Buenos días ¿Cómo están? ¿Contentos de estar aquí, en el Papalote? ¿Sí? ¿Estrenando la librería que va a tener aquí el Museo del Niño? ¿Sí? ¿Les gusta ser los primeros? ¿Sí, están muy contentos? No los escuche. Más fuerte. Bien,  muchas gracias por estar aquí.

Agradezco a Dolores, muchas gracias por recibirnos.

Por supuesto, a Pepe Carreño. Y felicitarlos por tener la iniciativa de tener aquí, en El Papalote Museo del Niño, una librería del Fondo de Cultura Económica dedicada precisamente a libros para niños y jóvenes.

Muchas gracias, y muchas felicidades por esa iniciativa de los dos, Dolores y Pepe. Muchas gracias.

Y el día de hoy déjenme decirles y contarles algo. Esta librería se llama Ignacio Padilla. Ignacio Padilla fue un escritor, mexicano, muy talentoso, de los mejores escritores que hemos tenido.

Un hombre que, además, dedicó su vida no sólo a la literatura, sino particularmente a la literatura para niños. Nacho escribió muchísimos libros para niños. Uno, por ejemplo, que me acuerdo, Todos los osos son zurdos, o El hombre que era mapa.

Todos esos libros que hoy ustedes van a poder ver, que van a poder leer, muchos de ellos los escribió Nacho. Nacho fue un gran mexicano, además un hombre muy comprometido con su país; muy comprometido con su trabajo, y un hombre apasionado por las letras.

Desafortunadamente Nacho ya no ésta aquí con nosotros, pero nos acompaña su familia, a quien quiero agradecer que están aquí, a sus papás, su mamá, su papá, a su compañera, a sus hermanos, a su cuñada, muchas gracias por estar aquí.

Yo tuve el privilegio, como secretario de Educación, de conocer a Nacho. No lo vi en muchas ocasiones y la vida no nos dio tiempo de hacer una amistad más profunda, pero las veces que nos vimos, que nos conocimos, pudimos hacer una muy buena relación, y yo apreciaba mucho a Nacho.

Un hombre muy talentoso y una profunda inteligencia. Un hombre dedicado a su trabajo, que gozaba y disfrutaba, y que amaba su trabajo.

Un hombre que además también amaba a México; que amaba a su país; que siempre estaba dispuesto a trabajar, y a cooperar en diversas causas por el país. Siempre, con una buena actitud; siempre pensando en qué es lo mejor que podemos hacer por México, por lo niños, por la literatura, por la cultura en México.

Nacho era miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, uno o su miembro más joven, posiblemente su miembro más joven, lo cual es un honor y un orgullo.

Nacho un día me acompañó a una escuela como la suya. En una escuela en donde le dedicamos ese día a celebrar los libros y la literatura, y la generosidad de Nacho me acompañó. Leyó uno de sus cuentos a los niños que estuvieron ahí, y pasamos un muy buen día entre todos ustedes.

Y por eso, pues con mucha tristeza porque sí nos duele a todos que Nacho ya no esté aquí; Nacho, que tanto le dio a México; que tanto le dio a sus niños; que tanto le dio a su familia, y a todos nosotros, nos hubiera gustado que siguiera aquí, que estuviera mucho tiempo más con nosotros.

Pero también para mí es un día de mucha felicidad, porque esta librería aquí, en el corazón del Museo del Niño, del Museo Papalote, lleva en todas sus fichas su nombre.

Y estoy seguro que Nacho nos estará viendo donde esté, y que va a estar siempre aquí, entre lo que más le gustaba: los libros y los niños.

Déjenme para que conozcan y sepan un poco más de Nacho brevemente leerles lo que aquí está, que es como en alguna ocasión se presentó nuestro muy admirado, querido y apreciado Nacho, dice lo siguiente:

“Me llamo Ignacio Padilla. Todos me dicen Nacho. Nací en la Ciudad de México, pero vivo en Querétaro. Me gusta mucho leer y viajar. He vivido en África, España, Escocia, Inglaterra, Italia, pero siempre he vuelto a mi patria y siempre he estado haciendo una cosa que es lo mismo que viajar: escribir.

Me gusta mucho cocinar y como de todo, salvo mantequilla de cacahuate, pero me atrevo a probar de lo más extraño. Disfruto mucho dar clases. Me gustan los monstruos, los héroes, el cine, las historias de terror y las historias románticas, y el cine de animación. No puedo estarme quieto mucho tiempo”.

Éste era, en sus propias palabras, nuestro muy querido Nacho. De verdad todo mi aprecio a su familia, todo mi reconocimiento, y desde aquí con ustedes mandar un fuerte abrazo a Nacho, donde quiera que esté.

Muchas gracias, y gracias por permitirnos el día de hoy estar aquí. Muchas gracias Dolores.  Muchas gracias, Pepe. Gracias a todos.