* Dr. Miguel Messmacher Linartas, Subsecretario de Ingresos (SHCP), y Dr. Pablo Kuri
Morales, Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud (SSA)
El sobrepeso y obesidad entre la población del país representan un enorme desafío
en materia de salud pública. Siete de cada diez adultos padecen sobrepeso u
obesidad, la segunda tasa de prevalencia más alta entre los miembros de la OCDE
y solo por detrás de los Estados Unidos. El problema es igualmente grave en la niñez,
donde México se ubica en el tercer lugar más elevado de la OCDE. Esto se ha
reflejado en una incidencia de problemas de salud muy por arriba de lo normal: la
tasa de mortalidad por diabetes mellitus en México es cuatro veces el promedio de
la OCDE.
Resulta indispensable usar todas las herramientas que puedan contribuir a la
solución de este problema. Por ello, la Reforma Hacendaria incluyó un impuesto
sobre las bebidas saborizadas con endulzantes calóricos. El objetivo era inducir un
menor consumo por parte de las familias mexicanas de las bebidas endulzadas, y
que éstas sean sustituidas por productos sin efectos adversos sobre la salud.
La evidencia muestra que el impuesto ha tenido un impacto en la dirección en que
se esperaba. De acuerdo con información del INEGI,
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las ventas de bebidas
saborizadas tuvieron una reducción anual de 3.8% en 2014, cuando en los tres años
previos habían tenido un crecimiento promedio de 3.4%. Las ventas de agua
embotellada experimentaron un repunte: crecieron 10.7% en 2014, más del doble
del crecimiento de 4.7% en los tres años anteriores.
Un estudio del Instituto Nacional de Salud Pública y la Universidad de Carolina del
Norte encuentra que el impuesto resultó en una reducción de 6% en el consumo de
bebidas saborizadas y un aumento de 4% en el consumo de agua purificada, en
ambos casos con respecto al nivel que se hubiera observado en ausencia del
impuesto.
Los resultados anteriores pueden emplearse para calcular cuánto se redujo el
consumo de calorías. Al respecto, se ha criticado al impuesto por ser poco efectivo,
ya que la disminución en el consumo de calorías parece limitado cuando se compara
con el consumo total de calorías de una persona. Esa crítica es incorrecta ya que el
objetivo del impuesto nunca fue que las personas dejaran de consumir alimentos en
su totalidad, sino reducir el problema de obesidad. Por lo tanto, el comparativo
adecuado es ver si la reducción en el consumo de calorías hace que el consumo de una persona que tiene problemas de sobrepeso se acerque al consumo de una
persona que no padece este problema.
La evidencia implica que el impuesto causó una reducción en el consumo por
persona de 16 calorías al día en promedio. La diferencia en el consumo de calorías
entre una persona con masa corporal adecuada y una con sobrepeso es de
alrededor de 240 calorías por día, por lo que la disminución en el consumo de
calorías por el impuesto representa el 7% de esta diferencia. Claramente, el
impuesto ha tenido un impacto significativo en la dirección deseada, si bien es
necesario seguir avanzando también en otras acciones complementarias como
campañas de salud pública, actividad física, controles publicitarios y asegurar la
disponibilidad de otros productos en las escuelas.
El efecto del impuesto se ampliará conforme los hábitos de consumo de las familias
se vayan ajustando de forma más completa. El lanzamiento en 2013 de la Estrategia
del Gobierno de la República en contra del Sobrepeso, la Obesidad y la Diabetes,
junto con la entrada en vigor del impuesto, aumentaron la percepción de las familias
del país sobre la gravedad de los problemas de obesidad y la importancia de mejorar
los hábitos alimenticios. Asimismo, es previsible que el impuesto lleve a una mayor
distribución de agua embotellada a lo largo del tiempo.
Dado el impacto positivo del impuesto, ha comenzado a ser analizado para su
posible adopción en países como Brasil y Chile, y el estado de California. Y si bien
aún será necesario que pase un poco más de tiempo para identificar el impacto total
del impuesto, es claro que se ha convertido en un elemento esencial en la estrategia
integral del Gobierno Federal para combatir esta amenaza a la salud de las familias
mexicanas.
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Artículo del Subsecretario de Ingresos (SHCP); y del Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud (SSA), publicado en Milenio
El impuesto a las bebidas saborizadas
Secretaría de Hacienda y Crédito Público |
24 de septiembre de 2015
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