Tal como se ha expresado en diversas tribunas internacionales, los desafíos a los que se enfrentan los sistemas alimentarios del mundo, no sólo son significativos y amplios, sino que también están interconectados, lo que los hace cada vez más complejos.

La necesidad de transformarlos para que sean más eficientes, inclusivos, resilientes y sostenibles para alcanzar una mejor producción, una mejor nutrición, un mejor medio ambiente y una vida mejor sin dejar a nadie atrás, requiere de varios ámbitos de acción, uno de los cuales es sin duda la ciencia y sus derivaciones (la tecnología y la innovación).

/cms/uploads/image/file/763384/WhatsApp_Image_2022-11-09_at_3.18.50_PM__1_.jpeg

Desde hace mucho tiempo, el conocimiento científico ha servido de base para la formulación de políticas, sin embargo, hoy más que nunca se requiere que el potencial de la ciencia se aproveche plenamente para superar los retos de naturaleza social, económica y medio ambiental, que provoca la producción, transformación, distribución y consumo de alimentos.

Pero para que esto suceda, es decir, para que la ciencia, la innovación y la tecnología se puedan constituir en un potente motor para transformar los sistemas alimentarios, deberán tenerse en cuenta ciertos aspectos relevantes en el binomio ciencia-alimentos, aquí te presentamos algunos:

  • Ciencia y tecnología que ofrezca un menor impacto ambiental y mejor nutrición. Un requisito previo para desarrollar un sistema alimentario mundial sostenible es centrarse en el desarrollo tecnológico que pueda maximizar el valor nutricional de los alimentos producidos, teniendo en cuenta el impacto ambiental de la producción. Ejemplos de esto son los enfoques que pueden aumentar la producción por unidad de superficie de terreno, disminuir el uso de agua y disminuir o eliminar la liberación de plaguicidas y de nitrógeno y fósforo reactivos en el medio ambiente, además de mantener la salud del suelo.
  • Una estrategia científica que incorpore todos los eslabones de la cadena y su interrelación. La estrategia debe abarcar necesariamente a todos los sectores y esferas de los sistemas agroalimentarios, esto es, la agricultura, la ganadería, la actividad forestal, la pesca y la acuicultura, desde la gestión de los recursos naturales hasta la producción, la transformación, el almacenamiento, el transporte, la comercialización y el consumo, incluida la pérdida y el desperdicio de alimentos.
  • Un enfoque que integre a todas las ciencias. Es importante reconocer la necesidad imperiosa de contar con diversas innovaciones tecnológicas –incluidas las digitales– pero también, aquellas de carácter social, normativo, financiero e institucional.
  • Una ciencia con especial énfasis en los sectores vulnerables. Se debe otorgar particular atención a las necesidades de los productores en pequeña escala, los agricultores familiares, los pueblos indígenas, las mujeres, los jóvenes y otros actores de los sistemas agroalimentarios insuficientemente representados, entre ellos las microempresas, así como las pequeñas y medianas empresas.
  • Ciencia y conocimiento ancestral, un punto de convergencia para la innovación. Es preciso que la ciencia reconozca que el conocimiento de los pueblos indígenas y los productores en pequeña escala, constituye una importante fuente de innovación para los sistemas agroalimentarios y que por lo tanto, debe incorporarse en la estrategia científica.
  • El impulso de la ciencia, la tecnología y la innovación como bien público. Para que los beneficios de la ciencia y sus derivaciones lleguen a la mayor cantidad de personas, se requiere impulsar en mayor medida bienes públicos. Por un lado, se debe facilitar una base de datos científicos y objetivos –a nivel internacional, regional o local– que favorezca la adopción de decisiones adecuadas. Esto deberá ser acompañado por mecanismos que promuevan la adopción de tecnologías e innovaciones, situación en la que los sistemas de extensionismo rural puedan jugar un rol primordial. Por otro lado, está la relevancia de los sistemas de información  –en especial los de mercado– no olvidemos que los agricultores pueden reducir las pérdidas en sus explotaciones y volverse más resilientes, si tienen un mejor acceso a la información de mercado, junto con datos sobre el clima y la producción. Es esencial en la aplicación de un enfoque agroecológico, recopilar datos que permitan determinar cuáles son las zonas más adecuadas para la producción agrícola, el almacenamiento de carbono y la regulación biofísica del clima   –entre otros aspectos– para obtener los mejores resultados.
  • Asimismo, la estrategia científica en favor de la transformación de los sistemas alimentarios, deberá regirse sobre cuatro ejes rectores. a) Equidad:  la ciencia y la innovación deben contribuir a una vida mejor, sin dejar a nadie atrás. Para lo que se requiere un acceso equitativo a la ciencia y la innovación, la realización de inversiones y la participación en la adopción de decisiones de los sectores más frágiles; b) Igualdad de género: un enfoque de la ciencia que tenga en cuenta las funciones heterogéneas entre los géneros, a fin de garantizar que las intervenciones de las tecnologías y las innovaciones respondan a las necesidades de las mujeres y con ello, fortalezcan la igualdad y la equidad de género; c) Datos objetivos como base: la estrategia científica deberá basarse en los datos objetivos, resultado de investigaciones científicas en el ámbito de las ciencias naturales y sociales; d) Enfoque impulsado por las necesidades: una ciencia que reconozca que existen diferentes niveles de aprovechamiento de la tecnología y la innovación por países y regiones, resultado de las diversas necesidades, prioridades y capacidades. Para lo que deberá adoptarse una estrategia participativa, impulsada por las necesidades y centrado en los problemas, a fin de garantizar que la ciencia y la innovación se adapten a los contextos locales, nacionales y regionales.

En este 10 de noviembre, considerado como el Día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo, es imprescindible examinar que la ciencia y la tecnología pueden optimizar la producción y distribución de alimentos y ofrecer soluciones innovadoras a los desafíos de los sistemas alimentarios. Es el momento de poner la ciencia en favor de un verdadero desarrollo sostenible.

/cms/uploads/image/file/763383/WhatsApp_Image_2022-11-09_at_3.18.50_PM.jpeg