Señor Gobernador Constitucional del Estado de Chiapas; querido Manuel, con el cariño familiar que nos profesamos y con el respeto recíproco que nos tenemos.

Señor presidente del Poder Judicial en la entidad.

Señor presidente municipal de Palenque.

Señores secretarios de Educación y de Planeación.

Y dejé al último, con toda intención, a doña Leticia Cuello de Velasco, a quien con respeto profeso un cariño entrañable.

Compañeros servidores públicos; distinguidos ponentes de este foro; señoras y señores.

 

Celebro estar en Palenque, una de las más impresionantes expresiones de la cultura maya; ciudad reconocida por la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad.

En estas tierras, en las que Fray Bartolomé de las Casas, dejó su huella al dedicar su vida entera a la defensa de los pueblos indígenas; labor por la que hoy es reconocido universalmente como el precursor en la defensa de los derechos humanos.

En estas tierras, en las que Fray Matías de Córdoba y Ordóñez, distinguido educador, con el apoyo de don José Diego Lara, primer gobernador Constitucional del estado de Chiapas, inauguró la Escuela Normal de Enseñanza Primaria en 1828, que se conoció como la primera Escuela Normal de América.

Fray Matías tuvo una gran preocupación por hacer que la educación fuera para todos los chiapanecos, con independencia de su origen. Para conseguir ese propósito, fundó una escuela primaria, publicó y distribuyó libros de texto e ideó un sistema de enseñanza que dio notables resultados.

Este gran esfuerzo en Chiapas, sin duda, inspiró a José Vasconcelos en 1921 para realizar la gran hazaña nacional, al fundarse la Secretaría de Educación Pública y, pocos años después, con por Jaime Torres Bodet, tratar de revertir el analfabetismo en el que se encontraba sumido más de la mitad de la población de todo el país.

En este proceso, jugaron un papel fundamental cuatro grandes principios que hoy no debemos olvidar, que siguen más vigentes que nunca:

Primero, el de voluntad política, que entiende que alfabetizar no es sólo una tarea pedagógica, sino que se vuelve una prioridad política, porque inserta con equidad todo proyecto de desarrollo nacional.

Dos, el principio de la participación popular, pues la tarea alfabetizadora no puede ser ajena a la sociedad; parte de ella y en ella se sustenta.

Tres, el de la coordinación, ya que esta tarea requiere de una organización que la accione. Sin ella, se dispersan los esfuerzos y se diluyen los resultados.

Y cuatro, el de la continuidad, pues la falta de seguimiento y permanencia, vuelve a la alfabetización el tejido de Penélope: lo que hoy logramos, mañana se desteje por incompetencia, inconsistencia y pérdida de tiempo.

La alfabetización enfrenta un problema agudo, el de la injusticia social. No hay peor injusticia que la ignorancia. Y el que las personas sepan leer y escribir es precondición indispensable para que haya una sociedad moderna de derechos.

Derecho y obligación, hay que recordarlo, son correlativos; por ello, los mexicanos tienen derecho a recibir una mejor educación, una educación de calidad; pero también todos los agentes sociales estamos obligados a respetar, proteger y hacer cumplir la ley para garantizar que nada impida y nada estorbe el disfrute del derecho humano a la educación.

Evidentemente, aún nos falta mucho por hacer. Los hechos hablan. A la fecha tenemos 7 millones y medio de analfabetas en México y 8 millones más de analfabetas funcionales, una suma de 15 en un país de 112 millones de habitantes.

Otro problema urgente es el rezago, es decir, la condición en la que se encuentran quienes no pudieron completar la educación básica primaria, cifra superior hoy a los 32 millones de habitantes y que equivale al 40 por ciento de la población de más de 15 años.

Debemos también considerar el rezago en competencias, es decir, la población sin instrucción y la que teniendo educación básica, no cuenta con las capacidades necesarias para enfrentar la vida moderna.

Para hacer frente a ese cuadro, se han tomado acciones impulsadas por el Presidente de la República, que tienden a favorecer la equidad ampliando la oferta educativa, promoviendo el acceso y la permanencia en el sistema escolar, así como elevando la calidad mediante la evaluación, las reformas curriculares, la formación de docentes y el apoyo a escuelas.

En la Reforma Educativa ganan todos. En primer lugar, los maestros, autores de la hazaña educativa de México; en segundo lugar, lo alumnos, portadores del futuro, y en tercer lugar, los padres de familia.

Estas acciones entienden que la educación es un recurso indispensable no sólo para alcanzar la integración económica de las personas, sino para hacer que se reconozcan titulares dignos de los derechos que la Constitución les concede.

El compromiso no basta con abatir el rezago y alfabetizar. Nuestro país se comprometió en Dakar con el Movimiento Mundial de la UNESCO “Educación para Todos”, que tiene como meta para 2015, que todos los niños, sobre todo aquéllos que se encuentran en situaciones difíciles y que pertenecen a minorías étnicas, tengan acceso a una enseñanza primaria gratuita, repito, gratuita; así como aumentar el número de adultos alfabetizados en un 50 por ciento.

Sabemos que en cada analfabeta y en cada rezagado la Constitución tiene un deudor. Y esta deuda es mucho mayor, más grave y perentoria que las otras deudas sociales. O pagamos esta deuda, o nos anclaremos dejando que la historia pase a nuestra vera.

El Presidente Peña, señor gobernador, ha ordenado la realización de una gran campaña nacional durante todo su mandato para alfabetizar, como la que Manuel Ávila Camacho, en 1943, diseñó con su secretario de Educación, don Jaime Torres Bodet. En ese ejercicio vamos a involucrar a todos: los primeros que quieran hacerlo, las universidades, los jóvenes que egresan de ella para realizar su servicio social, los maestros, los padres, las organizaciones sociales, los medios de comunicación.

Pondremos a la sociedad en movimiento para abatir el rezago y con mucho gusto, señor gobernador, siempre, en este esfuerzo, tendremos como inicio y como meta, como termómetro, a Chiapas en nuestros esfuerzos.

Chiapas es una entidad que dibuja el papel del maestro comprometido, derivado de la representación social que tienen las mujeres y los hombres del campo. Es una de las entidades que más sufre mayor rezago. Por eso, la opinión de los que hoy realizarán el foro para ocuparse de las políticas públicas que combatan dicho rezago será fundamental.

Estoy profundamente convencido de que la educación debe ser la más alta prioridad del Gobierno, pues sólo a través de ella es posible lograr el éxito y el progreso de una nación.

Al declarar inaugurados los trabajos de este foro, quiero agradecer la valiosa participación de todos. Sus opiniones serán oídas, este no es un diálogo de sordos y en especial en esta tierra de Jaime Sabines recuperaremos la ruta del desarrollo educativo que abata analfabetismo y rezago.

Recuerdo la frase que en diciembre, al venir el Presidente de la República a este estado, cerrara el discurso del señor gobernador Manuel Velasco, porque viene a cuento y proviene de un  insigne chiapaneco, la de don Belisario Domínguez:

"Si cada uno de los mexicanos hiciera lo que le corresponde, la Patria estaría salvada".

Muchas gracias.