Ciudad de México, 6 de febrero de 2015. 


Maestra Rosario Robles, secretaria de Desarrollo Social:

Maestro José Manuel Romero Coello, director general del Instituto Mexicano de la Juventud:

Licenciada Mercedes Hernández, coordinadora nacional de Becas de Educación Superior:

Doctor Gastón Melo, presidente del programa del Colegio de Globalización:

Estimados becarios:

Distinguidos padres de familia:

Señoras y señores:

A finales de 1943, Octavio Paz, entonces de 29 años, viajó a los Estados Unidos tras recibir una beca conjunta de nuestra Secretaría de Relaciones Exteriores y de la Fundación Guggenheim. 

Durante los dos años que pasó en el país vecino, Paz comenzó las reflexiones que se convertirían siete años más tarde en El Laberinto de la Soledad. Asistió a la fundación de la organización de las Naciones Unidas en San Francisco y perfeccionó su inglés para leer y conversar con los poetas más importantes de aquella lengua.

 

Tiempo después, al rememorar dicha etapa de su vida, Octavio que da nombre a esta generación del Colegio de la Globalización confesó: “Fueron años maravillosos. No sólo hubo un cambio en mi poesía sino que conviví con el pueblo norteamericano. Me vi a mí mismo y a México desde la otra orilla. Vislumbré al desconocido que cada uno de nosotros lleva dentro de sí”.

En efecto, como aquí dijo Tamara, viajar a otro país es un momento privilegiado no sólo para descubrir culturas distintas, sino también para conocer nuestra propia circunstancia. Lo que nos parecía natural y automático se muestra de una manera de entre tantas de vivir y convivir.

Reflexiones como éstas nos permiten idear las transformaciones que México requiere para volverse más próspero. 

En específico, la movilidad estudiantil promueve la diversidad, al tiempo que fortalece el entendimiento intercultural, acrecienta la solidaridad entre los pueblos y la construcción de un clima de acercamiento. Y como aquí ya lo dijeron, hace nuevos amigos que son amigos de vida, para toda la vida.

Los programas de intercambios, estancias y experiencias en el extranjero, que año con año se diversifican y crecen en todo el mundo, fomentan que los estudiantes fortalezcan de pueblo a pueblo y de orilla a orilla, un entendimiento.

La movilidad internacional lleva a identificar y proponer soluciones para las necesidades individuales y colectivas de nuestro país. Con este impulso podremos garantizar que México ofrezca una vida digna para todos sus ciudadanos, evitando así que el talento de nuestros jóvenes más brillantes quede trunco por falta de oportunidades.

La reforma educativa del presidente Enrique Peña Nieto, se ha propuesto que los mexicanos cuenten con enseñanza de calidad.

La reforma incluye iniciativas como el Colegio de la Globalización, del que ustedes son parte, y que busca que las opciones de desarrollo comunitario y crecimiento personal se reflejen en beneficios personales.

Porque una educación que sólo considera la mera acumulación de conocimientos no es completa, no es propositiva y menos integral. En cambio, cuando el saber es herramienta y ayuda a transformar el entorno, la enseñanza se convierte en el centro de todas las cosas y trasciende. 

Quiero pedirles que no olvidemos que este pasaje de su vida ha sido un pasaje que los enriquece interiormente, y los acrecienta en términos del conocimiento. Y quiero pedirle a Meche Hernández, que a partir de ahora las miles de becas que damos, que llegan casi al millón, nos permitan establecer un censo de becarios para que ustedes no se olviden, no de la Secretaría, sino de este beneficio que recibieron, y nos ayuden en sus comunidades a ser los promotores de muchas llamadas que pueden salir adelante con esfuerzo y verdadera entrega al saber. ¡Ayúdennos! Sean ustedes los portadores de esta nueva enseñanza.

Éste es el verdadero sentido de la reforma educativa: hacer que toda educación en el país se difunda y se inspire a cada persona a lo largo y ancho de nuestro territorio.

Lo que necesita el país son jóvenes como ustedes, que asuman el reto de convertirse en líderes, y vayan más allá de lo que imaginan, que estén dispuestos a colaborar en sus comunidades, y acortar la desigualdad.

En este sentido, quiero reconocer el trabajo siempre eficaz y ejemplar de la secretaria de Desarrollo Social, mi querida Rosario, por acercar los medios que permiten a la juventud mexicana convertirse en los protagonistas de sus propias vidas.

La cooperación entre las instituciones aquí presentes es fundamental. Por eso resulta de vital importancia fomentar esa vinculación gubernamental a la que aludí, porque de esa relación seguirán surgiendo nuevas ideas y nuevos líderes, y se construirán los lazos para que los esfuerzos impulsados por el gobierno del presidente Peña lleguen a todos los mexicanos.

Me llena de orgullo saber que hay jóvenes como ustedes. Haber participado en este programa revela algunas de sus virtudes más sobresalientes, y deja claro que son personas que saben lo que significa la palabra compromiso. 

Más aún, muestra que trabajan por aprovechar todo su potencial, toda su energía, para ponerlos al servicio de los mexicanos. Este programa proyecta nuevos líderes, como ustedes, para que desarrollen las capacidades necesarias para concretar tareas en beneficio del país. 

Tuve oportunidad de conocer algunos de sus proyectos. Me alegra observar que están encaminados a procurar que las ideas como las que ustedes formularon sean pasos que nos aproximen, firmemente, al México que queremos.

Estoy seguro de que todos vuelven con una experiencia inolvidable. De que los cursos de los que formaron parte beneficiarán su propia vida presente y futura.

Estar inmerso en una cultura ajena a la propia es una de las vivencias más enriquecedoras, pues permite conocer formas distintas y entender el mundo, y entenderse a uno mismo en él.

Muchas felicidades, y vuelvan con nosotros a estar de la mano unidos en el empeño de sembrar en cada joven mexicano.