Miguel Ángel de Quevedo y Zubieta nació el 27 de septiembre de 1872 en Guadalajara, Jalisco. Tras la pérdida de sus padres a la edad de 10 años, fue uno de sus tíos el que se encargó de su educación, procurando una preparación íntegra que se llevó casi por completo en el extranjero.

Miguel Ángel cursó la carrera de ingeniería civil en Francia, y al verse graduado quiso regresar a México con la intención de poner a servicio de su país todos los conocimientos adquiridos a través de sus largos años de estudio.

Su formación académica, aunada a su espíritu ambientalista, lo hizo ser partícipe de innumerables proyectos, en donde la perspectiva fundamental iba encaminada a la reforestación de las zonas urbanas.

Durante la época de mandato del presidente Porfirio Díaz, Miguel Ángel de Quevedo propuso la creación de los viveros de Coyoacán, teniendo que gestionar dicho proyecto desde la obtención de las tierras para el mismo. Con grandes esfuerzos consiguió la donación de los terrenos que en algún momento se conocieron como el rancho “Panzacola”. En la entrada de los mismos se encuentra un busto que rinde homenaje a este gran personaje de la historia forestal de nuestro país.

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Otro de los grandes aportes en materia forestal fue su propuesta de insertar árboles como parte de la decoración de la ciudad, aumentando la población forestal urbana de 1 a 16%, lo que ayudó considerablemente a disminuir los efectos de la contaminación ambiental creciente a inicios del siglo XX.

Uno de los cargos más importantes que desempeñó e fue el de “Jefe del Departamento Forestal” de la Secretaría de Agricultura. Cargo que le posibilitó la puesta en marcha de muchas de sus iniciativas con tientes ambientalistas.

En la Ciudad de México, para rendir homenaje a este ilustre personaje, se dio su nombre a una importante avenida al sur de ésta y a una de las estaciones del metro. La iconografía que hace referencia a esta estación bien pudo haber sido el rostro o la silueta del mismo Miguel Ángel, sin embargo, se eligió la silueta de un árbol haciendo alusión al término con el cual se le reconoció durante mucho tiempo: “El Apóstol del Árbol”.

Miguel Ángel de Quevedo es el ejemplo perfecto de cómo los mexicanos a través del amor por nuestra patria, aunado a los conocimientos e ideales de progreso, podemos marcar la diferencia y contribuir en el desarrollo de nuestro país, generando cambios trascendentales.

Celebremos entonces este día conmemorando y respetando los grandes esfuerzos de este personaje de gran trascendencia, visibilizando su gran labor y cuidando el legado ambiental que nos ha dejado.

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