En las perspectivas de la Economía Mundial correspondientes a abril de 2019 del Fondo Monetario Internacional (FMI), esta institución señala que es probable que el crecimiento global se modere a corto plazo y luego repunte ligeramente, por lo que proyecta que el crecimiento mundial pase de 3.6% en 2018 a 3.3% en 2019, para volver a crecer 3.6% en 2020, una revisión a la baja de 0.4 y 0.1 puntos porcentuales (pp), respectivamente, con relación a las estimaciones del informe de octubre, y de -0.2 y 0.0 pp respecto a las estimaciones de enero pasado.
El FMI considera que la economía mundial registrará un repunte para el segundo semestre de 2019 ante el estímulo que China continúa dando a su economía, la mejoría reciente de los mercados financieros mundiales, la atenuación de algunos factores que afectaron transitoriamente el crecimiento de la eurozona, y la gradual estabilización de las condiciones en las que se encuentran algunas economías emergentes, como Argentina y Turquía.
Para el mediano plazo, el organismo internacional señala que el crecimiento mundial podría ser de alrededor de 3.6%, apoyado por el aumento del tamaño relativo de economías como China e India, que espera crezcan de manera sólida en comparación con las economías avanzadas y con los mercados emergentes menos dinámicos. En las economías de mercados emergentes y en desarrollo, puntualiza que el crecimiento se estabilizará en torno al 5%, aunque con diferencias, ya que las economías emergentes de Asia continúan creciendo más rápido que otras regiones.
Respecto a México, el FMI estima que nuestro país crecerá 1.6% en 2019 y 1.9% en 2020, 0.5 y 0.3 pp por debajo las proyecciones de enero 2019, reflejo, en parte, de variaciones en las percepciones sobre la dirección de las políticas en la actual administración. El organismo sugiere a México evitar demoras de las reformas estructurales necesarias; continuar con el plan de consolidación fiscal a mediano plazo (quizá procurar una reducción aún mayor del déficit), lo cual estabilizaría la deuda pública, mejoraría la confianza y crearía espacio para responder a choques; y atender las necesidades de gasto relacionado con el envejecimiento de la población, siempre y cuando la inflación permanezca moderada y las expectativas inflacionarias bien ancladas. Finalmente, el FMI señala que la política monetaria puede seguir siendo acomodaticia, con un margen para recortar las tasas de ser necesario.