Señor presidente de la República, con su permiso.

Muy buenos días a todas y a todos.

Es para mí un verdadero honor poder estar hoy aquí en compañía del presidente de la República, en el día en el que México rinde honor a sus maestros.

Quisiera iniciar haciendo un reconocimiento, por puesto y en primer lugar, a todos los galardonados que tenemos aquí. A quienes en su trayectoria por más de 40 o 50 años, han demostrado su vocación por el servicio y por la educación.

Y por supuesto también, a todos los maestros que hoy nos acompañan, que habiendo participado en la evaluación, demostraron ser grandes maestros y haber obtenido la calificación de Destacados.

Muchas felicidades a todos ustedes.

Quisiera también hacer un reconocimiento al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación; y de manera muy particular, a su líder, al maestro Juan Díaz de la Torre.

El maestro Juan Díaz de la Torre ha demostrado, en primer lugar, ser un maestro preocupado y ocupado por sus maestros, defendiendo con toda su fuerza sus derechos y todo lo que les corresponde por el largo trabajo que realizan día con día.

Pero también ha demostrado ser alguien, al igual que la gran mayoría de los maestros, que sí han entendido los nuevos tiempos y las necesidades de cambiar; las necesidades de evolucionar y de caminar juntos, para hacer esta gran transformación que es la Reforma Educativa.

Muchas gracias, maestro, por ese apoyo y esa decisión a favor del cambio.

Desde que tuve el honor y la distinción de que el señor presidente de la República me nombrara secretario de Educación, me instruyó que no fuera un secretario que me quedara nada más en mi oficina. El presidente de la República me instruyó ir a las escuelas; recorrer el país y recorrer sus escuelas, para conocer de manera directa la realidad de cada una de ellas. Poder conocer y dialogar con los maestros y las maestras de México; verlos a los ojos y conocer las necesidades que tienen de manera directa, ahí, en la escuela.

Y siguiendo esa instrucción, he iniciado un recorrido, como ustedes saben, por todo el país, y estoy recorriendo las escuelas y conociendo y dialogando con las maestras y los maestros de México.

Y lo que ahí me he encontrado es que yo veo a maestros que se despiertan desde muy temprano para hacer un largo recorrido y llegar puntuales a sus escuelas.

Cumplir con la normalidad mínima; veo maestros preocupados por cada uno de sus alumnos, con los que van bien, pero particularmente con los que se rezagan, y hacen un gran esfuerzo para que puedan salir adelante. Veo maestros que dedican horas adicionales, robándole el tiempo a su familia para poder planear sus clases.

Maestros que se preocupan por cada vez más capacitarse más y lo mismo tomando de sus tiempos libres, arrebatándole, y quitándole tiempo a su familia para preparase para ser mejor.

Veo maestros que, incluso, en muchas ocasiones, ponen de su propia bolsa para materiales educativos, a partir de lo que planearon y planificaron, para poder tener y hacer una mejor clase.

Esos son los maestros que yo veo, señor presidente, los maestros comprometidos; y de los cuales, he aprendido que ser maestro, no es nada más tener un empleo: ser maestro es una absoluta vocación de vida.

Y es una vocación de vida, señor presidente, que al palparlo y al verlo, y al recorrerlo y al platicar y al dialogar con ellos, me compromete como secretario de Educación, aún cada vez más, para poder responder a esos maestros que dan la vida por sus alumnos y por su vocación.

Y por ello, el día de hoy desde la Secretaría de Educación Pública nos enorgullece mucho poder reconocer a maestros que así, con esa pasión, durante más de 40 o 50 años han dedicado su vida entera a la educación de nuestros hijos y de nuestras hijas. Que durante 40 o 50 años, diario, sin fallar un solo día, se levantaron temprano; llegaron temprano; atendieron a sus alumnos; sufrieron y compartieron con ellos; buscaron sacar adelante a los que se rezagaban; dedicaban horas y horas adicionales en su casa en la tardes, planeando y planificando sus clases, revisando trabajos; iban a cursos de capacitación los fines de semana, o buscaban ellos mismos cómo hacerlo.

Ésa es la vida de esos maestros que estamos celebrando el día de hoy: 40 y 50 años entregados a la educación; entregados a los niños de México, y entregados a la patria. Muchas felicidades a todos ustedes.

De igual manera, el día de hoy estamos también celebrando y festejando a los maestros que participando en la evaluación obtuvieron la calificación de Destacados. Maestros, como el maestro Javier, a quien he tenido el gusto de conocer en diversos momentos y ocasiones, y poder platicar con él, representan a maestros que con un gran compromiso, al haber sido convocados a la evaluación, como lo hicieron la gran mayoría de los maestros, asistieron, y además han demostrado que son grandes maestros. Maestros que obtuvieron una gran calificación y que hoy también, en justicia a ello, se les reconoce.

Muchas felicidades a todos ustedes. Son un ejemplo para nosotros, para México y para todos los maestros. Muchas felicidades también a ustedes.

Quisiera simplemente terminar evocando y recordando a un gran secretario de Educación, que también fue un gran maestro, a don Jaime Torres Bodet, secretario de Educación en dos ocasiones, la primera en el año de 1943, con el presidente Ávila Camacho; y la segunda con el presidente López Mateos. Torres Bodet, a quien en muchos aspectos la construcción de la educación del siglo XX, fue sin duda inspiración de este gran personaje.

Torres Bodet, en otro 15 de mayo, pero del año de 1959, dijo lo siguiente a los maestros de México: "Patria y maestro son palabras que representan conceptos inseparables en nuestro espíritu. La patria, maestra suprema, madre y educadora de todos los mexicanos, y el maestro, organizador del progreso auténtico de la patria. En las manos de los maestros está la construcción de la patria misma".

Muchas felicidades a todos ustedes.

Audio. Mensaje del secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño Mayer.