Durante casi 9 mil años, el maíz ha sido el sustento de los distintos pueblos que seleccionaron sus semillas y perfeccionaron sus variedades en México y Mesoamérica, por lo que el país es considerado como “centro de origen” de este grano fundamental para la alimentación global.

La importancia del maíz rebasa el ámbito nutricional y gastronómico, y se inserta en la tradición, cultura e identidad de México, donde se encuentran 64 de las casi 220 razas de maíz identificadas en el continente americano, incluido el teocintle, el más cercano predecesor del maíz actual.

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La diversidad genética del maíz que se cultiva en México puede apreciarse tanto en las diferentes formas y tamaños de las mazorcas como en la variedad de texturas y colores de sus granos. Las 64 razas de maíz que existen en nuestro país nos brindan una gama de colores que incluye tonalidades rojas, negras y azules, pero la mayor producción corresponde a maíces blancos y amarillos.

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El cultivo de otros colores de maíces distintos al blanco y amarillo tiene importancia económica, alimenticia, cultural y turística en algunos estados. Por la superficie sembrada y producción obtenida de estas variedades, destacaron el Estado de México y Chiapas.

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En 2017, 54.5% del maíz blanco se produjo en cuatro estados: Sinaloa, Jalisco, México y Michoacán; 59.0% de la producción de maíces de otros colores se concentró en México y Chiapas, y 80.0% del amarillo se generó en Chihuahua, Jalisco y Tamaulipas.

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El Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP) convoca a todos los mexicanos a celebrar al maíz, como la base de nuestra alimentación y símbolo del corazón mismo del país, y te invita a consultar el Atlas Agroalimentario 2012-2018.

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