El pasado 2 de mayo, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) dio a conocer en la edición 2019 del “Estudio Económico de la OCDE: México”, que el marco de política macroeconómica muy sólido ha sustentado el crecimiento de México, frente a una serie de choques que ha experimentado recientemente, pero que no ha sido suficiente para generar un fuerte crecimiento. Indica que la política monetaria está controlando la inflación con éxito y la política fiscal prudente ha detenido el aumento de la relación deuda/PIB. El sistema financiero es sólido y varios fondos de estabilización junto con las reservas internacionales actúan como blindaje financiero que protegen a la economía.
El documento indica que debido a la baja productividad, el PIB percápita de México sigue siendo el más bajo en la OCDE y, por lo tanto, el país no ha logrado niveles de vida más altos.
En el Estudio se proyecta un crecimiento para México de 1.6% este año y de 2.0% en 2020, en el contexto de una economía mundial en proceso de desaceleración y las crecientes tensiones comerciales que entrañan el riesgo de afectar la exportación, la inversión por parte del sector privado y las cadenas globales de valor.
De acuerdo con este informe, México ahora requiere una nueva estrategia para estimular el crecimiento, reducir los altos niveles de pobreza y desigualdad, y mejorar el bienestar para todos los mexicanos.
Para lograr un crecimiento más sólido y equitativo la OCDE sugiere:
- Mantener la estabilidad macroeconómica para un ajuste suave a los choques, en un contexto de mayor incertidumbre, y para proporcionar confianza a los agentes económicos en el mediano plazo.
- Llevar a cabo un paquete integrado de reformas en varias áreas para implementar una estrategia integral para impulsar la productividad y la inclusión.
- Aumentar la equidad y brindar oportunidades para todos, incluidas las mujeres, las poblaciones indígenas y las regiones rezagadas.
El reporte plantea que las principales prioridades de la política pública para México son: mejorar el acceso y la calidad de la educación, aumentar la participación de las mujeres en el mercado laboral, mejorar los incentivos para la formalización laboral y empresarial, mejorar las regulaciones para estimular la competencia, impulsar la infraestructura, incentivar aún más el comercio y la participación en las cadenas de valor mundiales, en particular las PYME; además de fortalecer el papel redistributivo de la política fiscal.
Añade que mejorar la calidad de las instituciones es clave para lograr un mayor crecimiento y aumentar la equidad y las oportunidades para todos.
También, la reducción de la corrupción, la inseguridad y el crimen estimularía la actividad económica y beneficiaría, especialmente, a los pobres, además de ser fundamental para que todas las demás reformas sean exitosas. En este sentido, la OCDE recomienda a México continuar los esfuerzos para reducir el crimen y la impunidad y completar la implementación de las reformas de los Sistemas Anticorrupción Nacional y Local y evaluar los resultados, especialmente, enfocándose en la capacidad de los diferentes estados para fortalecer sus marcos institucionales.