Excelentísimo Señor Anthony Wayne, Embajador de los Estados Unidos de América en México, Señor Carlos Paz Soldán, Presidente de American Chamber México, distinguidos panelistas, señoras y señores.

En la era del conocimiento, el desarrollo y el bienestar social están indisolublemente unidos a la posibilidad de innovar que tenga una Nación. Sólo en la creatividad se pueden romper paradigmas sociales, económicos y políticos. De la capacidad de innovar depende el crecimiento económico, la generación de empleos, la calidad educativa, los adelantos en salud, así como la posibilidad de hacer frente a desafíos globales como el cambio climático y el desarrollo energético.

En suma, para inventar el futuro se requiere transformar, pero no vasta el cambio por el cambio mismo, como decía el filósofo y pedagogo norteamericano John Dewey: “El conocimiento no es un elemento independiente que se baste asimismo, sino que está envuelto en el proceso por el cual la vida se sostiene y se desenvuelve. Innovación sí, pero para que ésta sea un mecanismo útil de desarrollo y de bienestar”.

Por ello no pudo haber tema más adecuado y trascendente en esta décima segunda Convención Nacional de American Chamber México, que me complace inaugurar con la representación personal del Presidente de los mexicanos, Enrique Peña Nieto.

El Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018, tiene como una de sus cinco metas lograr un México de calidad en educación, para lo cual este instrumento democrático propone implementar políticas de Estado que garanticen el desarrollo tecnológico y del sector productivo con el fin de generar un capital humano que detone la competitividad y la innovación nacional.

La indisoluble relación entre innovación y educación no es nueva en la historia, hace poco más de 150 años, coincidieron al mismo tiempo los gobiernos de dos hombres de Estado, de dos visionarios de mente universal, que lograron preservar la unión de sus países y que entendieron el papel que juega la educación en la evolución del hombre.

Uno de ellos, Abraham Lincoln, decía que la educación es la tarea más importante a la que una sociedad debía de comprometerse. El conocimiento, señalaba Lincoln, da acceso a lo que ya ha sido descubierto por otros, es la clave a problemas que ya tienen solución y da elementos para resolver enigmas aún no resueltos.

El otro estadista, Benito Juárez, afirmaba: “Libre y para mí sagrado es el derecho de pensar, la educación es fundamental para la felicidad social, es el principio en el que descansan la libertad y el engrandecimiento de los pueblos”.

Si queremos mejorar la educación, debemos mejorar en los métodos de enseñanza  y aprendizaje. Por ello los Presidentes Obama y Peña Nieto, como aquí lo ha señalado el señor Embajador,  han puesto manos a la obra a fin de establecer un entendimiento  de cooperación sin precedentes, en materia educativa hace apenas unas semanas.

El espíritu transformador  es para algunos innato,  pero para la gran mayoría es  una calidad adquirida que puede incentivarse y desarrollarse a través de una adecuada formación. En la medida en que tengamos ciudadanos  más preparados,  aumentará nuestra capacidad de traducir el conocimiento en valor añadido y obtener la máxima rentabilidad tanto social, como económica.

Queremos que la innovación se desborde  del  sistema educativo al sistema productivo y también se retroalimente de éste. El gobierno de la República, quiere vincular  a las instituciones con el desarrollo de su entorno.

En la denominada Economía del Conocimiento, ya no estamos limitados ni por la distancia entre los mercados, ni por la inexistencia de materias primas para desarrollar una nueva industria. Los recursos clave, son el conocimiento y los medios cualificados capaces de crearlo y gestionarlo en el mercado global.

El Presidente Peña, ha reiterado que de acuerdo a la experiencia internacional,  pueden lograrse mayores índices  de bienestar social, a partir de una mayor inversión en ciencia y tecnología y se ha comprometido a trabajar  para que los  capitales  públicos y privados logren aumentarla hasta en uno por ciento del Producto Interno Bruto.

Para tener éxito en esta encomienda, reconocemos  la importancia de generar espacios como éste,  de oportunidad y colaboración con nuestro socio  comercial más importante. Que mejor ejemplo de lo que somos capaces de lograr juntos que un Tratado de Libre Comercio, que rompió paradigmas en el mundo y que ha redundado en inconmensurables   transformaciones a través de una visión compartida y de buena fe, para lograr detonar  el desarrollo económico de nuestros países.

A nombre del Presidente de la República, Enrique Peña Nieto, reitero al Señor Embajador Anthony Wayne y a los integrantes de esta Cámara de Comercio, el compromiso de hacer de América del Norte,  una región más productiva para fomentar la creación de más negocios, más historias de éxito, más intercambio y mayor bienestar social.

American  Chamber, ha sido fundamental para la vinculación comercial entre nuestros países, desde hace más de cuarenta años. Estoy seguro de que los trabajos de esta convención anual,  darán muchas luces sobre el rumbo a seguir.

Innovación, como término de esta intervención y al mismo tiempo como inauguración de la misma, es luchar constantemente contra el peso de la inercia. Es, sobre todo, acción y son las ideas y el valor del poder y la libertad humanas las que inspiran los grandes descubrimientos e invenciones.

Recuerdo, por ello, a John F. Kennedy, quien decía: “El cambio es ley de vida, cualquiera que sólo mire al pasado o sólo mire al presente, se perderá su futuro”. Muchas gracias.