar.

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El Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP) te invita a saborear en esta época y en todo el año el calamar; que de acuerdo con cifras publicadas del 2017, reportó un peso vivo de 863.2 toneladas a nivel nacional.

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El cien por ciento de la producción de esta especie se obtiene de la captura directa en aguas saladas. Sus principales estados son Sinaloa (64.9%) y Sonora (16.4%).

Para mayor información de especies pesqueras, te invitamos a que consultes la Producción pesquera por especie y el Sistema de Información Agroalimentaria de Consulta (SIACON).