Con la flexibilización del precio de las gasolinas y el diésel, México se suma a la mayoría de los países del mundo en los que el precio de los combustibles refleja el costo real de su producción y no se fija de manera arbitraria por cuestiones políticas o tributarias.

Mantener artificialmente bajos los precios de los combustibles durante 2017 hubiera tenido un costo para el país y los mexicanos de alrededor de 200 mil millones de pesos.

Este gasto implicaría distraer recursos públicos a rubros tan importantes como programas sociales y de vacunación, becas para educación, apoyos para adultos mayores, pago de pensiones, escuelas y hospitales.

La intención es que el Gobierno deje de determinar discrecionalmente los precios de los combustibles, y que de manera gradual y ordenada, éstos se flexibilicen en todas las regiones del país, a fin de que sea el mercado y no la autoridad el que determine los precios.

Los costos finales de los combustibles reflejarán bajo este nuevo esquema los precios internacionales del petróleo, el principal insumo de las gasolinas, y los costos de logística, además de establecerse  un impuesto fijo, como sucede en la mayor parte de los países del mundo.

La flexibilización del precio de las gasolinas y diésel es un proceso que comenzó en 2015 cuando en México se estableció un precio fijo a dichos combustibles que se mantuvo todo el año. En 2016 fue avanzado con un esquema en el que los costos se movían de acuerdo a las referencias internacionales, dentro de una banda de +/- 3 por ciento.

En 2017 se observará la continuación de esta ruta. A partir del primero de enero, el país se dividió en 90 regiones (7 en frontera y 83 al interior), en las que diferirán los precios máximos, ya que ahora reflejarán los costos de llevar combustibles a cada una de ellas. La diferencia en costos obedece a la distancia de cada localidad a las refinerías de Petróleos Mexicanos (Pemex) o a los puntos de importación, así como a los diferentes tipos de infraestructura para el transporte y distribución del combustible.

Es importante señalar que el ajuste en el precio de las gasolinas y el diésel que entró en vigor a partir del 1 de enero de 2017 no se debe a un aumento en impuestos. Tampoco se inscribe en la Reforma Energética adoptada recientemente bajo esta administración. El costo final está vinculado esencialmente al alza en el precio del petróleo a nivel mundial y a la cotización del dólar.

A pesar de dicho ajuste, los precios máximos en México son competitivos en comparación con los que se observan en otros países, en los que el pecio promedio para gasolina Magna es de 23.3 pesos por litro, mientras en nuestro país es de 15.99 pesos por litro.

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En materia del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS),  importante destacar que el Gobierno de la República ofreció un estímulo fiscal durante 2017 de 1.12 pesos por litro para que éste bajara de 4.30 pesos por litro de gasolina Magna a 3.18 pesos, y se mantendrá fijo durante todo el año, de acuerdo con los términos aprobados en la Ley de Ingresos de la Federación (LIF).

Dado el alto nivel de consumo de las gasolinas y el diésel en nuestro país, mantener los precios artificialmente bajos representaría un esfuerzo considerable. No se trata de un mercado menor, ya que en nuestro país se consumen diariamente 190 millones de litros de gasolinas, lo que nos ubica como el cuarto consumidor de combustibles a nivel mundial.

El subsidio que el gobierno brindó a las gasolinas en los últimos años superó los 900 mil millones de pesos. Mantener el precio de los combustibles artificialmente bajo representó 5.5 puntos del Producto Interno Bruto, lo cual fue posible porque el país contaba en ese entonces con excedentes petroleros.

Las condiciones han cambiado para México, ya que se produce menos petróleo y se consume más gasolina. En los últimos años nuestro país pasó de la posición 9 como consumidor per cápita de gasolinas a la posición 4, y del lugar 8 como productor de crudo en el mundo a la posición 12. De los 2.6 millones de barriles diarios que producía de crudo, ahora sólo produce 1.9 millones de barriles diarios. Esto corrobora que en la actualidad no existen ya más alternativas para subsidiar el precio de la gasolina y que éste debe reflejar hoy su costo verdadero en el mercado.

Con el nuevo esquema, México atraerá nuevas inversiones que generen la infraestructura que se necesita para contar con un mercado de combustibles eficiente que redunde en mejores condiciones para los consumidores, como disminución en costos de distribución y logística.

Actualmente, los precios más bajos se encuentran en la zona del Golfo de México, en particular en Veracruz, Tabasco y Yucatán, que cuentan con mayor infraestructura.

Se espera que en el esquema de flexibilización del mercado de gasolinas haya más competencia en el mercado, que genere inversiones y traiga incrementos en productividad para hacer a México más competitivo.

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